¿Cómo llegó a filmarse la película más representativa del cine francés de los años sesenta? ¿De qué manera su director, hasta ese entonces un joven crítico odiado por el establishment del cine, consigue financiar su propia ópera prima? Las respuestas en el siguiente extracto del libro «François Truffaut» (2001), de Antoine de Baecque y de Serge Toubiana, a modo de conmemorar las seis décadas exactas desde el estreno del largometraje en el Festival de Cannes de 1959.
Traducido por Juan Pablo Sáez
Publicado el 13.8.2019
En mayo de 1958 Truffaut visita por última vez el festival de Cannes en calidad de crítico. Para cobrarle sus virulentos ataques del año anterior la dirección del festival le rechaza la acreditación de periodista. Truffaut contraataca en Arts: “François Truffaut, único crítico francés no invitado al festival de Cannes”, dice la portada del semanario. Quince días después anuncia la muerte del festival: “De no producirse modificaciones radicales, el próximo festival será un fracaso”.
Truffaut estará, sin embargo, en deuda con el festival por haberle facilitado la realización de su primer filme. En efecto, Ignace Morgenstern [suegro de Truffaut e importante productor cinematográfico] alcanza ese año uno de sus más grandes éxitos como productor de la película Quand passent les cigognes, de Mikhail Kalatozov, que gana la Palma de Oro. Desde su estreno en junio, el filme alcanza un gran éxito comercial. Ignace Morgenstern se siente, de esta forma, más libre para coproducir el primer filme de su yerno. “Mi padre le tenía confianza, pero François no contaba con el dinero. Él le llevó el guión, que al inicio no era muy largo. Mi padre le tenía estima a François y lo encontraba inteligente pero no se había entusiasmado mucho con Les Mistons [primer cortometraje de Truffaut]. Entonces, evidentemente él produjo Los 400 golpes para ayudar a nuestro hogar, para darle una chance al marido de su hija de probarle que era capaz de hacer una película”, recuerda Madeleine [la primera esposa de Truffaut]. Para Ignace Morgenstern el riesgo financiero era reducido: el presupuesto de Los 400 golpes se estimaba en cuarenta millones de francos, una suma muy por debajo de lo que costaba una película de aquella época. El 22 de junio de 1958 Truffaut anota tranquilamente en su agenda: “Todo está en regla”.
Con el optimismo de regreso, Truffaut se dedica a escribir el guion definitivo. Decide retomar La fuga de Antoine, inicialmente previsto como un episodio de un filme de sketches sobre la infancia. Se trata de un momento preciso de su adolescencia cuando, siendo alumno de la escuela de la calle Milton, había hecho la cimarra tras olvidar una tarea que debía hacer como castigo. Al día siguiente, su excusa (“Mi madre murió”) no pasó inadvertida. Su padre se presentó en la escuela, entró a la sala y le dio una bofetada monumental. A inicios de junio, Truffaut amplía el episodio con recuerdos de su infancia, sus fugas en compañía de Robert Lachenay [su mejor amigo en la niñez], sus idas al cine, a las exhibiciones itinerantes, las escenas en la casa, con los padres, y en la calle cuando sorprende a su madre en los brazos de su amante en la plaza de Clichy. Son las primeras páginas, algunas ideas que presenta a su suegro para convencerlo de financiar el filme.
Para construir un verdadero guion se sumerge en su propia adolescencia, desde sus tiempos de la escuela de la calle Milton, en el otoño de 1943, hasta la época del Centro de observación de menores de Villejuif, en diciembre de 1948. Para lo anterior le pide a Lachenay: “Anota algunas ideas, recuerdos, para La fuga de Antoine. Busca nuestras cartas de Villejuif, etcétera”. Según Claude de Givray el personaje de Antoine le debe mucho a Lachenay: “Antoine no es Truffaut, es más bien una amalgama de ambos. Él le robó un poco de juventud a su compañero Lachenay. En aquella época era más bien Lachenay el motor [de aquella dupla]. Truffaut era un poco tímido, y era constantemente motivado por Lachenay”. Aunque el relato es autobiográfico hasta en sus más mínimos detalles, Truffaut lo presenta más bien como una ficción. El guion condensa así un periodo relativamente corto de su vida, cinco años, que él transfiere desde la época de la Ocupación y la postguerra al presente de los años cincuenta. Altera, asimismo, ciertas referencias autobiográficas. Por ejemplo, Truffaut le otorga al adolescente fugitivo el nombre de Antoine Loinod, anagrama y seudónimo de Doniol [por su amigo Jacques Doniol-Valcroze]. Robert Lachenay se transforma en René Bigey, como homenaje a su abuela, mientras que el hobby del padre de Antoine no es el alpinismo sino el automovilismo.
