Esta novela, con su lenguaje de giros poéticos, introspectivo, a la vez que discursivo, nos deleita con sus observaciones en torno a emociones básicas, como el miedo y la soledad, y también se adentra en sensaciones más oscuras, iluminando una atmósfera ominosa y sugerente.
Por Nicolás Poblete Pardo
Publicado el 13.4.2019
De la última etapa narrativa de Adelaida García Morales sale esta novela gótica que muestra la siempre prodigiosa capacidad de la autora para narrar estados y espacios interiores. Aunque toda su narrativa está decorada con elementos provenientes del gótico, El secreto de Elisa (Debate ,1999) es un escrito especialmente poderoso en cuanto a esta cifra respecta.
Aquí tenemos todos los ingredientes de un relato donde la psique de la protagonista lucha con fuerzas paranormales; lucha que hace eco de su propio proceso interior de independencia social y visión espiritual, para sorprendernos con un relato que consigue transformar un thriller paranormal en un tratado sobre la existencia misma, vista como límite entre lo real y lo imaginario.
El viaje de la protagonista, Elisa, transcurre en escenarios nebulosos y en interacciones sociales que resultan difíciles de localizar. A pesar de hallarnos en un momento evidentemente presente, contemporáneo, la tecnología aún es distante y los personajes interactúan como si vivieran en un tiempo pasado.
Lo más insólito de Elisa es la actitud con la que experimenta la realidad. Cuando se entera de que su marido (que es psiquiatra) la está engañando, se toma la noticia con absoluta naturalidad. De hecho, es el trampolín ideal para llevar a cabo su proyecto de independencia, e irse fuera de Madrid, ciudad que simboliza la destrucción, la alienación, la paradójica falta de comunicación entre los ciudadanos.
Madrid es algo que Elisa quiere evitar, y, asimismo, Madrid es la ciudad en la que ha caído en desgracia Daniel, el fantasma del que se enamora Elisa, una vez que se instala en la casa de un pueblo pequeño que parece anclado en un pasado prácticamente medieval. En esa casa han muerto Daniel y su madre, en terribles circunstancias. Tal es el dolor que existe en esa casa, las ánimas llevan ahí más de veinte años.
Elisa también se tomará con relajo la relación que surgirá entre su propio hijo y la amante de su padre. A pesar de ser una persona racional, según dice (es profesora de Historia), Elisa tiene en mente un proyecto paranormal, una verdadera boda con el más allá.
El secreto de Elisa es una excelente tela donde sombrear los tropos literarios góticos más interesantes. Con su lenguaje de giros poéticos, introspectivo, a la vez que discursivo, Adelaida nos deleita con sus observaciones en torno a emociones básicas, como el miedo y la soledad, y también se adentra en sensaciones más oscuras, iluminando con desfamiliarizaciones que construyen una atmósfera ominosa y sugerente: “… no por eso abandonó la zona oscura de la casa, unas habitaciones que la retenían atrayéndola y, al mismo tiempo, la impulsaban a escapar de una sensación perturbadora que la amedrentaba de una forma imprecisa”.
Una vez que compra la casa del pueblo en el que se ha instalado, Elisa da rienda suelta a su relación, cultivada a través de las cartas que Daniel le ha dejado a su madre, y que Elisa atesora, y de los recuerdos que la gente del pueblo tiene sobre Daniel, elevado a la categoría de mito por sus sesiones de hipnosis y por su actitud donjuanesca y liberal.
En esta novela Adelaida repasa el terreno que tan virtuosamente extendió a lo largo de su carrera. Los cimientos que comenzaron tempranamente en su obra, como en el volumen de El sur, y que exploró a través de múltiples narraciones (como en la galardonada con el premio Herralde, El silencio de las sirenas), siguen fortaleciéndose en sus novelas posteriores, la última de ellas publicada el 2001. En todas ellas la escritora, fallecida el 2014, muestra un talento para describir espacios interiores que nos permiten ver el modo en que esa soledad reflexiva se manifiesta.
El secreto de Elisa está traspasado por estos cuestionamientos, como el temor que siente Elisa, cuando comenta que su escepticismo no ha desaparecido por completo: “continuaba ensombreciendo su experiencia, infundiéndole una incertidumbre que ella trataba de esquivar inútilmente, pues su incredulidad la inducía a temer que estaba desvariando, que anidaba en su interior el germen de alguna forma de demencia que ya comenzaba a desarrollarse”.
También puedes leer:
–Nasmiya, de Adelaida García Morales: La sensibilidad de la culpa.
Nicolás Poblete Pardo (Santiago, 1971) es escritor, periodista y PhD en literatura hispanoamericana por la Washington University in St. Louis, Estados Unidos. En la actualidad ejerce como profesor titular de la Universidad Chileno-Británica de Cultura, y su última novela publicada es Sinestesia (Editorial Cuarto Propio, Santiago, 2019). Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Imagen destacada: Adelaida García Morales en 1990, por El País, de Madrid (https://elpais.com/).