El último filme escrito y dirigido por el realizador español es un tributo al sostén que puede facilitar a una existencia la pura y simple habilidad de crear otras realidades, en una hermosa obra audiovisual que también homenajea al inmortal Françoise Truffaut de «La noche americana».
Por Nicolás Poblete Pardo
Publicado el 24.6.2019
Antonio Banderas deslumbra en la última película de Pedro Almodóvar, una joya fílmica que rinde homenaje, como siempre, a la tradición del cine, sus iconos y la capacidad del séptimo arte de impactar y hasta alterar las vidas de los espectadores.
Como es habitual en el cine del director manchego, las referencias literarias abundan. Almodóvar es un director que es, al mismo tiempo, un gran lector. Muchas de sus películas han sido inspiradas en novelas (de autores como Ruth Rendell, Thierry Jonquet o Alice Munro), o tratan sobre artistas o escritores, como La flor de mi secreto (espectacular actuación de Marisa Paredes, como una errática novelista).
En Poder y gloria (2019) tenemos a un director de cine en retirada, deprimido e invadido por recuerdos del pasado. Su dilema creativo va acompañado por sus dolencias corporales y su desánimo. Así es como hace un viaje a su infancia, motivado por el reestreno de un filme hecho 32 años atrás. Paralelamente el protagonista va intentando unir los hilos de su pasado, a través de la narración de su propia historia y de la crucial y marcadora figura materna, a quien, finalmente, dedica la película.
Este bello filme puede leerse desde muchas perspectivas, desde la unión de los fragmentos al estilo Gestalt para elaborar un duelo; como homenaje a la tradición cinemática, que vemos en el niño desde temprana edad, coleccionando álbumes con retratos de los grandes actores del boom americano; como una posibilidad de curar las heridas del pasado, aceptando las divergencias familiares; la aceptación de su realidad actual como hombre desinteresado en el sexo, pues ha soltado esa traba, a través de un encuentro con un amor del pasado (quien le confiesa que su experiencia homosexual con él fue única, y ahora vive abocado a su familia e hijos) y, quizá más impresionantemente, como una meta-película al estilo de La noche americana, de Françoise Truffaut. Almodóvar no se olvida de la habilidad que carga la cámara para crear ficciones, para recrear mundos, reconstruirlos, adaptarlos, como nos da a entender gracias a un astuto guiño al final del filme.
La película destaca por su “arte” y por sus actuaciones, y por su potencialidad para dirigir las emociones con un nivel de empatía impresionante. El mensaje es, finalmente, optimista. Esta luz, que viene a iluminar el oscuro trayecto de su protagonista, marcado por la adicción a los fármacos analgésicos, luego a la heroína; a la renuncia social y sexual, es un foco que destaca el trabajo. Ni las drogas, ni el sexo, ni el cotilleo social importan. Es el regreso a la labor creativa lo que únicamente nos mantiene vivos. Sin duda, uno de los puntos más altos de Almodóvar.
Nicolás Poblete Pardo (Santiago, 1971) es escritor, periodista y PhD en literatura hispanoamericana por la Washington University in St. Louis, Estados Unidos. En la actualidad ejerce como profesor titular de la Universidad Chileno-Británica de Cultura y académico de la Universidad Andrés Bello, y su última novela publicada es Sinestesia (Editorial Cuarto Propio, Santiago, 2019).
Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Tráiler:
Imagen destacada: El actor Asier Flores en Dolor y gloria (2019), del realizador hispano Pedro Almodóvar.