Protagonizado por las actrices Shlomit Baytelman, Denise Nazal y Antonella Orsini, el filme se encuentra inspirado en el teatro. En otras palabras, es una obra dramática llevada al cine. De hecho, está basada en el trabajo de Jean Cocteau, «La voz humana».
Por Rodrigo Torres Quezada
Publicado el 1.8.2018
Crónica de una despedida, del director Pepe Maldonado, puede tomarse desde diversas aristas a la hora de ser analizada o comentada. Por un lado se podría decir que es un trabajo experimental si se la compara con otras cintas chilenas. Pero, por otro lado, el que tenga elementos inusuales, no quita que también se la pueda ver como una exploración conceptual de la forma y el fondo.
Antes que todo, hay que acotar que el filme está muy inspirado en el teatro. En otras palabras, es una obra de teatro llevada al cine. De hecho, está basada en el trabajo teatral de Jean Cocteau (La voz humana). En lo que respecta a la pantalla grande se puede hermanar con Un dios salvaje de Polanski, quien también basó esta película en una obra teatral por lo que sus personajes, tal como en Crónica de una despedida, no salen del “escenario” en el cual realizan sus diálogos. Asimismo, se asemeja, solo en lo que respecta a la idea acerca de lo teatral, a Dogville de Lars von Trier.
La idea que plantea la película es, en cuanto a su conexión con la dramaturgia, importante pues al finalizar su visionado queda la sensación que lo que se quería transmitir era más una catarsis que una historia propiamente dicha. Hecha esta aclaración, retomaremos entonces lo expuesto antes: Crónica de una despedida es una obra donde se expone a la luz el complejo juego del fondo y la forma en la vida. Tenemos tres protagonistas mujeres. Cada una con un teléfono al oído. Por las características de cada aparato deducimos que están en épocas diferentes. En efecto, una protagonista es mayor; otra está en una edad intermedia y la última roza la “adolescencia” o lo que se consideraría un estilo juvenil. Las tres hablan por el teléfono con un hombre. No sabemos qué dice él. Solo se deduce algo a partir de las respuestas que ellas dan. Entonces, ante el dolor y tristeza que emanan de los diálogos (o monólogos teatrales), comprendemos que la película juega con la idea del tiempo: las formas cambian con el pasar de los años. Son distintas mujeres, claro está, pero el fondo permanece: el interminable sufrimiento que trae consigo el amor o una ruptura amorosa.
El único sitio donde las protagonistas parecen arrancar de esta tiranía del “fondo”, es cuando escapan a un espacio mental determinado por la soledad y la reflexión, representado en la película por una playa rocosa. Esta, constantemente sirve de refugio a las mujeres. Además, su vista imponente y la sensación de libertad que provoca, contrasta con el espacio reducido y asfixiante en el que se desenvuelven ellas mientras tienen aquella extraña conversación telefónica.
Algo a tener muy presente y en consideración, es no caer en el error de pensar la película como un manifiesto feminista solo porque sus protagonistas son mujeres y se enfrentan ante un hombre ausente y posesivo. La película más bien es un discurso sobre los clichés que trae consigo el amor y la obsesión por alguien. Si unimos esto al concepto de “la forma y el fondo”, se puede argüir que el amor, o lo que nosotros llamamos amor, es una manera de hacernos históricos mediante alguien. Así, nos insertamos en ese “fondo”, reanudando una vez más lo que se espera de la vida en sociedad. Si esta forma de “ser histórico” se rompe, viene la desesperación. Y de eso se trata Crónica de una despedida: el encierro de las formas en pos de un fondo histórico. Así, podemos concluir que si los espectadores deciden entrar en el juego del filme, serán capaces de extraer interesantes reflexiones.
Rodrigo Torres Quezada (Santiago, 1984) es egresado del Instituto Nacional “General José Miguel Carrera” y licenciado en historia de la Universidad de Chile. Ha publicado los libros de cuentos Antecesor (2014) y Filosofía Disney (2018) bajo el sello Librosdementira. También ha dado a conocer distintos relatos de su autoría en La Maceta Ediciones (2017) y la novela titulada El sello del pudú (Aguja Literaria, 2016). Lanzó, asimismo, el volumen de ficción Nueva narrativa nueva (Santiago-Ander, 2018), y obtuvo el primer lugar en el concurso V versión Cuéntate algo de Biblioteca Viva (2012). El año 2016, en tanto, se quedó con el primer lugar en el I Concurso Literario del Cementerio Metropolitano.
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