[Crónica] «Claudia y el abuelo lazarillo»: Como un enorme campo de cenizas

La última entrega del escritor chileno Sergio Infante, corresponde a una conmovedora novela, escrita en prosa directa, cuidada, donde se revela esa maestría del autor, quién a través del trasfondo de acontecimientos históricos recientes, impone la visión realista de un abrupto cambio, no sólo de generaciones, sino de toda una época que miramos al modo de una cartografía de sueños tronchados, aunque sonemos apocalípticos.

Por Edmundo Moure Rojas

Publicado el 30.2.2025

Una historia surgida entre tantas que ocurrieron durante el «estallido social», esa multitudinaria protesta ciudadana vivida en Santiago, Valparaíso, Concepción, Antofagasta y otras importantes ciudades de Chile, entre el 18 de octubre de 2019 y marzo de 2020, conjurada en parte por la brutalidad policial de la máquina represiva del Estado y luego por la silenciosa y letal acometida del virus covid-19, que salvó, de manera providencial, al empresario Sebastián Piñera y a sus adláteres.

Si bien los sucesos inmediatos de la contingencia no constituyen, por regla general, un eficaz venero inspirativo para la buena literatura —debido a su carga de urgencia y apremio, como asimismo a la imposible maduración de los sucesos para alcanzar con ellos categoría estética y proyección universal—, Sergio Infante Reñasco (1947), narrador hábil y experimentado, amén de hondo poeta, logra alcanzar en esta breve novela, Claudia y el abuelo lazarillo (Ediciones Catalonia, 2024), esa profundidad sabia traslucida a través de la proverbial sabiduría de Mariano, el abuelo.

Cuya nieta preferida, Claudia, joven estudiante de astronomía, sufre la pérdida completa de la visión, debido a los perdigones de una escopeta de carabineros, mientras se desarrollaba una de las tantas protestas de aquel fenómeno multitudinario surgido de la aguda crisis social a que nos había llevado el gobierno plutocrático de Sebastián Piñera, y quizás la propia incuria de varios gobiernos socialdemócratas.

Un hecho dramático, terrible, como tantos otros que fueron repitiéndose en nuestra larga y doliente geografía, desembocando en muchos casos en resultados trágicos, en cerca de un centenar de muertos ya olvidados por la amnesia comunicacional y ciudadana.

Los ojos de Mariana son cegados por los perdigones de una escopeta policial, manipulada sin piedad contra manifestantes desarmados. El abuelo se hace cargo de ella, de su atroz ceguera, sirviéndole de eficaz y amoroso lazarillo.

 

La esperanza encarnada

Así, va tejiéndose entre ambos una relación distinta a la del tiempo normal, previo al suceso, en la que se entrecruzan ahora experiencias personales, el pasado que concilia el presente, el futuro que espera su nueva oportunidad, aconteceres en fluido racconto.

Y también, historias que van uniendo sus existencias, pues el abuelo —Sergio Infante con nombre ficticio— es una narrador nato, un conversador impenitente que no podría entender y asumir otra realidad que esa conformada por la palabra, en su infinita cadena de relaciones y, sobre todo, en su capacidad estética y sanadora del mundo interior, proyectada también a los seres amados; en este caso, a su nieta regalona.

Mariano abuelo se propone no sólo sustituir, hasta donde fuere posible, la incapacidad visual de Claudia, sino levantarla anímicamente, rescatarla de la consecuente depresión y reincorporarla al mundo activo, a la existencia plena y a sus avatares, desafíos y frustraciones.

Su propia experiencia, macerada por los años, los errores, esperanzas y frustraciones, le impulsa a enfrentar juntos el reto de un nuevo orden de cosas, al parecer sólo posible desde la participación cívica, un acervo que heredamos los ancianos de ahora de una democracia que vimos funcionar, como expectativa real, más o menos eficiente, durante 35 años, hasta el quiebre brutal del 11 de septiembre de 1973.

Así, ambos protagonistas, abuelo y nieta concurren al referéndum o plebiscito del 25 de octubre de 2020. En cierto modo —para Mariano, para este cronista— era revivir viejos sueños forjados en las movilizaciones democráticas de 1954, 1958, 1964 y 1970, quizá con el sesgo triste de la derrota y la amargura del horroroso magnicidio.

El abuelo Mariano, escéptico, al igual que Sergio Infante, conserva en su ánimo y en su memoria ese anhelo de cambios político y sociales que encendió a las juventudes y a los no tan jóvenes, bajo el impulso de la Revolución Cubana y de otros movimientos que llevaron la impronta del cristianismo social revolucionario.

Claudia va primero en el título de esta conmovedora novela, escrita en prosa directa, cuidada, donde se revela esa maestría del autor que señalamos al comienzo de esta crónica; mas ella, a mi juicio, no es el personaje principal, sino el abuelo, quien articula, en el trasfondo de los sucesos, la visión realista de un abrupto cambio, no sólo de generaciones, sino de toda una época que miramos como enorme campo de cenizas y sueños tronchados, aunque sonemos apocalípticos.

Pero Mariano parece intuir que de la ceniza será posible ver, de nuevo, el aleteo esperanzador del Ave Fénix. Así parece confirmarlo Claudia, su propia esperanza encarnada, cuando compone esta historia como un segundo narrador, recordándonos que, el fundador de nuestra literatura universal fue un ciego visionario: Homero, individuo y nación, a la vez.

 

 

 

 

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Edmundo Moure Rojas (1941), escritor, poeta y cronista, asumió como presidente titular de la Sociedad de Escritores de Chile (Sech) en 1989, luego del mandato democrático de Poli Délano, y además fue el gestor y fundador del Centro de Estudios Gallegos en el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile, casa de estudios superiores en la cual ejerció durante once años la cátedra de Lingua e Cultura Galegas.

Ha publicado veinticuatro libros, dieciocho en Sudamérica y seis de ellos en Europa. En 1997 obtuvo en España un primer premio por su ensayo Chiloé y Galicia, confines mágicos. Su último título puesto en circulación es el volumen de crónicas Memorias transeúntes.

En la actualidad ejerce como el director titular y responsable de Unión del Sur Editores.

 

«Claudia y el abuelo lazarillo» (2024)

 

 

 

Edmundo Moure Rojas

 

 

Imagen destacada: Sergio Infante en 1972 (por Jorge Aravena Llanca).