Este es el último libro, una edición bilingüe en castellano e italiano, del conocido poeta peruano —quien se encuentra radicado desde hace años en España—, y el cual está considerado por cierta crítica especializada como un declamador, ensayista y traductor notable, además de un entusiasta y activo gestor cultural que ejerce la titularidad de cátedra en la histórica Universidad de Salamanca.
Por Sergio Inestrosa
Publicado el 26.8.2020
Lo primero que tengo que decir es que este libro es de descarga gratis, si usted visita el sitio de Tiberiades (Red Iberoamericana de Poetas y Críticos Literarios Cristianos) encontrará este pequeño poemario en español e italiano. Lo descarga y ya es suyo; así de sencillo. Lo segundo que el lector debe saber sobre este “cuaderno” como lo llama el propio autor, es que se trata de una edición bilingüe español–italiano con traducción del poeta Beppe Costa.
Alfredo Pérez Alencart es un conocido poeta nacido en Perú y radicado, desde hace años, en Salamanca. Alfredo es un declamador espectacular, un notable ensayista, traductor, poeta excepcional, gestor cultural entusiasta y profesor de la Universidad de Salamanca. Pero sobre todo, es un hombre de familia y alguien que sabe cuidar a sus amigos.
Después de estos rasgos de la personalidad de Alfredo, es tiempo de que entremos en materia y para ello voy a hacerme una pregunta completamente retórica, ¿por qué leer a Pérez Alencart?
Para responder tengo que decir que conocí a Alfredo en octubre pasado (2019), y mi primera impresión fue la de estar frente a un hombre sencillo, de temperamento ecuánime, y como yo un poeta económico, al menos lo es en este poemario; he aquí uno de sus poemas titulado “Descabalgado ya»:
Descabalgado ya
del corcel vertiginoso,
despacio
siento la vida,
adrede yerro la caza
y,
exhausto,
huyo de huracanes y contiendas.
Me advierto presa,
inocente ser
reconstruyendo asombros,
como quien da un
vuelco
a sus afanes. (p. 15)
Pero no vaya a creer el lector que Pérez Alencart es un poeta que apenas comienza, que está dando sus primeros pasos, nada más alejado de la verdad; Pérez Alencart tiene más de una docena de poemarios publicados y varios libros en su haber.
Ahora, déjeme comentarle algunos rasgos notables de la estética literaria de Pérez Alencart. En primer lugar su poesía tiene una fuerte presencia de lo bíblico y refleja una enorme fuerza espiritual que se yergue frente al consumismo que impera en nuestra época y nos invita a volver la mirada hacia nuestro interior para descubrir allí, en el corazón, la guía siempre cierta y fiel de la conciencia.
Recuerde que las tradiciones de los pueblos originarios tienen la misma perspectiva, volver la mirada al corazón para saber por dónde dirigir los pasos y el pensamiento y dejar que sea el espíritu, que va con nosotros a todas partes, el que nos guíe. He aquí un ejemplo de los muchos que hay en este poemario tomado de los versos titulados “Soy y seré”:
Daño menor es perder
el cuerpo. Mi espíritu tiene,
tendrá, su particular
vivencia.
Soy y seré el que pase
por el ojo de la aguja
con las pupilas
siempre alucinadas. (p. 19)
Y quizá mejor expresado está ese saber bíblico en este poema amoroso titulado “Amada” donde su esposa Jacqueline nos recuerda a Sara y el poeta a Abraham:
a Jacqueline
Tus labios guardan
la sed de los desiertos
por donde caminaste junto
a mi éxodo.
Mujer infatigable
durante el largo viaje,
ven a mí
con tu caravana
de ternuras.
Yo lavaré tus pies
mientras unges mi pecho
en la tienda
que levantamos lejos.
Hoy el cielo
cederá su maná
para que no andemos
en ayunas
y para que por selvas,
mares o desiertos
yo siga pronunciando
tu nombre. (p. 37)
Otro rasgo importante de la poesía de Pérez Alencart es la búsqueda de la verdad que hay en las cosas cotidianas, pero para ello hay que indagar más allá de las apariencias, de lo que se nos ofrece a primera vista como si se tratara de mercancías deslumbrantes iluminadas por el glamour y la luminosidad de escaparates de las tiendas modernas. Así, por ejemplo, en estos versos del poema titulado “Lluvia” dice:
Grabé mi nombre
en el barro que dejaban
las lluvias que arrullaron
mi niñez, (…)
o concierto
sobre el techo de paja
y hojalata de mi antigua casa. (p. 21)
El tercer rasgo y que es el que a mí más me gusta de su poesía, y creo que esto lo distingue de otros poetas contemporáneos, es el convencimiento que este poeta tiene de que la palabra poética es un camino cierto para escapar de las tormentas y de las disputas estériles que no nos llevan a ningún lugar. Y no quiero dar la impresión de que este poeta rehuye el conflicto, para nada, pero sabe distinguir en qué luchas vale la pena participar. Escuchemos unos pocos versos del poema titulado “Sed”:
Sed de paz, de
perdón, pues no sacian
las contiendas, (…)
Pero estás sediento
y procuras un íntimo sosiego
que en sí mismo es casi
nada,
pero se adensa en ti
y te sacia,
hidratándote para siempre. (p. 23)
El último rasgo que quiero destacar, y lo hago en parte porque yo mismo adolezco de este don, y en parte porque es una cosa notable en este poeta peruano, es su optimismo, la esperanza que hay en toda su poesía; es una esperanza y un optimismo que le viene de su frecuentación espiritual, de su conocimiento del carácter de la divinidad y de la necesidad que tenemos los seres humanos de volver a las cosas que nacen y se fundan en lo espiritual y que desde allí irradian el entorno de este mundo apesadumbrado en que vivimos; y aún allí en medio de los pesares, de los huracanes y tormentas Pérez Alencart es un poeta optimista, y eso hay que celebrarlo. Si no escuche estos versos del poema titulado “Acto de fe”:
Volvamos a empezar,
borrando el daño
de todos los horrores.
No con agua
del antiguo diluvio
que ya no moja.
Tampoco
con imprecaciones
que sólo ahuyentan.
Tras la niebla
espera el herido
que sana
con la longevidad
de su profecía.
Volvamos a empezar. (p. 29)
El poemario de Pérez Alencart nos recuerda que en el principio era el verbo, la poesía y que esta tiene un poder creador (separador e integrador, a la vez) de las cosas. Para este poeta la poesía nos salva del caos y de esa sensación de vacío que se ha vuelto tan común entre nosotros. Como él mismo lo expresa en el primer poema del libro y que se titula “La poesía alcanza”:
Digamos
que en el principio era la Poesía
y que esta nos nutre
y nos alcanza,
así pasen dos lustros
o dos Milenios. (p. 13)
Por todo esto y por mucho más que el lector descubrirá en la lectura, la poesía de Pérez Alencart merece ser leída por muchos, cuantos más lo lean mucho mejor; pues, sin duda, la poesía de este hombre de nuestra América va a perdurar en el tiempo en nuestros corazones.
***
Sergio Inestrosa (San Salvador, 1957) es escritor y profesor de español y de asuntos latinoamericanos en el Endicott College, Beverly, de Massachusetts, Estados Unidos, además de redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Imagen destacada: Alfredo Pérez Alencarte (1962).