Esta semana se estrenó la ópera prima del director nacional Ignacio Juricic, después de exhibirse en los festivales de San Sebastián (España) y de Valdivia se encuentra disponible para visionarse vía streaming en las plataformas de Red de Salas de Cine y de Matucana 100. El filme cuestiona el rol de la televisión en la representación de los crímenes de odio a fines del siglo XX en el país.
Por Carlos Pavez Montt
Publicado el 4.9.2020
La película dirigida por el cineasta chileno Ignacio Juricic se establece a través de una imagen estática. La cámara, en sus leves movimientos, fija la percepción en la figura receptora mediante un continuo parálisis estético. Los fotogramas, las secuencias dinámicas que tienen lugar en el interior, nos dan la sensación de que estamos frente a una pintura o un cuadro plástico.
La propuesta enigmática logra demostrar la fantasmagoría de la intención presente en los medios. El espectáculo comiéndose a la emoción. La puesta en escena de las heridas del sujeto. La finitud absoluta en la representación de sus gritos y acontecimientos. Así, la objetividad de los hechos históricos se enfrenta de manera intencional con la subjetividad de la sensación.
Porque la estructura simbólica de la realidad mediatizada se ve contrapuesta por la realidad fáctica de los acontecimientos. La discriminación y la violencia contra la otredad se demuestra en los fenómenos camuflados y cotidianos. Lo popular, al fin y al cabo, entendido como la expresión sincera o auténtica del ser propio, es reprimido y violentado por el orden hegemónico.
Se pueden observar variados conflictos entre la individualidad protagonista y sus temas o sus relaciones con lo colectivo. O también entre la subjetividad y la arbitrariedad. Lo plural se mantiene en una condición de posibilidad que permite, o no, el establecimiento de una realidad objetivada en el bagaje imaginario, en el inconsciente colectivo e histórico.
Juricic logra dirigir, junto a su equipo, una representación cinematográfica del morbo de la televisión, pero también de la discriminación y de la exclusión que genera el mal llamado sentido común. Con pocos movimientos, y con mucha precisión, el cineasta chileno genera una estética simple y a la vez potente en la configuración paulatina de un final concluso.
La interiorizada objetividad que juzga y fomenta el olvido y la tolerancia de lo definido. La memoria, en vez de mantenerse en una condición estática, debe sacudirse como una una alfombra sacudiendo el polvo. La realidad no son los hechos de los libros, sino su interpretación. La subalternidad siempre puede luchar contra el orden simbólico.
En el final, el rostro descubierto nos deja un mensaje que se experimenta de manera potente. En contraste con la superficialidad televisiva, la vivencia individual, o la experiencia de lo subjetivo, se establece irónicamente con la ficción dentro de la ficción. Quizás esa confrontación es el contenido último de la película: enfrentar con lo propio al sistema hegemónico.
La cinta Enigma de Ignacio Juricic puede visionarse desde el jueves 3 de septiembre a través de las plataformas de streaming de Red de Salas de Cine y de Matucana 100.
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Carlos Pavez Montt (1997) es licenciado en literatura hispánica de la Universidad de Chile, y sus intereses están relacionados con ella (con la literatura en lengua romance), utilizándola como una herramienta de constante destrucción y reconstrucción, por la reflexión que, el arte en general, provoca entre los individuos.
Tráiler:
Carlos Pavez Montt
Imagen destacada: Enigma (2018).