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[Crónica] La literatura y el cine latinos brillaron en el Festival de Biarritz

La última versión de la ya tradicional muestra audiovisual francesa dedicada a la industria hispanoamericana, estuvo dedicada a las producciones venidas desde la Argentina, y contó como un evento destacado con la presencia de la escritora cordobesa Camila Sosa Villada, quien presentó en el contexto de la instancia, la traducción gala de su novela «Tesis sobre una domesticación».

Por Analía Boggia

Publicado el 21.10.2024

Desde hace 33 años, la ciudad del sur de Francia se convierte en el escenario de presentación de tendencias audiovisuales y literarias del hemisferio sur americano.

En esta edición, que se extendió del 21 al 28 de septiembre, el país elegido fue Argentina por la situación económica y financiera que atraviesa la industria cinematográfica en particular, y la sociedad en general. La escritora cordobesa Camila Sosa Villada fue la encargada de abrir los encuentros literarios.

Así, el cine y la literatura latinos tienen un lugar exclusivo en Biarritz. Desde hace 33 años, la ciudad del sur de Francia es sede del Festival de Biarritz de América Latina, que dedica una semana entera a mostrar películas de ficción, no ficción y tendencias literarias del hemisferio sur.

Cineastas, actores y escritores de habla hispana y portuguesa se reunieron del 21 al 28 de septiembre para presentar sus producciones y sus impresiones sobre la cinematografía, pero también sobre la cultura, la política y el deporte.

La muestra elige cada año un país para hacer foco. En esta edición, los organizadores se concentraron en la producción cinematográfica y cultural de Argentina, motivados por la situación financiera y económica que sufre el país vecino a partir de la llegada al poder del dirigente derechista Javier Milei. El año pasado, el país destacado fue Chile, con motivo de los 50 años del golpe militar contra Salvador Allende.

También el Festival de San Sebastián, que se realizó del 20 al 28 de septiembre en el País Vasco al otro lado de los Pirineos, dedicó una jornada completa a homenajear al cine argentino.

Fue el martes 24, cuando no solo se proyectaron películas argentinas de ficción y no ficción, sino que también se convocó a un acto al que asistieron muchas personas que hicieron un abrazo simbólico en las escalinatas del Kursaal, centro cultural emblemático de la muestra que se realiza en la costa vasca española desde hace 72 años.

El Festival de Biarritz de América Latina invita a descubrir la cultura latinoamericana del cine, pero también ofrece encuentros literarios, charlas y mesas redondas impulsadas por el Instituto de Altos Estudios de América Latina (IHEAL, por su sigla en francés), exposiciones de artesanías y conciertos.

Con todo, el encuentro propone tres competencias: largometrajes, cortometrajes y documentales. Estas son las películas galardonadas:

Ficción: abrazo al mejor filme: Baby, de Marcelo Caetano (Brasil y Francia); premio del jurado: El aroma del pasto recién cortado, de Celina Murga (Argentina, Uruguay, Alemania, México y Estados Unidos), favorita del jurado: Raíz, de Franco García Becerra (Perú y Chile); mejor interpretación: Paulina García y Jenny Navarette, por Querido trópico (Panamá y Colombia); premio de los habitantes de Biarritz: Senhoritas, de Mykaela Plotkin (Brasil); premio de la crítica: Zafari, de Mariana Rondón (Perú, Venezuela, México, Brasil, Francia, Chile y República Dominicana); y Premio del público: Querido trópico, de Ana Endara (Panamá y Colombia).

Documentales: mejor documental: Oasis, de Tamara Uribe y Felipe Morgado (Chile); mención especial: Amor fantasma, de Marusia Estrada (México) y Una canción para mi tierra, de Mauricio Albornoz Iniesta (Argentina); premio del jurado de estudiantes: Los últimos, de Sebastián Peña Escobar (Paraguay, Uruguay y Francia); y premio del público: Una canción para mi tierra, de Mauricio Albornoz Iniesta (Argentina).

Cortometrajes: mejor cortometraje: Mala facha, de Ilén Juambeltz (Uruguay), y mención especial: La utopía muda, de Julio Matos (Brasil).

 

Escritora en imágenes

La escritora argentina Camila Sosa Villada inauguró los encuentros literarios de la 33 edición del Festival de Biarritz de América Latina. Allí presentó su última novela, Tesis sobre una domesticación, que acaba de ser editada en francés. Durante la charla habló sobre su proceso creativo, su obra, sus fuentes de inspiración y sus posiciones sobre la actualidad.

El Festival de Biarritz de América Latina se realiza todos los años desde 1991, y aunque es una gran vidriera de producciones audiovisuales latinoamericanas, también es la oportunidad para presentar un catálogo de tendencias literarias e intelectuales, de la mano de autores y autoras del hemisferio sur.

Camila Sosa Villada (1982), escritora nacida en Córdoba, provincia del centro de Argentina, fue la encargada de inaugurar los encuentros literarios de la 33 edición de la muestra de Biarritz el 21 de septiembre pasado.

Sus obras han sido verdaderos sucesos editoriales, traducidas a más de veinte idiomas, como Las malas o la compilación de cuentos Soy una tonta por quererte. Actualmente está de gira por Europa, en donde presenta su última novela, Tesis sobre una domesticación, que acaba de ser publicada en Francia.

En diálogo con la escritora Laura Alcobas, traductora de sus obras al francés, Sosa Villada fue hilvanando impresiones y expresiones en torno al proceso creativo, sus novelas, sus fuentes de inspiración y sus posiciones sobre la actualidad.

