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[Crónica] Edmundo Moure en España: Historias de amor

Me doy cuenta, en este preciso momento, que Tristán se había transformado, en la noche venturosa de Sada, en Xosé María: y la bella y ansiada Isolda era Marta, la amada compañera de mi caro amigo, que se marchó, prematura y veloz, como la lluvia de mayo y el azúcar leve que se espolvorea sobre los churros

Por Edmundo Moure Rojas

Publicado el 6.10.2021

Así como Eduardo Blanco Amor, después de su experiencia de Chiloé (la Nueva Galicia austral), declaró su imposibilidad para escribir, de manera objetiva, sobre el «archipiélago mágico», renombrado por Martín Ruiz de Gamboa en 1567, como Nueva Galicia, manifiesto mi dificultad en narrar mis experiencias aquí, en la tierra de Rosalía, sin el prurito de la emoción desbocada.

Es como si a un adolescente enamorado, aún lejos de toda posible desilusión, se le pidiese que hablara de su amada o amado apelando a la función crítica del lenguaje, aplicada al objeto de su encantamiento.

El símil pudiera parecer intempestivo para quien rebasó la línea de los 80, pero que aún conserva esa ave que trina en la jaula secreta del corazón y sigue creyendo en la fidelidad, a toda prueba, de los grandes amores.

Xosé María Palmeiro, uno de mis buenos amigos gallegos, cuyo nombre pertenece hace veinte años al silabario de la amistad, narró hace un par de días, en la sobremesa, la historia del joven conscripto Tristán y de la churrera Isolda, parafraseando —valga la redundancia— la parodia gallega que sobre la inmortal historia escribiera Álvaro Cunqueiro en «Os outros feirantes».

Nos hizo reír de buena gana, rematando, mientras caminábamos hacia el hotel Alba Marina, por la costanera humedecida y aun lluviosa que besa el contorno de la ría.

Pero no era una narración cómica, ni siquiera humorística, sino más bien triste, diluida en la tristeza, anímica y estética, de todos los grandes amores…

Me doy cuenta, en este preciso momento, que Tristán se había transformado, en la noche venturosa de Sada, en Xosé María: y la bella y ansiada Isolda era Marta, la amada compañera de mi caro amigo, que se marchó, prematura y veloz, como la lluvia de mayo y el azúcar leve que se espolvorea sobre los churros.

 

Al calor de la amistad ultramarina

Esa historia, como tantas otras que me cuenta esta Tierra por boca de sus queridos habitantes, no podría ser escrita en ninguna otra lengua que no fuese la gallega, porque perdería su fascinante integridad poética.

Es como si tratásemos de traducir el sentido y la prosodia y la música del verso de Rosalía: «Vou paseniño pola tarde calada…». No hay otro idioma sobre la tierra para igualar su expresión.

Después de la licencia que se ha tomado Xosé María, utilizando el delicado recurso de la parodia, incurro yo en el desacato de contarla en castellano, pues en gallego me resultaría dificultoso y quizá impreciso. Lo hago, no obstante, en el modo en que iré escribiendo estas breves crónicas sobre Galicia.

Yo narro esto como una anécdota, a propósito de un cuento que nos refresca esa narración proverbial y mítica, contada por un poeta gallego de la talla de Álvaro Cunqueiro, a través de Xosé María, en la noche húmeda de Sada, al calor de la amistad ultramarina.

Y nadie podrá enrostrarme que estoy menos enamorado que el bueno del Tristán cunqueirano, solo que mi gran amada contiene en sí la patria de Breogán, la lengua de Rosalía y las amigas y amigos que son mi perenne compañía, mientras conjugo sus nombres y cae la lluvia:

«Como chove miudiño/ como miudiño chove/ pola banda de Laíño/ pola banda de Lestrove».

A veces, también soy Tristán…

 

***

Edmundo Moure Rojas, escritor, poeta y cronista, asumió como presidente titular de la Sociedad de Escritores de Chile (Sech) en 1989, luego del mandato democrático de Poli Délano, y además fue el gestor y fundador del Centro de Estudios Gallegos en el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile, casa de estudios superiores en la cual ejerció durante once años la cátedra de «Lingua e Cultura Galegas».

Ha publicado veinticuatro libros, dieciocho en Sudamérica y seis de ellos en Europa. En 1997 obtuvo en España un primer premio por su ensayo Chiloé y Galicia, confines mágicos. Su último título puesto en circulación es el volumen de crónicas Memorias transeúntes.

En la actualidad ejerce como director titular y responsable del Diario Cine y Literatura.

 

Edmundo Moure Rojas

 

 

Crédito de la imagen destacada: Edmundo Moure Rojas.

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