La Compañía «Hija de Rosa» pone en relieve la agonía de un trabajador —interpretado sólidamente por el actor José Soza— quien busca una mejoría en sus remuneraciones profesionales. El montaje se exhibió hasta el último fin de semana en el Centro Cultural Matucana 100.
Por Sofía Miranda Valdebenito
Publicado el 23.12.2019
Me acerqué a esta obra como yendo hacia una trampa. O una memoria. En realidad, no estoy segura de si la memoria era mi trampa o si era una certeza de fuerza mayor que me haría conectar con algo más que la trama de El aumento. La historia es esta: mi abuelo fue un “gráfico” —él nunca se acuñó el concepto de diseñador— que trabajó entre los años 50 y 80. Tres lugares lo marcaron profundamente a nivel profesional: IBM, El Mercurio y el Ministerio de Salud; de esto puedo dar fe genuinamente porque el orgullo con que hablaba de haber sido parte de cada uno de ellos me lo repitió muchas veces. Crecí con la idea de que él fue un trabajador comprometido y leal, pero años después de su muerte mi tía (su hija) me mostró una carta de 5 planas que él había escrito para una de estas empresas. La carta iba dirigida a su jefatura y partía con una reseña de su trabajo en el lugar, sus funciones y las responsabilidades que había ido sumando para llegar a ser jefe de su sección; todo esto envuelto —mejor aún— endulzado con las fórmulas de cortesía más patológicas que haya leído. Hasta este punto la carta era un racconto larguísimo de sus años de servicio hasta que de pronto y, ya casi llegando al final de las 5 planas, aparece la siguiente frase: “Y dado todo lo expuesto ante Usted es que me permito realizar la solicitud de ajustar mis emolumentos al valor que el resto de los jefes de servicios están percibiendo”. La extensa y agotadora carta tenía como finalidad que le subieran el sueldo, y para mayor patetismo, dicho aumento salarial era para igualar el sueldo entre lo que él y el resto de jefes de servicios percibían… es decir, más encima le estaban pagando menos de lo que correspondía a su rol como jefatura.
Junto a mi tía decidimos guardar la carta como si se tratara de una reliquia.
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Un trabajador de una gran empresa da vueltas y vueltas hablando para sí, se repite frases con precisión obstinada porque todo está resuelto en su mente. Camina con la seguridad de la vacilación y se yergue frente a la puerta de la oficina del jefe de sección. Tiene todo preparado de antemano: el jefe puede o no estar, si está le puede o no abrir, si no está, no está no más. En caso de tener que devolverse —tanto por si el jefe está y no le abre la puerta o por si de plano no está— el trabajador tendrá, nuevamente, dos opciones: se devuelve a su puesto de trabajo y aguarda al jefe o conversa con la Sra. Yolanda esperando que el jefe aparezca, en cualquier caso siempre habrá que esperar.
El ejercicio ritualístico y matemático de ir hacia la puerta del jefe de sección lo realizará durante 40 años de servicio en la misma empresa para pedir un aumento de sueldo. Hay razones, muchas razones, fundadas razones, para que le aumenten el sueldo. Las ha probado con argumentaciones lógicas de rigurosidad wittgensteiniana (las tablas de verdad nunca se habían visto tan graciosamente expuestas) y las ha practicado en largos soliloquios que, de tan fervientes, dan como resultado mantras para recitar en la oficina. No por nada la obra Georges Perec se titula El aumento o cómo, sean cuales fueren las condiciones sanitarias, psicológicas, climáticas, económicas o de otra índole, poner de su lado el máximo de oportunidades, cuando usted le pide a su jefe de servicio un reajuste de salario y se ejecuta bajo el código del monólogo, dejando en la más absoluta invalidez —inexistencia sería más acertado— al trabajador que busca dicho aumento.
La actuación de José Soza sustenta impecablemente la voz de este empleado modelo. La escenografía encuadra sincrónicamente la compulsión del relato que juega a armar esquemas y plantillas de conducta esperadas. Cada movimiento corporal está calculado y responde al patrón de compostura de un trabajador aniquilado por la burocracia. El montaje teatral cumple con traspasar los elementos claves del texto de Perec y descansa en la ejecución y trayectoria de Soza como eje articulador de la obra.
El aumento se exhibió hasta el domingo 22 de diciembre en el Espacio Patricio Bunster de Matucana 100.
Sofía Miranda Valdebenito (1983) es escritora, editora y traductora. Cursó licenciatura en literatura hispanoamericana (Universidad de Chile) y traducción inglés-español (Instituto Chileno Británico). Su primera obra literaria –El orden de la tierra— es parte del catálogo 2020 de Ediciones Filacteria.
Ficha técnica:
Dirección: Carolina Sagredo.
Compositor: Andrés Núñez.
Diseño integral: Eduardo Jiménez y Anne Laure Jullian.
Actor: José Soza.
Lugar: Espacio Patricio Bunster del Centro Cultural Matucana 100.
Crédito imagen destacada: Centro Cultural Matucana 100.