La producción audiovisual de 20 capítulos, y distribuida vía streaming por Apple TV+, es una obra que de época —pero con caracteres juveniles modernos— que recrea la vida y la biografía de la excelsa poeta estadounidense del siglo XIX.
Por Jordi Mat Amorós i Navarro
Publicado el 3.9.2020
… se interpuso una Mosca-
con un Zumbido Azul –confuso y vacilante-
entre la luz –y yo-
y luego declinaron las Ventanas-
y no pude ver para ver-
Emily Dickinson
Sentir adolescente
Novedosa puesta en escena la de esta excelente serie ambientada en el Massachusetts del siglo XIX, una recreación rigurosa de esa época pero con el espíritu adolescente de hoy en día. La excelente música moderna y la actitud de los personajes jóvenes en gestos y expresiones propios de nuestro tiempo conforman un divertido contraste que realza el conjunto. Una apuesta arriesgada que convence y engancha al público, especialmente al público juvenil comúnmente poco dado a este tipo de obras.
Son los jóvenes los protagonistas principales, es la mirada y el sentir de ellos lo que vivenciamos al visionar Dickinson. Especialmente el de la adolescente rebelde que fue Emily (excelente interpretación de Hailee Steinfeld), ella sin duda encarnó un sentir innovador para la época que aún hoy en día resulta rompedor. El suyo fue un tiempo en el que las mujeres no tenían fácil acceso al saber y en el que no era bien visto que se mostraran inteligentes ante los hombres.
La serie se inspira en la vida de la genial poeta para recrear su etapa adolescente con unos retratos de personajes que en ocasiones tienen más de ficción que de realidad. El objetivo es remarcar esa rebeldía adolescente de Emily, una joven nacida en una prominente familia gobernada por el padre.
Se enfatiza su posible (hay lagunas en su biografía) relación ambivalente con él, un hombre que la tiene férreamente atada en su radicalidad paternalista y religiosa propia de la época y que a la vez la quiere tanto o más que a su propia mujer quien se nos muestra con nulo interés por todo lo que no sean las labores del hogar.
Así, la poeta mantiene pulsos con el cabeza de familia pero se acomoda en su ventajosa posición social y personal como hija predilecta (tuvo una hermana y un hermano que se nos presentan aquí como conformistas).
Se sabe que Emily era muy recelosa en cuanto a quién mostrar su obra. Por ese motivo en vida publicó muy pocos poemas, aunque en la serie se da a entender que la razón es la prohibición paterna. En todo caso los que se editaron sufrieron desafortunadas modificaciones para adaptarlos a los cánones de la época, fue su hermana Lavinia quien tras la muerte de Emily sacó a la luz su ingente obra tal cual fue concebida pero sin la deseada datación para su mejor estudio.
Emily paulatinamente fue encerrándose en su poesía, ese era su mundo de libertad deseada y en parte temida. Porque no podía adaptarse a ser la mujer tipo de la época y por otro lado nunca se arriesgó a salir del nido. Y al llegar a los treinta años —ya dejando atrás la rebelde adolescencia— por propia voluntad Emily se recluyó definitivamente en casa acabando confinada entre las paredes de su habitación hasta su muerte a los cincuenta y cinco años de edad.
Se nos muestra cómo es esa Emily adolescente en la que se centra la serie: su frescura y naturalidad, su fuerza, su genialidad… y su bisexualidad. La poeta mantiene una relación lésbica con Sue, su mejor amiga que resultará ser su cuñada al casarse con Austin, el hermano que siempre recela de ella por su genialidad.
En su dormir juntas de amigas para afuera y muy íntimas en el secreto, Emily le comenta a Sue ya comprometida: “¿Y si vamos al borde del abismo y nos caemos?”, así de desesperada se siente ella en su miedo a mostrarse y a ser, en definitiva en su miedo a arriesgarse a vivir con mayúsculas.
Y paralelamente se enamora de Ben, un hombre culto que trabaja para su padre. Es bella la escena en la que él le pide “no casarse” para siempre, y cómo ambos se “anti–casan” durante toda su “no–vida”. Se prometen amor justo al inicio de un espectacular eclipse solar que llama la atención a todos los aldeanos, se comprometen mientras la luz del astro rey se deja cubrir por la oscuridad lunar.
Mucho simbolismo en ese acto de cesión e inversión, simbolismo en torno a la renovación que ellos encarnan y desafortunadamente mal augurio porque Ben está enfermo de tuberculosis y a pesar de los esfuerzos de su amada morirá pronto por esa dolencia.
Caminar en el enigma
La muerte como co–protagonista, la muerte que tanto atrae a la poeta remueve por primera vez su vida. Porque a Emily siempre le fascinó la muerte y la búsqueda de la inmortalidad, así lo reflejan sus poemas; para muestra el que encabeza este artículo en el que transmite cómo siente su propia muerte. Una atracción no muy habitual en adolescentes acomodadas como ella, una atracción que en parte entiendo obedece al deseo de que su obra perdure —a pesar de sus recelos y dudas— en el tiempo convirtiéndola en inmortal.
Para ella morir era “walk within the Riddle”, es decir caminar en el enigma, una bella forma de ver la para tantos temida muerte. O temido muerte porque en la serie es un curioso caballero quien la encarna, un caballero de tez negra para nada desagradable que atiende a Emily en su carroza tirada por etéreos caballos blancos.
Nuevamente mucho simbolismo en esta imagen: el blanco de luz transporta sin problema a la desconocida oscuridad, la enigmática muerte que casi nadie quiere descubrir. Muerte que es masculina en la inversión de polaridades propia de la recuperación de la feminidad en la que afortunadamente estamos —a pesar de los inevitables escarceos retrógradas— hoy en día que es el tiempo subyacente en la obra.
Son varias las conversaciones entre ellos, destacar la que entablan cuando Ben está a punto de morir: Emily implora por su amado y la muerte le hace ver que ella no es el centro de todo concluyendo que no puede negociar con él, que nadie se escapa de él y que nadie le entiende, ni siquiera ella siendo tan cercana.
No acepta ser entendido el esquivo sabio muerte que un día le alentara con sus premonitorias palabras: “Tu inmortalidad no se deberá a que cumplas las reglas, se deberá a que las incumplas”. Palabras que la poeta no acaba de creerse del todo y que a pesar de ella misma gracias a su hermana —quien la admiraba en su genialidad— se convirtieron afortunadamente en realidad; Emily Dickinson está considerada como una de los mejores poetas estadounidenses de todos los tiempos y tal vez ahora entienda a su enigmático amigo.
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Jordi Mat Amorós i Navarro es pedagogo terapeuta por la Universitat de Barcelona, España, además de zahorí, poeta, y redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Tráiler:
Imagen destacada: Hailee Steinfeld en Dickinson (2019).