El presente volumen (Tusquets, 2018), es parte de la espectacular compilación de sus relatos que la editorial española ha venido haciendo en torno a la narrativa breve del mítico escritor brasileño, y que ya cuenta con un primer y un tercer volumen, cada cual de más de 500 páginas.
Por Nicolás Poblete Pardo
Publicado el 17.12.2018
Cuentos completos 2 nos muestra la producción narrativa de Rubem Fonseca (1925) que cubre, de manera cronológica, los años 1992-1998. Se trata de los tomos: Novela negra y otras historias, El agujero en la pared, Historias de amor, Del fondo del mundo prostituto solo amores guardé para mi puro y La cofradía de los espadas. A través de estas publicaciones, accedemos al universo impar de Fonseca, poblado de personajes excéntricos, como Augusto, protagonista del primer cuento (incluido en Novela negra, “El arte de andar por las calles de Rio de Janeiro”), un estrafalario escritor que le enseña a leer a prostitutas y que manifiesta un evidente existencialismo: “No tengo deseo, ni esperanza, ni fe, ni miedo. Por eso nadie puede hacerme mal. Al contrario de lo que dijo el viejo, la falta de esperanza me liberó”.
En “Mirada”, tenemos otro relato que muestra algunas marcas típicas de la narrativa de Fonseca, donde confluyen el genio absurdo y una mirada que llega a los límites más extremos de lo aceptado socialmente, configurando un sujeto otro en su dimensión psiquiátrica; cuerpos que se adaptan malamente al pacto social, y que revelan las fallas en la domesticación de las excentricidades. En él, su protagonista, que pasa de vegetariano a carnívoro, experimenta un rito de pasaje exorbitante: “Puse la novena sinfonía de Beethoven en el aparato y fui completamente desnudo a la bañera con el conejo, un cuchillo y dos calderos. Ese primer día, todavía inexperto, tenía miedo de ensuciar la cocina con sangre al destripar y desollar al conejo, conforme las instrucciones del cocinero”.
En “La santa de Schöneberg”, Úrsula se transforma en la voyeur femenina, dando un vuelco al típico relato del acosador, y utilizando diálogos estrambóticos donde resalta un humor negro, seco. En “El libro de panegíricos”, tenemos a un ‘enfermero’ que cuida a un viejo mientras espera una noticia. Como es típico en estas narraciones, hay permanentes guiños a otros escritores expertos en el área de la novela de misterio: la recientemente fallecida escritora inglesa, P.D. James, es citada para darle peso al orbe “negro”: “El crimen perfecto nunca es perfecto porque el criminal no cuenta con el azar. El azar, que obviamente nunca se puede prever, termina por condenar al criminal—dice P.D. James”. En un juego intraliterario, la voz resalta la noción de ‘joyas retóricas’ (una señal que me recordó a la película de Roman Polanski, La novena puerta). Acá es Edgar Allan Poe el homenajeado. En “Novela negra” también hay miradas hacia esa estética, y vemos, por ejemplo, el tropo de la usurpación de identidad (algo que Patricia Highsmith hizo más de una vez en sus novelas, particularmente en su pentalogía protagonizada por Tom Ripley).
En “La carne y los huesos” el protagonista reflexiona sobre la pertinencia de llevar en sus viajes una foto de su madre; esto da pie para explorar la relación de la mirada masculina con las mujeres: en este cuento se capta al ‘otro’ en su dimensión más profunda, existencial; la voz traspasa las nociones de género y revela matices y un sinfín de peculiaridades. Como contrapunto, nos enteramos de la muerte de la madre, y, en consecuencia, podemos ver la relación entre superstición y destino. Otra relación interesante ocurre en “El enano”, donde se vinculan erotismo y dinero; la plata aniquila los deseos en un juego de onanismo y erotismo marginalizado.
A lo largo de Historias de amor, se revela una oscuridad con tintes psicopáticos, como en “Ciudad de Dios”, donde una mujer le pide a su pareja que mate a un niño de 7 años para hacer sufrir a su madre, quien le ha usurpado a un novio antiguo. En el volumen Del fondo del mundo prostituto solo amores guardé para mi puro, de 1997, Fonseca hace un paneo por una tradición literaria elocuente: Dante, Shakespeare, Ibsen, Rushdie, Soyinka, Carlos Fuentes, Philip Roth, Flaubert, Milton, Valéry, Ovidio: todos confluyen en la voz de Mandrake, abogado criminalista, considerado un alter ego de Fonseca. En La cofradía de los espadas, la última colección del volumen, podemos ver la estratificación social y racial en las cúpulas acomodadas brasileras: “El maître y los meseros fueron los últimos; estos eran todos blancos y guapos, a excepción de uno, un negro que la empresa que proporcionaba el servicio tal vez había elegido para que no dijeran que practicaba alguna forma de discriminación racial, pero era un negro tan negro y brillante que parecía más un alienígena benigno”. La desigualdad es también económica: “La mitad del PIB brasileño está aquí”, en “La fiesta”.
El volumen 2 de cuentos de Rubem Fonseca representa un riquísimo aporte para entender el calibre de la ficción del notable escritor brasilero. Este tomo, así como el primero y el que viene a continuación, constituyen una muestra más que contundente para sumergirse en esta voz única de las letras latinoamericanas.
Nicolás Poblete Pardo es escritor, periodista y PhD en literatura hispanoamericana por la Washington University in St. Louis, Estados Unidos. En la actualidad ejerce como profesor titular de la Universidad Chileno-Británica de Cultura, y su última novela publicada es Concepciones (Editorial Furtiva, Santiago, 2017). Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Tráiler:
Imagen destacada: El escritor brasileño Rubem Fonseca.