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[Crónica] «Emilia Pérez»: Las identidades pasajeras

Su nominación a trece premios Oscar coloca al décimo largometraje de ficción del realizador francés Jacques Audiard como el pato de feria al cual todos desean disparar hirientes balas de plomo en las redes sociales, aún sin haber visionado el filme.

Por Omar Pérez Santiago

Publicado el 2.2.2025

Fui a ver la película Emilia Pérez al cine.

Éramos pocos. La sala vacía.

Es grato tener el cine para uno, sin el ruido de las glotonas bolsas de popcorn.

Pensé: todo indica que no es una película del gusto masivo de las audiencias chilenas. Intuitivamente, informados por las redes sociales, la chusma o las grandes masas se resisten.

A pesar que el filme tiene trece nominaciones a los Oscar de la Academia. Al parecer, los snobs ansiosos y narcisistas de Hollywood aman fórmulas que parecen visionarias o denunciantes. Les da miedo quedarse atrás.

Desean ser vanguardias.

El director Jacques Audiard de 72 años tiene muchos méritos. Eso es claro.

Fue considerado como «el Scorsese francés» por su drama carcelario Un prophète (2009). Audiard tiene un excelente currículo cinematográfico y buenas razones para su autoestima. Y como tal, tiene derecho a equivocarse, como todos en el arte.

Pero Emilia Pérez, su décimo largometraje, es torpe.

Es una lamentable película de largos 130 minutos.

 

Una redención bajo engaño

Audiard tomó la idea de Emilia Pérez de la novela Écoute (2018) del escritor francés Boris Razon, sobre un violento narco que ansía convertirse en mujer para escapar de sus enemigos. Un excelente punto de partida. ¿Tenemos identidades pasajeras? ¿No somos acaso mujeres y hombres ficticios proyectados en las redes sociales, donde soñamos a veces con ser otra cosa?

La trama de Emilia Pérez es la siguiente:

Un feo y asesino narcotraficante, interpretado por Karla Sofía Gascón, desea ser mujer. Convence a la abogada Rita Mora Castro, de que la ayude a someterse a cirugías de reasignación de género.

(La abogada es la hermosa Zoe Saldaña, su ahumada mirada misteriosa y su moderno maquillaje de labios rojos le da un toque de sensualidad irresistible, dulce incluso. Lo mejor del filme).

Ahora el violento narco se llamará Emilia Pérez.

Se finge la muerte del narco.

También, se hacen arreglos para que sus dos hijos y Jessi del Monte, la esposa del exnarcotraficante (Selena Gómez) sean reubicados secretamente en Suiza.

Después de cuatro años en nación de los cantones, son persuadidos de mudarse nuevamente con Emilia Pérez en México, bajo el engaño de que ésta ahora es la «prima lejana» del narco supuestamente fallecido.

Emilia Pérez intenta redimirse y funda una ONG dedicada a encontrar los restos de mexicanos que fueron asesinados y desaparecidos por los cárteles de la droga.

Así Emilia Pérez se convierte en una heroína del dolor nacional mexicano.

La trama es algo ofensiva por su débil coherencia cultural.

Ese no sería el problema.

No.

¡Muchas buenas películas tienen tramas descarriadas!

Por lo demás, un artista tiene el derecho a retratar a México como le dé la gana.

Pero.

La forma de la película es tonta.

Es un musical churrigueresco.

Aparecen grupos de bailes y personajes que cantan sus emociones sobre cirugía vaginal.

Canciones de letras que no riman ni están bien cantadas.

El director deseaba que las actrices pudieran cantar en español. Pensó que Selena Gómez hablaba español y resultó que la señora Gómez no habla español.

Incomprensible error del experimentado director.

Impúdicamente, Selena Gómez mezcla un chusco español con el inglés.

Créanme, amigos.

Es un pop tan desabrido como una lata de sopa Campbell.

Aquello, en la soledad del inmenso cine vacío, me dio risa, un leve sarcasmo.

Súmale que la película carece de humor y todo está contado con un aire pretencioso de dramaturgia kitsch, donde todo es serio, ideal y abundan los buenos sentimientos y las buenas intenciones. Un buenismo con ganas de redimir el mundo.

No jodas, Jacques Audiard.

!Tu película nunca va redimir a este puto perro mundo!

Nunca.

 

Todos tenemos derecho a errar

Entonces, es muy comprensible que la película sea carne para los buitres de las redes sociales que buscan fáciles clics.

Es natural.

Con todo, es el síndrome hiriente de las redes sociales. Ladran las audiencias. Si les piden a las audiencias que interactúen, las audiencias en las redes sociales ladran con sumo rencor, y muchas veces desinformadas.

Por eso es incomprensible que un experto en comunicaciones como tú, Jacques Audiard, que podría mirarse y peinarse en un espejo con los ojos cerrados, ahora te quejes amargamente de las redes sociales.

!Ay, las cabronas redes sociales!

Emilia Pérez no es una buena película.

Claramente no.

Eso no tendría importancia. Todos tenemos derecho a errar.

Pero, el que haya sido nominada a trece Oscar coloca a Emilia Pérez como el pato de feria a la que todos desean disparar hirientes balas de plomo en las redes sociales. Aún sin haber visto la película.

Es el contexto estructural de las audiencias en las redes.

Y este bullying masivo continuará y aumentará hasta el domingo 2 de marzo cuando se entreguen los premios Oscar en el Dolby Theatre de Hollywood.

Créanme, amigos. Es todo tan obvio.

 

 

 

 

***

Omar Pérez Santiago es un escritor y cronista chileno que egresó de la Escuela de Ciencia Política de la Universidad de Chile, y el cual luego estudió historia económica en la Universidad de Lund (Suecia).

Sus últimos libros publicados son las novelas Julia, la belleza y el sentido de la vida, El pezón de Sei Shonagon, Allende, el retorno, los cuentos de Nefilim en Alhué y otros relatos sobre la muerte (2011), la crónica Breve historia del cómic en Chile (2007), el ensayo Escritores de la guerra. Vigencia de una generación de narradores chilenos (2007), y las traducciones de Introducción para inquietos, de Tomas Tranströmer, y de Caricias, poemas de amor de Michael Strunge.

 

 

 

 

Tráiler:

 

 

 

Omar Pérez Santiago

 

 

Imagen destacada: Emilia Pérez (2024).

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