Esta figura aparece resaltada en todos los géneros de la narrativa, la lírica y el drama desde la antigüedad y fue un elemento clave del género durante miles de años, y el cual también ha poblado las historias audiovisuales desde sus orígenes a principios del siglo XX.
Por Fernando Moure Rojas
Publicado el 12.5.2020
El héroe es un personaje relevante y presente desde temprano en diversas culturas. Un hombre, en la mayoría de los casos, muchas veces hijo de una deidad y un mortal, que tiene a su haber habilidades y dones extraordinarios, registrando con el ejercicio de estos un historial de proezas.
El mito del héroe ha servido para contar historias, a la vez de símbolo identitario de determinadas sociedades o para asumir una representación religiosa.
Conocemos muchos ejemplos heredados de las culturas antiguas. La mitología griega es rica en ellos y los legó a través del arte y la literatura: Aquiles en la Ilíada, Odiseo o Ulises en la Odisea, ambos relatos épicos adjudicados a Homero; y Heracles (Hércules para los romanos) al cual citan varios autores por sus prodigiosos Doce trabajos, muestra de fuerza y coraje a través de sus viajes y aventuras; de la tragedia griega, podemos mencionar a Edipo Rey (Sófocles), Prometeo encadenado y Agamenón (Esquilo).
En otras culturas también hay registro amplio de héroes. Algunos ligados al panteón local, como Ganesha (India) y Thor (nórdico); otros, fueron personajes históricos que, con el paso del tiempo y la tradición oral, generaron un culto idealizado que los transformó en figuras de leyenda, como fue el famoso general Yue Fei (China), Alejandro Magno (Macedonia), Aníbal (Cartago) y El Cid Campeador (España). Encontramos además en el ideario heroico algunas figuras femeninas: Circe, Penélope y las Amazonas (Grecia), Mulan (China); mucho más tarde, Juana de Arco (Francia).
Aparecieron réplicas y adaptaciones de dichos héroes a sociedades posteriores (por ejemplo, los romanos adoptan y localizan la mitología griega), así como nuevas leyendas se van incorporando en distintas épocas a ciertas culturas (Sansón en el Antiguo Testamento, figura parecida a Hércules; San Jorge de Capadocia vencedor del dragón; las leyendas artúricas, con el Rey Arturo, Lancelot, Merlín, Morgana y Guinevere), por mencionar algunos.
Otra peculiaridad de muchos héroes es su condición de guerreros o militares, ya provengan ellos de mitos, leyendas o seres históricos.
El héroe aparece resaltado en todos los géneros de la literatura antigua (narrativa, lírica y drama) y fue un elemento clave de ella durante miles de años. Además, como contraste, existe la figura del antihéroe, con características opuestas al héroe o imperfecto en relación con las virtudes de este último. También ha existido el modelo de héroe colectivo, asociado a un grupo (por ejemplo, los 300 espartanos que detuvieron el avance de los persas en Las Termópilas), una fortaleza (Masada), una ciudad (Troya, Numancia), un pueblo o nación (Israel y el Éxodo de la Biblia).
El punto de partida de toda obra artística es una idea; en el caso del cine, esa idea toma forma en el guion, que es la base del desarrollo de toda película. El cine es otro medio para narrar historias, de forma visual y acompañada del sonido desde 1928; pierde, eso sí, la posibilidad de reflejar en profundidad los pensamientos de los protagonistas, como sí lo consigue la novela, pues sólo lo hace de forma indirecta o simbólica.
Desde los comienzos del cine se trató de mostrar historias y, muy temprano, se adaptaron al celuloide tramas tomadas de la literatura; es lo que conocemos como guiones adaptados. La literatura ha sido generosa en aportar material narrativo al cine, desde sus inicios hasta hoy; del teatro, el drama, la tragedia y la comedia; de la narrativa, épica o epopeya, la novela histórica o policial; de la biografía, por lo general personajes ilustres; y hasta de la poesía. O, quizás, el cine mismo sea poesía, como lo afirmó Luis Buñuel. En particular, la literatura le ha proporcionado al cine un sinnúmero de héroes, algunos de los cuales citaremos más adelante.