Los primeros pasos artísticos que dio en teatro y la gran afición que tiene por el cine desde niña han dejado huellas, sin dudas, en el proceso creativo de la autora argentina. «Yo cuando me siento a escribir veo el texto en imágenes. El cine fue siempre una gran influencia para mí, veo películas desde siempre, desde que era muy chica que tengo esa costumbre», recuerda.

Dice que la ciencia ficción es lo que más le gusta mirar: «Amo las sagas de ciencia ficción, La guerra de las galaxias, Laberinto, Leyenda, todas esas películas de fantasía me fascinan, me vuelven loca. Y todas las otras que se hicieron después, como Blade runner o Mad Max. La distopía me gusta mucho».

Al hablar del pasaje de la literatura al cine, Sosa Villada considera que depende siempre de las adaptaciones:

«El señor de los anillos está muy bien, pero puede fallar. Hay gente que se enoja con las adaptaciones, y gente que no. Lo que no hay es buenos guionistas, entonces como no tienen ideas para hacer, andan tratando de amarrocar (del lunfardo argentino, juntar con avaricia) escritores, porque no se les cae una idea», tal como sintetiza su visión del mundo creativo al servicio de la realización cinematográfica.

Consultada acerca de su última novela, dice: «Este es mi mejor libro, es una tesis porque hace un estudio sobre una actriz, pero también porque sirvió para recibirme de escritora, porque como soy travesti, nunca me consideraron como una escritora. Cuando escribí Las malas, creían que lo había hecho Juan Forn, que era mi editor».

 

«A favor de la gente infeliz»

Respecto al personaje principal de Tesis sobre una domesticación, Sosa Villada se declara: «a favor de la gente infeliz». Y describe: «una mujer que sin estar contenta sigue levantándose todos los días, dando de comer a su hijo, probando vestuario, estudiando la letra, es una especie de elogio a lo infeliz. Y hay desilusión, sin dudas, pero la desilusión es mía. Yo dejé que la desilusión se apoderara de mí, porque hay siempre esto de que si hacemos bien las cosas, nos va bien. Y no es cierto. Haber sido tan buena alumna para encontrar este mundo lleno de muertes, en Palestina, y en otras partes, no sirve para nada».

A la hora de hablar de su leit-motif para escribir, la escritora argentina es contundente: «Yo escribo porque escribo, no sé por qué. Los libros que publiqué me pidieron escribirse. Me siento a escribir y si funciona, funciona, y si no funciona, no funciona. Soy hija de buscavidas. Mis padres se tenían que ganar la vida, vendían comida, vendían bijouterie, vendían lo que funcionaba para ganarse la vida. Y esto es lo mismo: una tiene los papeles arriba de la mesa, desperdigados, después los va uniendo, y finalmente hace un libro». Y cita a Marguerite Duras, al decir: «Si una supiera de lo que se va a escribir antes de hacerlo, no escribiría nunca».

En ese sentido, y en alusión a su proceso creativo, Sosa Villada reflexiona: «No me imagino a los lectores cuando comienzo una nueva obra. No soy una comerciante, no estoy preocupada por quién me va a leer, si le estoy acertando con el tema, si estoy siendo contemporánea o hija de mi época. Yo escribo porque tengo ganas de escribir y punto. Después si les cae bien o no a las editoriales, eso es un azar, una suerte», asegura.

Las referencias a su infancia se van colando en distintos pasajes de su alocución. Cuando habla de sus fuentes de inspiración, por ejemplo, sostiene: «Soy chismosa, me gusta escuchar lo que habla la gente, y eso me viene un poco del teatro también: qué cosas dice el personaje, qué cosas necesita decir constantemente. Pero no es más que chisme. Es un acto de escucha, y después todo eso lo pongo al servicio de la escritura».

También admite que el paso de la escucha al papel no siempre es fácil. «La escritura siempre le queda chica a la oralidad y está menos cuestionada. La oralidad es superior en todo, aunque la escritura permanece», pincela.

Durante su exposición, Sosa Villada dedicó unas palabras a la situación en Palestina, y al ser consultada al final, sobre la toma de posición de los artistas por determinadas ideas, se pronunció: «Yo desprecio a los artistas que toman partido por un político, por un poder, me parece de las cosas más peligrosas (que hay) los artistas asociados a algún presidente, o lo que sea. Ahora, fuera de eso, estamos todos viviendo en el mismo mundo y todos percibimos su decadencia. Eso no se puede negar. Y tampoco se puede negar que hay culpables», enfatizó.

Uno de los momentos más conmovedores de la presentación se produjo hacia el final, durante la lectura de fragmentos de Tesis sobre una domesticación, que alternaron la escritora argentina y su traductora.

Ninguno de los asistentes permaneció indiferente a la cruda pluma de Sosa Villada, y mucho menos a su voz, que hizo honor a sus otras profesiones: el teatro y el canto. Fue el sello final para mostrar la versatilidad de una artista que promete seguir deleitando con su visión del mundo a quien la quiera leer o escuchar.

 

 

 

 

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Analía Boggia (Mendoza, Argentina, 1980) es periodista, docente universitaria y creadora de contenidos. Apasionada por la ciencia y el arte, ha trabajado en Argentina y Francia, en donde actualmente dicta cursos de comunicación y divulgación científica en la universidad.

 

Analía Boggia

 

 

Imagen destacada: Camila Sosa Villada en Biarritz.

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