El filme del realizador sueco se estrenó en 1957 —ganó un premio especial del jurado en esa versión del Festival de Cannes— y se encuentra protagonizado por los actores Max von Sydow y Bengt Ekerot: se trata de un viaje simbólico que transcurre durante una partida de ajedrez, en contra de la mismísima muerte.
Por Aníbal Ricci Anduaga
Publicado el 30.5.2020
Hace más de cincuenta años, el maestro Bergman mostraba su imaginería respecto al tema de la muerte. Su padre era pastor luterano y por ende Bergman conocía de cerca la visión religiosa y quizás por ello, situaba El séptimo sello en el período de la Edad Media. Busca personajes arquetípicos que recorran el amplio espectro de la sociedad y desarrolla una especie de road movie (“carreta” movie en verdad) para desplegar las distintas formas de enfrentar la vida, en un viaje simbólico que transcurre durante una partida de ajedrez contra la mismísima muerte.
Inicia la película enfrentando al protagonista a un juego de ajedrez con una muerte de rostro blanquecino y vestida completamente de negro. Antonius Block sólo quiere ganar tiempo para entender el verdadero significado de la existencia durante sus últimos momentos de vida. Es un caballero cruzado que regresa a una Europa azotada por la peste negra.
En el camino junto a una pareja de comediantes tropezará contra el sin sentido de la religión, tanto cuando queman a una bruja o en medio de una procesión de fanáticos religiosos que piensan que la peste es un castigo divino y esperan los designios de Dios autoflagelándose y sufriendo para conseguir el perdón. Los comediantes que acompañan la travesía de Block simbolizan a las artes y son incomprendidos por los campesinos que se burlan de ellos.
Estos campesinos son incultos y no les importa el tema de la muerte. La pareja de María y José (los comediantes) representan a la inocencia y simplemente viven felices el día a día. El propio Block comparte con ellos un cuenco de leche y unas fresas, vivenciando un momento de dicha y comprendiendo lo fugaz de la felicidad.
Ingresa a una iglesia y se confiesa, pero el confesor es otra vez la inevitable muerte. Block tendrá que cambiar su estrategia con las piezas de ajedrez. De alguna manera, él representa las emociones humanas y, a pesar de no creer en Dios, tampoco puede negar su existencia.
Juan (su escudero) representa a la razón y sabe que su vida será un viaje que termina en la nada. Block no cree que el ser humano pueda vivir esperando únicamente vacío al final del camino.
La naturaleza es otro personaje ajeno a la muerte de los humanos, está presente en todo el viaje que propone la película.
La música y las imágenes contienen gran belleza narrativa y somos espectadores de un blanco y negro que le viene muy bien al tono del relato. Cuando los personajes ven aparecer a la muerte la reciben desde la devoción y en otros casos desde el destino, un contraste entre la fe y la razón.
***
Aníbal Ricci Anduaga (Santiago, 1968) ha publicado las novelas Fear, El rincón más lejano, Tan lejos. Tan cerca, El pasado nunca termina de ocurrir, y las nouvelles Siempre me roban el reloj, El martirio de los días y las noches, además de los volúmenes de cuentos Sin besos en la boca, Meditaciones de los jueves (relatos y ensayos) y Reflexiones de la imagen (cine).
Tráiler:
Imagen destacada: Max von Sydow y Bengt Ekerot en El séptimo sello (1957).