La novela que se reseña en esta oportunidad corresponde a una de las obras más emblemáticas del Premio Cervantes de Literatura 2008 recientemente fallecido, y su argumento dramático fue trasladado hacia un lenguaje cinematográfico por el realizador español Fernando Trueba, en 2002.
Por Sergio Inestrosa
Publicado el 13.8.2020
El escritor español Juan Marsé nació el 8 de enero de 1933 y murió el 18 de julio de 2020. La ficha bibliográfica asegura que cuando cumplió trece años entró a trabajar de aprendiz en un taller de joyería en el que estuvo hasta los veintiséis.
El embrujo de Shanghai, (1993) ganó el Premio de la Crítica en 1994. La novela ocurre en la Barcelona de posguerra, alrededor de 1948, como todos los textos de Marsé y su tema principal, “la corrupción de los sueños infantiles en boca de los adultos”, está anunciado ya en las dos primeras líneas de la obra. La ficción se encuentra dividida en nueve capítulos, que a su vez están segmentados en varios apartados separados por números.
El joven Daniel, es quien narra la historia.
La trama es más o menos así: El capitán Blay es un viejo que está mal de la cabeza (una especie de Quijote, pero sin brillos), y que todas las mañanas sale a la calle, acompañado de Daniel, con su disfraz de accidentado, con vendas en la cabeza y el pijama debajo del abrigo; este pobre hombre perdió a sus dos hijos en la Guerra Civil y ahora solo tiene a su mujer, la señora Conxa y a Daniel quien le sirve de escudero por las mañanas.
Daniel lo acompaña mientras espera entrar a trabajar en un taller de orfebrería. Mientras anda con él por las calles, es partícipe de las suspicacias del viejo en contra de la compañía de gas, que según él, amenaza la seguridad del barrio entero, pues él por todos lados huele a gas y afirma que en cualquier instante va a suceder una desgracia.
En este contexto entran por un lado el misterioso Forcat, y por otros los dos hermanos Chacón, jóvenes que se ganan la vida vendiendo “cómics” o fingiendo ataques de epilepsia y que resguardan la verja de entrada a la casa de Susana, la hija del Kim y de Anita y a quien Daniel le tiene que hacer un dibujo, por encargo del capitán Blay.
Susana está enferma de los pulmones y el capitán quiere, para presionar a que la compañía haga la torre más alta, un dibujo en el que se vea la chimenea demasiado baja que está matando a Susana, al mismo tiempo, el capitán Blay anda recogiendo firmas de los vecinos.
Un día, mientras Daniel está pintando a Susana, llega a casa de ésta, Forcat, un revolucionario que le trae noticias del Kim. Una tarde, Forcat les narra, a Susana y a Daniel, la aventura que Kim emprendió en Shanghai.
Un poco antes les cuenta que estando en Barcelona, el Kim, vio cómo la policía detuvo a unos camaradas con quien debía de encontrarse y eso lo obligó a regresar a Francia de forma precipitada, llevándose a la esposa y al hijo de su amigo Denis.
En realidad, a partir de este momento estamos, como lectores, metidos de lleno en una novela de aventuras; sin abandonar la historia local, del capitán, Daniel, Anita, Susana y Forcat. De suyo, es como si estuviéramos leyendo dos obras a la vez.
Forcat, continúa su narración dosificada, y les cuenta que estando de nuevo en París, el Kim recibe una llamada de un viejo amigo, Lévy, que le pide que vaya a verlo porque necesita que viaje a Shanghai en un barco llamado Nantucket, del que tiene que robar un libro, y después, ya en Asia, proteger a su mujer Chen Jing Fang, de Helmut Kruger, un ex nazi que vive en la ciudad y que antes torturó a Lévy.
El Kim le promete hacer ambas cosas y antes de llegar a Shanghai se apodera del libro y después se dedica a cuidar a la mujer de Lévy
Acompañándola a diversos locales y fiestas nocturnas y mezclados con la variada gente que se mueve en ese mundo, hasta que logra entrar en la habitación de Omar, que para su sorpresa, está con Jing Fang. Después de discutir y aclarar las cosas, Kim descubre que todo ha sido un engaño por parte de su amigo, que lo único que quería era vengarse de Omar y Jing Fang, la esposa infiel. Kim no tiene más remedio que irse.
Un poco antes, el Capitán Blay muere sentado en un banco, en una de las salidas diarias. Daniel lo adivina desde lejos.
En cuanto a la historia del Kim, contada por Forcat, va a dar un giro inesperado con la llegada de Denis a la casa de la señora Anita, y cuando ya en la habitación de Susana desmiente el recuento tenido por verdadero y desenmascara al Kim que se ha fugado con Carmen, su mujer, en la última visita a Barcelona, hace unos dos años. Todos quedan sorprendidos y no saben cómo reaccionar ni qué decir. Su madre se pone a chillarle a Forcat pidiéndole explicaciones, pero este no dice nada y a la mañana siguiente abandona la casa.
Entonces se instala Denis, quien no permite que nadie entre sin su permiso, ni Dani, que ya había empezado a trabajar.
Pasó el tiempo y Denis hizo de Susana su amante, la chica ya se había recuperado de su enfermedad, y la metió a trabajar en un puticlub; mientras tanto Anita estaba siendo consumida por la bebida y enfermó.
Un día, sin embargo, Forcat reapareció en la torre y se puso a cuidar a Anita y trajo a Susana de vuelta, pero un poco después llegó el Denis para llevarse a Susana, pero Forcat lo mató, aunque bien puede ser que haya sido Susana quien disparó el arma primero, y luego Forcat se la arrebató para exculpar a la muchacha, al menos ese es el sentimiento que le gusta a Dani.
La madre del narrador (el Dani) se casó con un «callista» y se los llevó a vivir a su casa. Al cabo de un año, el joven es reclutado y destinado al norte de Marruecos: se dice alegre de poder poner un mar de por medio, pero se da cuenta que está tratando de autoengañarse, mientras se dirige en busca de Susana, quien ocupa ahora el puesto de su madre en el cine Mundial. Al acercarse a la taquilla la muchacha ni lo reconoció, le vendió la entrada y él se metió a divagar en el cine.
La novela, que son dos tramas a la vez, tiene en ambas partes una fuerza extraordinaria, tal vez un poco más la sección relacionada al Kim y su viaje a Shanghai; pero toda ella está escrita con una prosa fina y deslumbrante, de allí que el sustantivo “embrujo” que lleva el título sea perfecto.
Si usted nunca ha leído a Juan Marsé (yo no pude hace años con el libro Ultimas tardes con Teresa, que se me cayó de las manos) debo de confesar que con El embrujo de Shanghai, el recientemente fallecido escritor ha construido una obra deliciosa y digna de ser leída.
Y si a usted, que esto lee, le gusta el cine, puede buscar la adaptación de la novela que hizo Fernando Trueba, en 2002.
También puedes leer:
—Juan Marsé, el «Manuel Rojas» de España: Solo por la muerte has caído.
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Sergio Inestrosa (San Salvador, 1957) es escritor y profesor de español y de asuntos latinoamericanos en el Endicott College, Beverly, de Massachusetts, Estados Unidos, además de redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Imagen destacada: El escritor Juan Marsé (1933 – 2020).