Este volumen es un ejercicio múltiple del terror como significante que se despliega de manera barroca y suntuosa en el escenario del texto. La escritura se desplaza en diferentes escenas y géneros que poco a poco difuminan sus contornos materiales, dejando entrever de manera elíptica, los diversos planos a partir de los cuales se formula un deseo con su cuota de desquicio, desamparo y placer: el crimen. El crimen cita la infancia desgarrada, así como atrae la represión y el control punitivo carcelario en la figura castigadora de la médico, que actúa de puente entre la sujeto y su pena, la pena y la muerte, la muerte y el caos. Sujeto que se retira de lo social para formar una cicatriz impensada que atraviesa, de parte a parte, la civilidad estereotipada por el orden burgués. De esta manera, el libro que analizamos cuestiona la capacidad moderna de generar instituciones normalizadoras que ocultan las aristas duras, los tramos sobresaltados, los vértigos voraces, diseminando sus fuerzas hacia márgenes cuya factura múltiple y anómala descarga sus efectos sobre la devoradora y narcotizada ciudad posmoderna.
Por Eugenia Prado Bassi
Publicado el 12.10.2017
Autoría de la bajada o entradilla: Eugenia Brito
Imagen destacada: El actor argentino Daniel Hendler, en un primer plano de «Los paranoicos» (2008), del realizador trasandino Gabriel Medina