Recién lanzada para su distribución comercial, la obra de la escritora chilena Ana Parada es una historia que conecta con los lectores, con esa universalidad de reconocernos entre dudas y desdichas, entre miedos e ilusiones, entre lo que fuimos y dejamos partir, entre lo que es y lo que podría ser.
Por Francisco Marín-Naritelli
Publicado el 10.1.2020
La nueva novela de Ana Parada Casanova (Filacteria, de la colección Libros del Punto Cardinal, 2019) puede leerse de muchas formas. Ante todo, como un libro abierto al mundo, cosmopolita, que nos permite imaginar, recrear, transportarnos mentalmente a escenarios exóticos como Fiji, Australia, Nigeria, Malasia o Venezuela, en medio de ballenas, arrecifes de corales, hamacas, y colores, muchos colores.
Con un lenguaje cuidadoso y descriptivo, nos adentramos junto a Alma, la protagonista, en sus deseos más íntimos, en una permanente huida, en esa incomodidad respecto al presente, en deuda continua con ese pasado vernáculo, evocador, cálido, caribeño. Dos vidas para una misma persona. La esposa de un exitoso empresario, dueña de casa, buena madre, buena amiga, frente a una versión de ella que parece seguir existiendo muy en lo profundo, que ansía aquella libertad que solo la imaginación puede precisar. En este sentido, también podemos leer la novela en términos de un viaje interior. Alma en la búsqueda de un sentido, más allá del romance. ¿Quién es? ¿Quién fue? Alma-mujer, empujada por emociones cada vez más intensas, se debate entre esa zona de confort que es su vida actual, con un marido displicente y distante, con una familia aparentemente perfecta y feliz, pero cada vez más aislada, fastidiada y ensimismada; y una pasión insospechada, vívida, tectónica, que la hace soñar, corporizada en aquel joven jugador de rugby.
“Abre la boca para hablar, pero no salen palabras; tal vez el silencio es más elocuente para expresar su confusión actual, o quizás se ha acostumbrado por demasiados años a no exponer sus sentimientos”.
“Hace años que viene practicando el viejo truco de esconder su dolor en un oscuro rincón de su cerebro”.
“Quiere abrazarlo; lo mira cuidadosamente, como queriendo dejar grabada su imagen en el disco duro de su memoria. Piensa en Martín, cuya imagen se ha puesto difusa con el tiempo: por eso quiere atrapar la imagen del joven, pero reacciona, saca fuerzas y hace lo que estima que es lo debido”.
En cuanto estrategias narrativas, la novela —de manera acertada— combina el presente con el pasado mediante distintas analepsis. Así vamos entendiendo los sucesos que desencadenaron la situación actual de Alma, comprendemos la muerte de su primer esposo en extrañas circunstancias, su segundo matrimonio casi como un pie forzado para poder salir de su atribulada Venezuela, para sentirse a salvo, para proteger a sus hijos. Además, hay un desarrollo psicológico-moral realista y verosímil en el personaje principal, con un nudo dramático equilibrado en los distintos capítulos, que mantiene la tensión hasta el final.
No es difícil empatizar con la protagonista al mismo tiempo que rechazar al personaje de Phil, su machismo, su estrechez de mente, su incapacidad por despegarse un poco de su materialidad, de las apariencias. Al respecto, pese a su origen humilde que podría justificar sus acciones en la adultez, Phil representa el prototipo patriarcal: unidireccional, hosco, tacaño, manipulador, mujeriego y despreciativo.
“Quisiera odiarlo. Tal vez porque entonces se da cuenta de que Phil saca lo peor de ella; que ella con él se vuelve alguien ennegrecido y rencoroso. No me gusto en compañía de mi propio esposo, piensa Alma apretando los puños”.
“Phil se va a su bure un poco preocupado por Alma. Para él ella es demasiado ingenua. Al principio la había encontrado una santurrona, pero después valoró su estilo de vida sano”.
“Phil, por su parte, considera que es la persona más generosa del planeta. Le da a su esposa una suma mensual que a cualquiera haría muy feliz, tiene a su hermana en su testamento y a Alma por supuesto (…). Ella lo ignora y a veces él siente deseos de contarle acerca de su patrimonio, de lo mucho que tiene, suficiente para no trabajarle un día a nadie, aunque él jamás dejaría de hacerlo”.
Hay contingencia, claro está. Ana Parada se esfuerza por seguir, a través de su protagonista, el curso de los acontecimientos en Venezuela, diluyendo la frontera entre realidad y ficción, lo que permite discutir, problematizar. También está el componente espiritual que se cuela en los intersticios de conversaciones, pensamientos, y en especial con personajes como Anita y Joseph. Para eso está la literatura como un espacio reflexivo y resiliente, donde también es posible tomar posición, estar de acuerdo o en desacuerdo.
En definitiva, El viaje de Alma es una historia que conecta con los lectores, con esa universalidad de reconocernos entre dudas y desdichas, entre miedos e ilusiones, entre lo que fuimos y dejamos partir, entre lo que es y lo que podría ser.
Francisco Marín-Naritelli (Talca, Chile, 1986), además de periodista y de magíster en comunicación política (titulado doblemente en la Universidad de Chile) las ejerce también como profesor en la Universidad Andrés Bello y como un prolífico escritor nacional, cuyas últimas publicaciones son el libro de cuentos Interior con ceniza (Ceibo Ediciones, Santiago, 2018) y el volumen experimental de El perfecto transitivo (Filacteria, 2019).
Igualmente es el director titular del Diario Cine y Literatura.
Crédito de la imagen destacada: Ediciones Filacteria.