Las primeras películas del cine mudo ya nos muestran la presencia de héroes. Individuales: Nosferatu, el vampiro (1922), El sheik (1921), El ladrón de Bagdad (1924), Napoleón (1927), La pasión de Juana de Arco (1928). Colectivos: El gran robo al tren (1903, antecesor del Western), El nacimiento de una nación (1915), El acorazado Potemkin (1925), Metrópolis (1927).
El cine, particularmente Hollywood, ha sacado partido de los héroes, reales, míticos o imaginarios, para mostrarnos en la pantalla sus hazañas. Ben-Hur, Sansón y Dalila, Moisés, Espartaco, Julio César, Atila o Terminator (ya que a veces, los héroes pueden ser villanos), Lawrence de Arabia, Ivanhoe, Sherlock Holmes, el propio Chaplin en Luces de la ciudad o La quimera del oro; o uno más reciente, como el protagonista de Avatar.
En los años 40 a 50, el cine desplegó como héroes a los cowboys del Lejano Oeste, convirtiendo estos filmes en un atractivo y popular nuevo género: el Western. Entre ellos surgirían personajes legendarios, como Wyatt Earp, Calamity James, Billy The Kid, Jesse James, Daniel Boone y Bufalo Bill, entre otros; a ellos se sumarían variedad de pistoleros, caza recompensas, buscadores de oro, ganaderos, apostadores, pioneros y otros caracteres de ficción típicos.Cine Negro
Asimismo, por esos años tomó vuelo el Cine Negro (Film Noir), igualmente con personajes tomados de la literatura policíaca, con autores del nivel de Raymond Chandler y Dashiell Hammett, algunos de cuyos personajes interpretara Humphrey Bogart. Aquí nos encontramos con los típicos antihéroes; detectives de poca monta y mala fama, que sobreviven apenas con sus limitaciones y que enfrentan el crimen y, las más de las veces, a una femme fatal (mujer fatal), presencia tradicional en este subgénero.
El cine del siglo XXI ha adoptado, por motivos comerciales a los superhéroes de las tradicionales tiras cómicas, quienes se muestran potenciados en sus superpoderes, gracias a las tecnologías digitales. Desfilan, ante las pantallas y en salas atiborradas de público infantil y adultos niños, personajes como Superman, La mujer maravilla, Batman, Linterna verde, El capitán América, más una lista amplísima de otros personajes de caricaturas.
En comparación con la pléyade de fantásticos héroes, fabricados o modificados por computador, los únicos héroes de carne y hueso que hoy cautivan multitudes están fuera del cine. Son los deportistas de élite, muy bien remunerados, que colman los estadios y pistas, junto con acaparar las mejores horas de televisión; en forma parecida, los cantantes y grupos musicales de primera línea con sus conciertos masivos. Y, a veces, alguno de estos héroes modernos también ocupa un lugar en la cinematografía, ya fuera en películas biográficas o documentales.
En fin, la literatura y el cine disponen de héroes para rato, ya sea rescatando personajes de la historia, de la ficción o de archivo de Marvel; ya fuere inventando otros o dando formas nuevas a los conocidos, tecnología de efectos especiales mediante.
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Fernando Moure Rojas nació en Santiago en 1950 y creció siendo parte de una familia numerosa, donde la lectura era un culto. Su facilidad para escribir la derivó hacia la consultoría y una larga carrera ejecutiva en distintas empresas, por 46 años. Se define como escritor tardío, porque se volcó a la ficción y poesía después de los 60. Tiene a su haber: Septiembre sin primavera (novela, 2013), El camino del aprendizaje (reflexiones y fotografías, 2014), Amores y quebrantos (poemas, 2017) y Legado de familia (cuentos y relatos, 2019).
Imagen destacada: Maria Falconetti en La passion de Jeanne d’Arc (1928).