Debate: «Tolkien», de Dome Karukoski: La perspectiva histórica y simbólica

Estrenada este jueves 13 de junio el filme del realizador chipriota-finlandés indaga en los años de formación del escritor británico, quien es un ícono de la cultura popular y de la literatura contemporánea. Aquí, una mirada al trasfondo biográfico y representativo de esta obra audiovisual -en la cartografía de las mentalidades culturales-, a cargo del investigador chileno y profesor titular del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile.

Por Cristián Garay Vera

Publicado el 15.6.2019

La inagotable imaginación de John R. R. Tolkien (1892 – 1973), tan visible en sus atiborradas descripciones en El señor de los anillos, le llevó a construir la voz de hobbit en un diccionario. Allí dijo que los hobbit vivían debajo del suelo, y se llamaban asimismo “medianos”, porque eran la mitad de los hombres. Este biotopic del finlandés Dome Karukoski es una película pulcra, debida al guion de David Gleeson y Stephen Beresford, amorosa, aunque quizás sin mucha conexión con la savia cristiana que nutrió al Tolkien de verdad. Comienza en el corazón agrario de Inglaterra, entre juegos y lecturas de una madre imaginativa, pero pobre. Con luchas imaginarias de caballeros, y la desbordante presencia del bosque como el eje del núcleo mítico del universo emocional y literario del joven.

La imagen de la madre girando, escenificando un mundo imaginario, es de una potente sugerencia acerca del perfil futuro del autor. Luces y sombras acompañan una fotografía (Lasse F. Johannessen) que “viste” perfectamente la historia juvenil del creador de una de las sagas infantiles –y no tanto- basadas en los mitos celtas. En ese medio rural se forjo el temple de dos hermanos, que deben irse a la ciudad por problemas económicos, y que acompañados de su madre rompen con esa paz descrita en términos tan felices.

Allí son recibidos por su tío clérigo Francis Morgan (Colm Meaney) -quien no es muy favorecido en esta película- para estudiar. Tolkien (Nicholas Hoult) sigue soñando, pero su madre muere inesperadamente, y quedan huérfanos. Son momentos de tribulación. Los años que siguen son los del colegio, donde muestra su prodigiosa memoria y capacidades para el estudio de los idiomas. Corrige a su profesor, y da origen a su interés por la fonética de las antiguas lenguas, que le harían más tarde ser profesor universitario y referente obligado en la filología temprana medieval.

Su talante soñador, su talento, y también sus habilidades en el rugby le permiten entrar en la universidad. En ese mundo surgió la amistad de un grupo de amigos, tan magníficamente descritos en la película, que forman parte de sociedades literarias y grupos de debates, en los que forjan una amistad labrada en bibliotecas, música, salidas, algo de alcohol. También conoce a su novia Edith Bratt (Mimi Keene / Lily Collins), con la cual tendrá un romance complejo, con años de distancia y reencuentro, hasta culminar en el matrimonio y una familia. Los años de universidad son vitales para forjar la fisonomía de este joven que empieza a aplicar su conocimiento de ese mundo literario y a escribir y ser conocido entre sus profesores. (Para quien desee conocer esta fase recomiendo de Gonzalo Larios, editor, Tolkien. Raíces y legados, Santiago, Universidad del Desarrollo / Centro de Estudios Bicentenario, 2005). También los años en que el grupo establece una comunidad, que prefigura la del Anillo, y que es segada por las alas de la guerra.

Y aquí vale la pena referirse al tema de la guerra, que es el contrapunto narrativo. El director confirma la tesis de John Garth (2003), Tolkien y la Gran Guerra. El origen de la Guerra Media (Barcelona, Minotauro, 2014) y lo expresa con gran elegancia y profundidad. El mundo de Mordor, es el mundo de las trincheras, a las que son llamados los amigos de universidad. Un mundo de ratas, de fango, de oscuridad, de gases y balas de obuses. Es el origen de los trastornos por el sonido de las balas pesadas. Donde el valor vale poco frente a los gases, lanzallamas y ametralladoras, mientras los cuerpos se fragmentan al infinito.