Para definir mejor a sus personajes y construir un buen relato Truffaut llama a Marcel Moussy, escritor y guionista, autor de un serie televisiva muy popular, Si c’était vous, dirigida por Marcel Bluwal. A comienzos de junio de 1958 le escribe a Moussy: “Sé que usted trabaja rápido y construye con un rigor que yo no tengo. En cambio, creo que conozco bien este universo de chicos de doce años que quiero filmar”. Moussy duda, pues está comprometido en un proyecto de René Clair. Truffaut le escribe nuevamente el 21 de junio de 1958: “Usted ha comprendido tan bien y tan rápidamente mi película que no puedo imaginarme no contar con su colaboración”. Moussy termina por decir que sí. Con Truffaut comienzan a trabajar el 9 de julio. En un mes enteran diez sesiones de trabajo. Moussy trabaja rápido y aporta mucho a la construcción del relato. Al final del verano de 1958 el guion cuenta con 94 páginas y lleva un título definitivo: Los 400 golpes.
Con el presupuesto asegurado y el guion listo, Truffaut se ocupa entonces de los temas prácticos. Decide rodar Los 400 golpes en Cinemascope, en blanco y negro, y convocar a uno de los mejores directores de foto, Henri Decae, quien había trabajado anteriormente con Jean Pierre Melville, Louis Malle y Claude Chabrol. Con su blanco y negro contrastado, la iluminación natural y la rapidez, Decae es el colaborador ideal para Truffaut quien se siente inseguro en todo lo referido a lo técnico. El reclutamiento de Decae constituye la principal inversión de la producción: el salario más suculento del equipo, un millón y medio de francos de la época, mientras que Truffaut y Moussy reciben un millón de francos cada uno y los actores, en total, tres millones.
Queda por obtener la autorización para filmar otorgada por el Centro nacional de la cinematografía (CNC). En esa época no era fácil ser director de cine. Era necesario haber hecho tres prácticas profesionales, haber sido tres veces segundo asistente y tres veces el primero. Director de solo dos cortometrajes, el primero de ellos jamás exhibido, Truffaut está lejos de cumplir los requisitos. Es esta la razón que explica su decisión de elegir un primer asistente más experimentado que él, como Philippe de Broca. A los 26 años, Truffaut obtiene así una derogación para filmar su primer largometraje.
Desde la experiencia de Les Mistons Truffaut sabe que no es fácil dirigir a niños y que el éxito de Los 400 golpes dependerá esencialmente de dos adolescentes. Con un guion ampliamente autobiográfico Truffaut percibe el riesgo de una “confesión quejumbrosa y autocomplaciente”. Él quiere, al contrario, imprimirle un sello universal a una historia basada en la infancia. Recolecta entonces una serie de documentos acerca de la psicología de los adolescentes y sobre todo de la infancia difícil de los niños delincuentes. En el verano de 1958 Truffaut se entrevista en varias ocasiones con jueces de juzgados de menores. Trabaja, asimismo, con Joseph Savigny, director del Servicio de educación vigilada de menores, del Ministerio de Educación, y lee varios libros, entre ellos Graine de crapule, Les Vagabonds, o el texto de Fernand Deligny, Adrien Lhomme, que influenciará ciertas secuencias del filme. Gracias a André Bazin [importante crítico y teórico del cine que apadrinó a Truffaut cuando éste era un adolescente abandonado por su familia], Truffaut se interesa en las experiencias que Deligny lleva a cabo en la zona boscosa de Petit-Bois, en Saint-Yorre, en Allier. Deligny saca a diez niños autistas del internado psiquiátrico y se los lleva al bosque para “hacerlos vivir de una forma distinta”. Truffaut le envía su guion a inicios de agosto de 1958 pidiéndole consejos. Deligny critica severamente la secuencia del diálogo con la psicóloga, por encontrarla “incómoda y artificial”. El cineasta terminará por eliminarla durante el rodaje para luego reemplazarla por una confesión improvisada por el joven Antoine ante cámara. En septiembre Truffaut se reúne durante dos días en Saint-Yorre con el propio Deligny. En una carta que le dirige el 29 de octubre de 1958, días antes del inicio del rodaje, le habla de lo decisivo que fueron estos encuentros “para impedirme cometer varios errores”.
La última etapa en la preparación de Los 400 golpes consiste en elegir a los actores. Truffaut recluta a Guy Decomble, a quien ya había visto en numerosos segundos roles, sobre todo en Jour de fête, de Jacques Tati, en el rol del profesor de francés apodado Picque-Feuille. Truffaut elige asimismo al cómico Pierre Repp, para el rol del profesor de inglés, y Henri Virlojeux para el rol del inquietante guardia nocturno encargado de la detención de Antoine tras el robo de la máquina de escribir. Georges Flammand, actor en La Chienne, de Renoir, y en La Vénus aveugle, de Gance, encarna al señor Bigey, el padre de René, jugador empedernido y amante de las carreras de caballos. Con esa mezcla de bromista y gruñón parisino, Albert Rémy, actor prolífico de los años 40 y 50, es elegido para el rol del padre de Antoine. Su madre será encarnada por Claire Maurier, una hermosa morena de 35 años —en la película aparece teñida de rubia— quien hasta ese entonces es más conocida por sus actuaciones en teatro.
