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[Crónica] Edmundo Moure en España: Zapatos chinos

El viernes 1 de octubre viajamos en tren, de A Coruña a Santiago de Compostela. Llovía en la ciudad del Apóstol, rememorando el inmortal poema de Federico García Lorca: «chove en Santiago, meu doce amor». Caminamos sus rúas bajo los soportales donde la Berenguela hechizaba a sus amantes.

Por Edmundo Moure Rojas

Publicado el 3.10.2021

Llegué a Sada con un solo par de zapatos, quizá los menos adecuados, veraniegos, de color café claro, falsa gamuza y borde inferior blanquecino.

Ya se habrán dado cuenta ustedes de que no soy un sujeto elegante… Mi hermano Antonio, siempre pije, afirma que hay individuos que «se visten» y hay otros que «se ponen ropa». A este último bando pertenezco.

El día de la presentación de Memorias transeúntes, desperté preocupado. La ceremonia tendría lugar en el gran salón del ayuntamiento… Han de saber ustedes que los gallegos son protocolares y detallistas.

Revisé mi atuendo: chaqueta oscura, de tweed, de impecable factura, de tono beige verdoso —obsequio de mi amigo Iván Luksic, miembro dilecto del primer bando señalado—; unos jeans de buena marca; camisa gris claro, de un solo color (apropiada). Sí, los zapatos desentonaban… Ese era mi problema.

Después de tomar un café con José Luis Paz, gallego nacido el mismo día del mismo año que yo, mientras caminábamos hacia el hotel, advertí una gran tienda de artículos chinos.

En la vitrina parecían mirarme un par de hermosos mocasines café oscuro. Me dirigí «a por ellos», como dicen los españoles. Costaban once euros —diez mil pesos chilenos—, una bagatela.

José Luis, cauto, me preguntó:

—¿Has comprado antes zapatos chinos?

—No —le respondí; pero ya había tomado la crucial decisión.

Mis pies entraron en los zapatos como en un guante de espadachín. Ensayé unos pasos de baile, a lo Fred Astaire. Mi abuela lo había dicho en época remota:

—Si los pies están cómodos, todo se siente mejor.

Estuve aplomado en la ceremonia. Todo fluyó de manera emotiva y grata. Marisa Naveiro, la mujer de José Luis Paz, me dijo que eran lindos mis zapatos. Al día siguiente, en el recital poético de Marisol, la suavidad de mis mocasines me confirmó lo acertado de mi compra.

No obstante, examinando los zapatos, Marisol auguró inminente deterioro. Paco Pita se sumó al triste vaticinio, diciendo:

—Ojalá te duren hasta Barcelona

Xosé María Palmeiro, agregó:

—Que no resulten como las sandalias del cura Tadeo, que costaron un duro y no aguantaron un pedo…

El viernes 1 de octubre viajamos en tren, de A Coruña a Santiago de Compostela. Llovía en la ciudad del Apóstol, rememorando el inmortal poema de Federico García Lorca: «chove en Santiago, meu doce amor». Caminamos sus rúas bajo los soportales donde la Berenguela hechizaba a sus amantes.

De pronto, comencé a sentir que mis pies se humedecían…

—Puede ser el agua memoriosa de sus piedras —me dije, aun cuando advertí ser presa de creciente inquietud.

Avanzada la tarde, nos reunimos en un costado de la Plaza del Obradoiro, con José María y Francisca, para regresar a Sada.

Marisol me preguntó por qué cojeaba… Cierto, se había desprendido parte del taco de mi zapato izquierdo, mientras el pie derecho sumíase en una especie de calcetín acuoso…

Era ya una terrible certeza: los zapatos comenzaban a desintegrarse con la morriñosa lluvia compostelana. Al llegar al hotel Marina de Sada, los otrora airosos mocasines habían devenido en un par de tristes chanclos destrozados.

Marisol puso el epitafio:

—¿Cuántas veces te he dicho que no compres esas mierdas de zapatos chinos?

Callé, mientras reflexionaba:

¿Será por eso aquella vieja sentencia de: «meterse en un zapato chino»?

 

***

Edmundo Moure Rojas, escritor, poeta y cronista, asumió como presidente titular de la Sociedad de Escritores de Chile (Sech) en 1989, luego del mandato democrático de Poli Délano, y además fue el gestor y fundador del Centro de Estudios Gallegos en el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile, casa de estudios superiores en la cual ejerció durante once años la cátedra de «Lingua e Cultura Galegas».

Ha publicado veinticuatro libros, dieciocho en Sudamérica y seis de ellos en Europa. En 1997 obtuvo en España un primer premio por su ensayo Chiloé y Galicia, confines mágicos. Su último título puesto en circulación es el volumen de crónicas Memorias transeúntes.

En la actualidad ejerce como director titular y responsable del Diario Cine y Literatura.

 

Edmundo Moure Rojas

 

 

Crédito de la imagen destacada: Edmundo Moure Rojas.

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