La Primera Guerra Mundial provoca el desencadenamiento del posteriormente llamado estrés de guerra, y que en la época se considera simple cobardía. En ese momento, Tolkien evoca la banda de amigos que en que todos, incluso el más pequeño e insignificante, tienen un papel. En que la lucha del conjunto implica un esfuerzo que minúsculo, sumado a muchos otros, logra cambiar el destino. La lealtad, el coraje, el sacrificio, son la contraposición a esa carnicería en las trincheras.

Ese mundo amenazado con máquinas infernales de destrucción –Tolkien fue adverso al industrialismo y la modernidad- es desafiado por estos pequeños héroes que se baten a nivel de la tierra. Tal como Gandalf le dice a Bolson, que solo es un “pequeño” afortunadamente. Allí se confunden los huesos de sus amigos. De todos vuelve uno de ellos. El resto ha caído en esa tierra baldía, llena de hoyos de artillería, nauseabunda, golpeada por la humedad y los fosos, el Somme donde se libran destructivas batallas y el frente al cual está destinado. En contraposición vemos las imágenes del bosque como el remanso para no enloquecer de este joven oficial, que debe comprarse sus propios equipos para el 11º de Fusileros de Lancashire.

De donde muchos partieron y pocos volvieron, Tolkien gesta su creación literaria a futuro. Escribe poemas, hace sus primeras pruebas de narraciones, que luego empezara a circular en los años 30′. Escribe el Hobbit. Todavía en los años 50′ tenía dudas de si las editoriales lo aceptarían, y concibe su proyecto de narrar por ciclos las leyendas. Pero es en este escenario, el de su juventud y los años de la “Gran Guerra” (1914-1918) cuando se forjan los elementos centrales de su idea del hobbit y de la Tierra Media.

Su vuelta de la guerra es también la vuelta a la normalidad. Se casa con su novia, tiene sus cuatro hijos. Afianza su carrera académica, aunque los años de madurez no son parte de esta película. De los cuentos a sus cuatro hijos surge el Hobbit, antecedente de El señor de los anillos, que es la culminación de aquellas historias que su madre les contaba.

El director presenta un Tolkien desbordado por su mundo interior. Significativamente, la visión religiosa no alcanza a ser una dimensión bien tratada, a pesar de lo fundamental que fue para él. La fotografía es lírica y la película es cuidada en su tratamiento y ambientación. El peso articulador de la Primera Guerra Mundial (1914 – 1918) está muy bien tratado, tanto lo que significó para su generación (incluyendo a C. S. Lewis, el otro gran escritor que también fue a la conflagración) como para su propio universo de la lucha entre la Humanidad, llena de errores, pero también magnifica y noble, frente al mal y su oscuridad.

Una película que arropa bien la narración y la biografía a pesar de algunas ausencias y mezquindades. Una cinta que narra un Tolkien anhelante, frágil, enamorado, y sobre todo genialmente imaginativo. Tanto que el mismo inventó un idioma para los elfos. Una obra audiovisual para niños e intelectuales de la Tierra Media, aquella situada entre el Cielo y el Infierno, entre los mares y en algún lugar del Viejo Continente cuando la Tradición hace coexistir a hombres, elfos, enanos y hobbit, el mundo de confrontación entre el Bien y el Mal, la Luz y la Oscuridad, la Verdad y la Falsedad.

 

También puedes leer:

Tolkien: Impresionismo y realidad.

El señor de los anillos, de Peter Jackson: Lograr la paz gracias a la fuerza de lo aparentemente pequeño.

 

Tolkien. Director: Dome Karukoski. Guión: David Gleeson y Stephen Beresford.  Música: Thomas Newman. Fotografía: Lasse Frank Johannessen. Elenco: Nicholas Hoult, Lily Collins, Genevieve O´Reilly, Colm Meaney, Mimi Keene, Tom Glynn-Carney, Patrick Gibson y Anthony Boyle. País: Estados Unidos. Duración: 112 minutos.

 

Cristián Garay Vera es el director del magíster en Política Exterior que imparte el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile, casa de estudios de la cual además es profesor titular.

Asimismo es asesor editorial del Diario Cine y Literatura.

 

El actor Nicholas Hoult y el realizador Dome Karukoski durante el rodaje de «Tolkien» (2019)

 

 

 

 

Cristián Garay Vera

 

 

Tráiler:

 

 

Imagen destacada: Un fotograma de Tolkien (2019), del realizador chipriota-finlandés Dome Karukoski.