Amigo cercano de esta casa periodística, el joven escritor de este relato es un cultor literario que ya da bastante de qué hablar en el circuito creativo del interior trasandino, y la crítica y el público lector de su zona lo catalogan un digno sucesor de Juan Filloy y de Manuel Mujica Láinez, entre otros narradores surgidos desde las provincias centrales de la Argentina. Disfrute y aprecie.
Por Franco Bedetti
Publicado el 6.8.2020
Entramos al Carrefour de Pueyrredón entre Santa Fe y Córdoba, cruzamos la línea de cajas, y Ara me dice: <<Mirá esa góndola>>; giro hacia el lugar que señala y veo una góndola toda blanca, ploteada con dibujos de cronómetros azules. Seguimos caminando; pasamos por la sección de electrodomésticos: vemos un televisor curvo 4k. La pantalla nos muestra a un tipo haciendo windsurf en lo que parecería ser una paradisíaca playa del caribe, o quizás, de alguna parte del océano Índico. Cambiamos de rumbo y vamos hacia una góndola que tiene vasos de todo tipo. Ara, agarrando uno, me dice: << éste es parecido al que tenés vos.>> Miro el vaso, es casi exactamente igual, sólo que el mío no tiene un galeón dibujado en el vidrio.
Sigo mirando el vaso. Le digo a Ara de ir a buscar las cervezas. Caminamos en dirección opuesta a la de la entrada del bazar. Salimos a lo que vendría a ser el pasillo principal dentro del mapa total trazado por las góndolas. De repente, vemos que una mujer pasa con una especie de cronómetro de abultado tamaño, en el que titilan pequeñas luces de led rojas, incandescentes. La escena me supera completamente. Es lo más parecido a estar dentro de una película de ciencia ficción que me pasó. Bueno, sí, exagero un poco, pero ese cronómetro es realmente bizarro. Está sobredimensionado; sus luces titilan al ritmo de un sonido de alarma: <<¿Nos darán un determinado tiempo para que compremos, nos vayamos, y así evitar el amontonamiento de gente? Capaz tenemos que preguntarle a alguien cómo funciona, o si es obligatorio usarlo, capaz que no te venden si no lo usás.>>
Al final de la góndola de los vasos, aparece una empleada que se nos acerca y nos explica: <<Una vez que finalizan su compra tienen que apoyar el reverso del cronómetro en las máquinas que están en los pasillos principales del establecimiento, y luego, elegir una de las tres opciones que la pantalla les muestra.>> <<¿Cómo las elegimos?>> <<Tocando la opción que quieran elegir. Por ejemplo, “caja de quince unidades o menos”. En este momento nos marca que la caja quince tiene cinco minutos de demora. Si apoyan el cronómetro en la máquina y tocan esta opción, el cronómetro se encenderá. >> <<¿El botón negro para qué sirve?>> <<El botón negro es para activar el cronómetro. Entonces, cuando ustedes terminan de hacer su compra, apoyan el reverso del cronómetro en la máquina y tocan el botón negro; en la pantallita del cronómetro les va a aparecer el número de caja al que deben dirigirse.>> <<¿Y qué pasa cuando el cronómetro se activa?>> <<En la pantalla les va a aparecer el número de caja.>> <<¿Y todas las luces y sonidos que vi que hacía un cronómetro que llevaba una señora?>> <<Claro, el dispositivo comienza a sonar, vibrar y hacer luces, cuando se están por agotar los minutos que la máquina le indicó que faltaban en el momento en que usted inició el dispositivo.>>
