Aunque últimamente han surgido varias voces que comienzan a narrar la experiencia judía desde distintos focos —por ejemplo la inmigración rusa hacia los Estados Unidos, como en el caso de Lara Vapnyar, el interés por la cábala en la novela «Bee season», de Myla Goldberg o las narraciones más transversales de Nicole Krauss—, la autora norteamericana se mantiene como un ejemplo sin igual en la temática.
Por Nicolás Poblete Pardo
Publicado el 17.5.2019
El chal (publicado como libro en 1989 y en formato de relato breve en 1980), obra que posicionó a Cynthia Ozick como una de las principales voces de la literatura inspirada en el holocausto es, sin embargo, una muestra de lo que ella considera un error artístico: la dimensión de la abyección es inabordable y, por ende, imposible de transformar en ficción.
Ozick, quien se caracteriza por macerar sus narraciones con suma lentitud y que ha dedicado su carrera a la escritura de ensayos y relatos, dice haber escrito esta espeluznante narración en un brote de energía, algo inusual en su práctica.
La inspiración surgió de una línea, mientras leía Auge y caída del Tercer Reich, de William Shirer. Esta sola frase provenía de un hecho real: el de una guagua siendo arrojada contra el cerco eléctrico, en un campo de concentración. Eso quedó en la mente de la escritora y, rápidamente, se transformó en el emblemático cuento.
Con espectaculares novelas como Los papeles de Puttermesser, Cuerpos extraños, Heredero del mundo iluminado, La galaxia caníbal; y colecciones de relatos como El rabino pagano, Dictado, Levitación; y los volúmenes de ensayos Arte y ardor, Metáfora y metonimia, Fama y estupidez o El bullicio en la cabeza, Ozick es una figura crucial en las letras americanas, usualmente asociada a la vertiente judío-norteamericana, donde resalta como una de las pocas mujeres de su generación (junto a Grace Paley) entre el universo macho que comanda este circuito: Saul Bellow, Philip Roth, Bernard Malamud e Isaac Bashevis Singer (y otros casos más excéntricos como Jerzy Kosinski o, en el último tiempo, Jonathan Safran Foer o Nathan Englander).
Aunque últimamente han surgido varias voces que comienzan a narrar la experiencia judía desde distintos focos (por ejemplo la inmigración rusa hacia los EE.UU., como en el caso de Lara Vapnyar; el interés por la cábala en la novela Bee season de Myla Goldberg o las narraciones más transversales de Nicole Krauss), Ozick se mantiene como un ejemplo sin igual.
Aunque El chal es su obra más popular, la autora de una contundente obra confiesa que ese relato fue algo muy inusual en su carrera: “Comenzó con esas cinco páginas. A veces leemos que una persona se sienta a escribir y hay un sentido de que una mano mística te está guiando y que no estás escribiendo desde tú mismo. Creo, razonablemente, que, si eres una persona racional, no puedes aceptar eso. Pero sí tuve ese sentido—solo una vez en mi vida—en el que fui repentinamente extraordinariamente fluida, y nunca soy fluida. Escribí esas cinco páginas como si escuchara una voz. En algún sentido, no tengo ningún derecho a esa parte porque es una experiencia en un campo de concentración. Yo no estuve ahí. Yo no experimenté eso”.
Ozick, nacida en 1928, está trabajando en un libro de relatos actualmente.
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Nicolás Poblete Pardo (Santiago, 1971) es escritor, periodista y PhD en literatura hispanoamericana por la Washington University in St. Louis, Estados Unidos. En la actualidad ejerce como profesor titular de la Universidad Chileno-Británica de Cultura y académico de la Universidad Andrés Bello, y su última novela publicada es Sinestesia (Editorial Cuarto Propio, Santiago, 2019).
Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Crédito de la imagen destacada: Ilustración de la escritora estadounidense de origen judío Cynthia Ozick, Forward.