[Crónica] La identidad literaria de las ferias del libro

En mi caso, los encuentros artísticos de provincia permiten la reunión de una generación de escritores nacidos en los 70 y a principio de los 80, que buscándolo o no, estamos ligados en el quehacer creativo desde un territorio que abarca el norte de Chile, Bolivia y Perú, con repercusión tanto nacional como internacional.

Por Rodrigo Ramos Bañados

Publicado el 24.5.2022

Este año he participado en dos ferias del libros presenciales, ambas organizadas por universidades. La primera fue en enero, en el hermoso campus de la Universidad de Concepción. La organizó esa misma casa de estudios y llevó como nombre Feria Internacional del Libro del Biobío.

La segunda, hace dos semanas, en el Palacio Astoreca de Iquique, en la histórica calle Baquedano, vestigio de la aristocracia salitrera de principios de siglo pasado. Esta última actividad fue organizada por la Universidad Arturo Prat de Iquique, bajo el nombre Feria Internacional del Libro de Iquique.

Alguna vez participé en otro tipo de feria del libro, donde la excusa eran los libros. Es decir, ferias donde se expendían desde quesos con orégano, plantas y las figurillas de plástico coleccionables denominadas Funko Pop, entre otros artículos de interés popular.

Literatura había poca.

Dado mi experiencia en ferias de regiones, puedo decir que algunas cobran por stand. El hecho de cobrar por un espacio, amplía la posibilidad para la aparición de comercio variado, sin ningún tipo de relación con el libro. En este tipo de ferias, el gancho son los best seller, en su mayoría libros de moda que pueden estar relacionados a la autoayuda, a los ciclos de la luna o al tarot, o la pseudohistoria o al romance arjoniano, entre otros tópicos.

En medio de los quesos y jabones artesanales, el escritor best seller firmará libros hasta que se acaben los ejemplares. Este tipo de ferias es un modelo de negocios exitoso, concebida, sin duda, por alguna mente comercial.

Bien por ellos.

 

Una literatura del Norte Grande

Por lo anterior resultan interesantes las dos experiencias del libro y de los autores, concebidas bajo el alero de las dos universidades mencionadas en el primer párrafo. En la Universidad de Concepción, participaron autores de todo el país. Por el norte, por ejemplo, estuvo la poeta visual Juana Guerrero y el Premio Nacional de Historia, Sergio González. Ambos residentes en Iquique.

Participó Diamela Eltit, Premio Nacional de Literatura, Alejandro Zambra y Jaime Coyllier, entre otros autores. Lo de Concepción me dio la oportunidad de escuchar en vivo la poesía mapuche de Elicura Chihuailaf, Roxana Miranda Rupailaf y Graciela Huinao. Un porcentaje importante de la exposición de libro fue de editoriales de Concepción y otras ciudad de más al sur.

En Iquique, la feria en torno a la universidad, permitió abordar temas como la migración desde una mirada más bien crítica, a través del libro de la investigadora Marcela Tapia, por ejemplo. La feria contó con la participación de Mónica González, Premio Nacional de Periodismo, y Gabriel Salazar, Premio Nacional de Historia. Este último rescató el Iquique obrero, donde comenzaron a gestarse la lucha sindical en torno a la minería del salitre.

En la exposición de libros fue posible hallar textos de editoriales del norte de Chile, como Palimpsesto, Cinosargo, Navaja, Sismo, Pampa Negra, Campus y Aparte, entre otras.

En lo personal, lo de Iquique también permitió la reunión de una generación de escritores, nacidos en los 70 y a principio de los 80, que buscándolo o no, estamos ligados en el quehacer literario, desde un territorio que abarca el norte de Chile, Bolivia y Perú, con repercusión nacional e internacional.

 

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Rodrigo Ramos Bañados (Antofagasta, 1973) es un periodista titulado en la Universidad Católica del Norte y un reconocido escritor chileno.

 

Rodrigo Ramos Bañados

 

 

Imagen destacada: Palacio Astoreca (Iquique).