La empleada se va. <<Nos olvidamos de preguntarle para qué sirve este otro botoncito transparente.>> <<Sí, por las dudas no lo toquemos, no sea cosa que se desconfigure todo.>> <<¿Qué pasó?>> <<Se cortó la luz. >> <<¿Lo tocaste?>> <<Sí.>> <<¿Dónde estamos?>> <<No sé, en el mismo lugar que antes supongo, no nos movimos.>> <<No veo las góndolas.>> <<Yo tampoco.>> <<Bueno, caminemos.>> <<Dame la mano.>> <<Me estoy asustando.>> <<Yo también.>> <<Ahí volvió la luz.>> <<No me digas, no la vi.>> <<Este no es el mismo super.>> <<¿Qué?>> <<Estamos en otro super, no era así, mirá el color y el tamaño de las góndolas.>> <<No puede ser, dejá de flashar.>> <<¡No, en serio, mirá!>> <<La puta madre, qué mierda pasó.>> <<Ese tipo se está acercando.>> <<¿Cuál?>> <<Ése.>> <<Bom dia, você seria tão amável de me acompanhar para o cargo de generente? Vocês são os vencedores.>> <<¿Está hablando en portugués?>> El tipo se queda quieto y sonríe, mirándonos. Mientras nosotros no respondemos, agrega: <<¿argentinos?>> Ara alcanza a decir un dilatado sí. << Então, vou colocar meu espanhol em prática ¿podrían venir hacia o escritório do gerente? Acaban de resultar vencedores do concurso.>> <<¡Acabamos de ser teletransportados!>> <<Sem problemas são feitas. Eles irão fornecer gratuitamente uma semana em Windsor Atlantic Hotel. No contrato assinado na Argentina.>> <<¿Hotel? ¿Contrato? ¿Concurso? No le entiendo nada.>> <<Yo tampoco.>> <<¿Qué hacemos?>> <<Vamos a la oficina del gerente, qué se yo.>> <<Bueno, dale.>>
Hasta el día de hoy cuando les cuento esta historia a mis amigos, me dicen que la inventé, que seguro era un cuento al que no le podía dar un buen cierre, que no sea tan mentiroso, que mis argumentos son ridículos. La realidad es que fuimos a la oficina del gerente, donde nos explicaron que, básicamente, habiendo firmado el contrato, no teníamos más opciones que aceptar la semana gratis en el Windsor Atlantic Hotel.
Y así fue cómo empecé a comprender el nivel de perversión que tienen las grandes cadenas de supermercado, que experimentan con humanos tecnología de punta, sofisticada, y desconocida fuera del ámbito del cine y la Nasa.
A Fede, un amigo al que le gustan todos estos temas, mezcla de tópicos esotéricos y de ciencia ficción, no le sorprendió en absoluto el descaro con el que se manejó Carrefour. Según él, se suscitará una invasión alienígena inminente, y los poderosos de la Tierra ya no tratan de ser disimulados, necesitan probar y perfeccionar, cuanto antes, toda la tecnología que poseen. Yo todavía recuerdo cómo sobresalía aquella ovalada plancha metálica en el mar, queriéndose camuflar entre los morros.
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Franco Bedetti nació en Casilda, Santa Fe, Argentina en 1993. Publicó textos en Revista Camalote (Rosario), Literatosis (Rosario), El Corán y el Termotanque (Rosario), Sonámbula (Salta), Buenos Aires Poetry (Buenos Aires), La Experiencia de la Libertad (México), Lenguaje Perú (Perú), Cachai la Literatura (Chile), Cine y Literatura (Chile), Revista Carcaj (Chile).
Pan, su primer poemario, obtuvo la tercera mención en el Concurso Municipal de Rosario “Felipe Alndana” (2013), al igual que su nouvelle inédita Lobotomía en el concurso de narrativa “Manuel Musto” (2014). Participó del Festival de Poesía Joven (APOA)en la edición del 2013 realizada en Buenos Aires, y en la edición del 2015 realizada en Rosario. Presentó en el Congreso:“I Encuentro de Estudios Latinoamaericanos sobre otras literaturas” (Universidad Nacional de Rosario) una investigación sobre Baudelaire titulada: “La potencia de la fascinación”. En 2018 publicó el poemario La era del fármaco, Editorial Bunker (Rosario). En 2019 La era del fármaco fue reeditado por Editorial Artificios y presentado en la Universidad Autónoma de Campeche (México).
Participó del Tercer Festival de Poesía La Chascona 2019 organizado por la Fundación Pablo Neruda (Chile). Obtuvo el primer premio en el Concurso de Poesía “Cartografía Cartonera 2019” llevado a cabo por Editorial Lúmperica Cartonera (con el auspicio del Ministerio de Cultura de Perú).
Imagen destacada: Irene Bagach en Cashback (2006), del realizador inglés Sean Ellis.