Para la búsqueda de los dos adolescentes Truffaut publica un anuncio en el France-Soir: “Se busca un joven de doce a catorce años para ejercer un rol en una película”. En septiembre y octubre de 1958 cientos de niños se presentan a la audición. Poco antes, Jean Domarchi, crítico de la revista Cahiers du Cinéma, le recomienda al hijo del asistente de guion Pierre Léaud y de la actriz Jacqueline Pierreux. Desde un principio Truffaut cae preso del encanto de este adolescente de catorce años que ya había aparecido el año anterior en La Tour, prends garde, de Georges Lampin, junto con Jean Marais. Truffaut halla en el niño algunos rasgos comunes con él mismo, “por ejemplo, un cierto dolor con respecto a la familia. […] Con una diferencia fundamental: aunque somos rebeldes, no hemos expresado esta rebeldía de manera similar. Yo preferiría camuflar y mentir. Jean Pierre en cambio busca herir al otro, ir al choque y se asegura de que lo sepamos. […] ¿Por qué? Porque él es turbulento mientras que yo soy quisquilloso, porque su nerviosismo exige que las cosas le lleguen y cuando no llegan rápido él las provoca”.
Inscrito en una escuela privada situada a Pontigny, en la zona del Yonne, Jean Pierre Léaud está muy lejos de ser el alumno ideal: “Siento decirle que Jean Pierre se muestra cada vez más ‘infernal’, escribe a Truffaut el director de la escuela. Desparpajo, arrogancia, permanentemente a la ofensiva, indisciplinado bajo todas sus formas. Fue descubierto en la habitación hojeando unas imágenes pornográficas. Su carácter se ha vuelto cada vez más grave”. Pero este chico inestable, que se escapa a menudo siguiendo a los alumnos mayores en sus fugas nocturnas, es al mismo tiempo brillante, generoso, afectuoso. Muy culto para su edad, posee un gran dominio de la pluma, asegurándole al cineasta que ha escrito una “tragedia en verso”, Torquatus.
Los ensayos con Jean Pierre Léaud son desde un principio concluyentes. A mediados de septiembre cerca de cuatrocientos candidatos se han presentado a la audición, tras la publicación del anuncio en el France-Soir. Por varios jueves Truffaut lleva a cabo las audiciones. A fin de mes no quedan más que seis adolescentes en competencia para el rol de Antoine. En cada etapa Jean Pierre Léaud se impone con su personalidad y su naturalidad. Lo que para Truffaut es una confirmación para el resto del equipo es una evidencia. La figura de Antoine ha nacido, mezcla de Truffaut y Jean Pierre Léaud: “Creo que al principio, escribe el cineasta, había mucho de mí mismo en el personaje de Antoine. Pero desde que Jean Pierre Léaud llegó, su personalidad, que era muy fuerte, me llevó a modificar a menudo el guion. Considero entonces que Antoine es un personaje más bien imaginario que saca un poco de nosotros dos”. Durante el proceso, Truffaut le atribuye el rol de René a Patrick Auffay, un poco más grande que Jean Pierre Léaud, con un aspecto más burgués, más de heredero de buena familia que de matón parisino. Tras algunas improvisaciones, Truffaut se convence de haber encontrado su dupla.
En la noche del 10 al 11 de noviembre de 1958 André Bazin, de cuarenta años, muere de leucemia. La misma mañana un Truffaut tenso y angustiado comienza el rodaje de Los 400 golpes. En la tarde el cineasta llega a Nogent-sur-Marne donde los Bazin viven desde hace tres años. Junto a Janine [cónyuge del crítico] él se queda acompañando los restos de aquel a quien consideraba como su padre adoptivo, su maestro, su amigo. Esta atmósfera de duelo impregnará el ambiente del rodaje, acentuando ciertamente la oscuridad del filme. Mientras que un personaje de ficción está naciendo, el “verdadero” padre desaparece. […] El crítico más importante de la postguerra muere cuando nace la Nouvelle Vague, en el momento mismo en que Truffaut rueda los primeros planos de Los 400 golpes. El hecho no solo es simbólico: transformarse en cineasta es para Truffaut una forma de arreglar cuentas con una infancia clandestina y una adolescencia marcada por el abandono. Los 400 golpes llevará consigo las marcas del desgarro y de una liberación dolorosa.
También puedes leer:
–Los cuatrocientos golpes, de Françoise Truffaut: Poesía para la libertad.
Juan Pablo Sáez (Santiago, 1975) es un periodista y escritor chileno.
Ha colaborado con artículos literarios para los sitios electrónicos Intemperie, Paniko y Soy Pensante y para el diario La Estrella de Valparaíso. También escribe artículos políticos para el sitio El Mostrador.
Desde 2009 ha participado en distintos talleres literarios, destacando los cursos de los escritores Jaime Collyer, Pablo Simonetti y Matías Correa.
En el año 2018 publicó su primera novela, Operación réquiem, bajo el sello «Roja y Negra», de Penguin Random House.
También es redactor estable del Diario Cine y Literatura.
Tráiler:
Imagen destacada: Un fotograma de Les quatre cents coups (1959), del realizador francés François Truffaut.