«El justiciero 2», de Antoine Fuqua: Las deudas siempre se pagan

El largometraje gana ritmo narrativo y densidad dramática conforme transcurre, y nos va interesando cada vez más cómo el protagonista (un Denzel Washington en plena forma actoral) logra completar su deseo frente a los asesinos: liquidar focos criminales violentos e inculcarle valores morales a sus ocasionales compañeros y «clientes». Una obra audiovisual -de acción- bastante recomendable.

Por Cristián Garay Vera

Publicado el 9.9.2018

Remebranza de la serie televisiva, ha regresado nuestro vengador armado Robert McCall (Denzel Washington) de la película de 2014 también dirigida por el realizador Antoine Fuqua. Es el heredero del justiciero de Harry el sucio, (Don Siegel, 1971). En una potente escena inicial aparece caracterizado como un devoto musulmán, cobra las deudas y la vida de un mafioso turco que secuestró a una niña estadounidense. De ahí pasamos a Boston. Donde vive en un edificio un hombre que ha pertenecido a las fuerzas especiales, a los marines según delatará su armario más adelante, y que vive modestamente como taxista. También lee con pasión a Marcel Proust: En busca del tiempo perdido. Pero es claro que ello es una fachada. De vez en cuando ejerce de justiciero de una dama en desgracia con un grupo de ricachones, a los que castiga con dureza. Pero todo eso opera como fachada de una Agencia -que trabaja con Interpol, se dice con cierta inocencia- para liquidar focos criminales violentos.

Esa potente escena demora mucho en tomar ritmo nuevamente. La causa es un asesinato en Bruselas de un matrimonio, que conecta misteriosamente a su jefa que viaja para ser asesinada de modo brutal. La investigación lleva precisamente a un grupo de agentes que están recibiendo contratos de asesinatos: ya se ha terminado su vida útil dentro de las fuerzas armadas y aparecen buscando un destino y una ocupación. Están ahí, y han armado su propia agrupación aceptando contratos. En uno de ellos ha caído el nombre de la jefa, Susan Plummer(Melissa Leo) quien empieza a conectar con el protagonista y comienzan a perseguir a su viudo, Brian Plummen (Bill Pullman).

Porque el asesinato de Bruselas está conectado con un grupo al interior de los Estados Unidos y de su misma ciudad. Se da con su nombre y un aparente pasajero intenta su asesinato. A partir de ahí relaciona los eventos con un grupo de viejos compañeros, que le reprochan el hacer cosas malas, mas si todos las hicieron… Matar, secuestrar, torturar. El asiente que sí, pero han tocado a su buena amiga y morirán. Este registro de ofensa y venganza se complejiza con la amistad de McCall con un muchacho desorientado (Ashton Sanders). Este registro más intimista y paternal, pero a la vez seco y creíble, le da densidad a un relato que no es muy distinto de otros de este tipo aunque se diferencia de Liam Neeson que las emprende como otros de antaño (Nick Nolte), solo frente al mundo.

El rescate de su joven amigo, y el deseo de inculcarle valores y de sacarlo del mundo cercano a la droga son un aliciente para el propio pistolero y vengador, quien se sabe un asesino y que de cierto modo se redime en lo que hace. La película gana ritmo y densidad conforme transcurre, y nos va interesando cada vez más cómo logra completar su deseo frente a los asesinos. Un pueblo en plena tormenta es parte del escenario final que es acorde a sus deseos. La violencia final no es sino la marca de todos aquellos que participan en esto, excepto del joven, que salvado milagrosamente empezará su redención a través del arte (y quizás del amor). Mientras nuestro héroe seguirá cobrando las deudas a los otros malvados que conocerá en el resto de su vida.

 

El justiciero 2 (The Equalizer 2) 2018. Dirección: Antoine Fuqua. Guión: Richard Wenk. Música: Harry Gregson-Williams. Fotografía: Oliver Wood. Elenco: Denzel Washington Pedro Pascal, Ashton Sanders, Bill Pullman, Melissa Leo, Orson Bean, Sakina Jaffrey, Jonatham Scarfe, y Adam Karst. Duración: 121 minutos.

 

Cristián Garay Vera es el director del magíster en Política Exterior que imparte el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile.

 

 

 

 

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