El autor chileno es también un desacralizador social y aun político, pues su proverbial agudeza para dar cuenta de la realidad, su ironía —más develadora que sarcástica— le permite desentrañar el lenguaje cotidiano, rescatando aquellos fulgores escondidos en la aparente intrascendencia de la verbalidad común, para otorgarles valor literario.
Por Edmundo Moure Rojas
Publicado el 29.7.2024
Mi riqueza son viajes, comentarios, amores
Me tendí al sol de panza bajo la luz de Urano
Y escribí cuatro versos que ni siquiera entiendes
Y ahora dime ¿quién era el inmaduro?
Juan Cameron
He aquí al poeta Juan Cameron (1947), encerrado en su gabinete submarino, atisbando la superficie con un periscopio 3D, desde la bahía de Valparaíso —el puerto—, el único capaz de ostentar en propiedad esas dos sílabas ancladas en la mar.
El poeta sonríe, bajo sus hirsutos cabellos rojos, te escruta con ojos de miopía, aunque ve como el más avezado lince; se burla de ti, después de haberse reído de sí mismo. Ese es el humor, no existe otro. Lo aprendió en sus múltiples viajes o lo traía en los genes de antiguos marinos que buscaban a Moby Dick por todos los océanos, como se persigue el poema perfecto, el diamante único, la veta de la mejor ley.
Príncipe de los bares porteños y de las interminables tertulias, Cameron escoge la forma poética de la balada, la recrea con su desenvuelta maestría, la pone en boga como canto lleno de humor y escepticismo; no en balde el poeta se ha montado a horcajadas entre dos siglos, para nutrirse de sueños, desastres, utopías y predicciones apocalípticas.
Todo ello, moviéndose como un Ulises del Sur en procura de sus nórdicos orígenes, persiguiendo las voces de otras lenguas, para esculpir la suya con la argamasa de la tribu, haciéndola universal mediante sonidos, significados y significantes inconfundibles, forjándose el estilo único de su poesía.
La trayectoria de Juan Cameron es una de las más sólidas entre los poetas coetáneos; asimismo, prolífica y constante en su proceso de maduración y perfeccionamiento. Su fidelidad al oficio se podría explicar, más que en virtud de un proceso de disciplina, por su carácter de poeta actuante durante las veinticuatro horas del día.
No se crea por esto que el poeta no ha desarrollado diversas ocupaciones de subsistencia, pero serlo a tiempo completo significa llevar y traer la poesía como lo hiciera Fernando Pessoa, en su oficina contable de la Rúa dos Douradores, en Lisboa, cuando escondía poemas en los libros de contabilidad de clientes del Patrón Mendes.
Todo este notable bagaje
Juan Cameron es también un desacralizador social y aun político. Su proverbial agudeza para dar cuenta de la realidad, su ironía —más develadora que sarcástica— le permite desentrañar el lenguaje cotidiano, rescatando aquellos fulgores escondidos en la aparente intrascendencia de la verbalidad común, para otorgarles valor poético.
Inserto aquí su breve «Autorretrato movido», más elocuente que cualquier comentario:
Llegué con estos ojos por leer entre líneas
Y observar los rincones agazapadamente
Por eso esta presbicia con aires de miopía
Esta voz tan nasal donde esconder las dudas
Esta mata de pelo como antena en el viento
Esta pinta elegante: pantuflas y bermudas
Preguntad a mis piernas su presuroso ritmo
Salieron preparadas para la extensa ruta
Así que no hay apuro yo los miro de lejos
Por los retrovisores cuando vengo de vuelta
Les dije y no escucharon
Miraron ya sin verme.
El poeta nació en Valparaíso, en 1947. Licenciado en derecho por la Universidad de Chile, tras el golpe de Estado, se exilió en Suecia, donde estudió periodismo.
Entre sus numerosas publicaciones, registramos: Las manos enlazadas (1971), Perro de circo (1979), Cámara oscura (1985), Como un ave migratoria en la jaula de Fénix (1992), Visión de los ciclistas y otros textos (1998), Jugar con la palabra (2000), Versos atribuidos al joven Francisco María Arouet y otros textos desclasificados (2000), Canción (2002), El bolero de los ángeles (2006), y Poemas desde el andén (2016), entre otros.
Ha sido acreedor a numerosos premios: el Gabriela Mistral (1982), el Revista de Libros, de El Mercurio de Santiago (1996), el del Consejo Nacional del Libro y la Lectura (1999), el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Alajuela, en Costa Rica (2004), el Premio Internacional de Poesía Paralelo Cero, del Ecuador (2014), y también ha sido antologado en más de treinta publicaciones de Chile y Latinoamérica.
Todo este notable bagaje, junto a la merecida admiración de sus lectores y camaradas de oficio, más su consagración por la crítica literaria chilena, han potenciado su nombre como firme candidato al Premio Nacional de Literatura 2024.
¡Enhorabuena, Juan Cameron, poeta porteño y universal!
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Edmundo Moure Rojas (1941) es un escritor, poeta y cronista, que asumió como presidente titular de la Sociedad de Escritores de Chile (Sech) en 1989, luego del mandato democrático de Poli Délano.
Además fue el gestor y el fundador del Centro de Estudios Gallegos en el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile (Usach), casa de estudios superiores en la cual ejerció durante once años la cátedra de Lingua e Cultura Galegas.
Ha publicado veinticuatro libros, dieciocho en Sudamérica y seis de ellos en Europa. En 1997 obtuvo en España un primer premio por su ensayo Chiloé y Galicia, confines mágicos. Sus últimos títulos puestos en circulación son el volumen de crónicas autobiográficas Memorias transeúntes y la novela Dos vidas para Micaela.
Imagen destacada: Juan Cameron.