El longevo narrador chileno se ha destacado por ser directo y franco. Tanto en la literatura como en la vida cotidiana usa un lenguaje directo y sin adornos. Sus historias muestran la sensibilidad de su autor, al que importa lo que sucede a su alrededor. Gozador de la vida y luchador de sus batallas. Afectado de alzheimer, ya no escribe. Lee, escucha música clásica y pasea por la playa. Mientras, el largometraje de Raúl Ruiz inspirado en su novela «Palomita blanca» se exhibirá hasta el día 21 de enero en la Cineteca Nacional de Chile.
Por Ignacio Cruz Sánchez
Publicado el 8.1.2018
“Soy un soñador de la vida y un vividor del arte, un marginal muy pequeño burgués, un inadaptado – adaptado, un católico en estado salvaje”.
Es la presentación que este destacado escritor hace de sí mismo. Con ella he querido introducir este comentario sobre la obra de nuestro escritor, luchador e idealista apasionado.
Sus inicios
Enrique Lafourcade Valdenegro vio la luz en Santiago de Chile, el 14 de octubre de 1927. Tuvo cuatro hermanos, y al igual que muchos destacados en la sociedad chilena, hizo sus estudios en la prestigiada educación pública de la época. Luego estudió Filosofía en la Universidad de Chile.
Escritor, periodista y crítico. Se dio a conocer en sus inicios como periodista y columnista en medios de comunicación. Colaboró en Las Últimas Noticias, El Mercurio y otros medios. Desde esas tribunas hacía comentarios culturales y literarios, y también agudas y mordaces críticas a las situaciones que no le parecían aceptables. En esta época nació la fama de terrible que lo acompañó por décadas. Definitivamente su prioridad no era agradar, sino más bien decir su verdad, lo que le acarreó problemas en muchas oportunidades.
El escritor se refiere a la época de la formación de su generación literaria: “Queríamos explorar el mundo porque pensábamos que la vida estaba más allá de las rutinas familiares y domésticas. Bohemios de pan con queso y tacitas de té en Il Bosco, pasábamos el día metidos en la Biblioteca Nacional y charlando en el Parque Forestal. Un grupo de jóvenes que soñó con ser artistas” (Enrique Lafourcade).
Agreguemos que “Il Bosco” fue un café y restaurante frecuentado por Lafourcade y su círculo, ubicado en la Alameda de las Delicias, entre Estado y San Antonio. Este local recibía a los noctámbulos de todo tipo de la bohemia santiaguina. Entre ellos se encontraban escritores y artistas que se reunían a disfrutar y discutir su pasión por el arte. Sostenían acaloradas discusiones literarias, comían sabrosos platos y brindaban con buenos mostos que acaloraban la conversación.
Nace el escritor
Lafourcade es integrante de la generación literaria de 1950. Compartió con los jóvenes escritores de este grupo, veladas, charlas y una misma forma de ver el mundo. Esta generación tuvo que enfrentarse a cambios sociales difíciles y relevantes, ya que fueron testigos de los graves conflictos bélicos del siglo XX, del nacimiento de la clase obrera, de la industrialización acelerada y de grandes cambios políticos y económicos, además del nacimiento de las filosofías existencialistas y un nuevo modo de ver la vida.
Lafourcade sostiene que hay muchos que escriben novelas y poemas, pero que pocos hacen literatura de verdad. Seguidor de la visión literaria de Vicente Huidobro, especialmente cuando dice: “Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra, el adjetivo cuando no da vida mata”. (Vicente Huidobro)
Este escritor se perfila entonces como uno de los impulsores del cambio en las tendencias de escribir literatura, dadas las necesidades de los nuevos tiempos. Hace arrancar su literatura de la realidad, impulsando una renovación del género narrativo y haciéndolo así más cercano a la gente. Por una parte, más breve (nouvelle), y por otra, con temáticas más contingentes, que tengan sentido para los lectores de una época más vertiginosa y moderna. La temática de sus escritos es realista, controversial y muchas veces polémica.
Un precursor de su generación
Lafourcade publica los libros “Antología del nuevo cuento chileno”, y “Antología de cuentistas chilenos”. En ellos incluye a los escritores de su época que le parecen meritorios desde el punto de vista literario. Con estas dos publicaciones da el reconocimiento y la partida a la generación literaria de 1950, que abrió los ojos a la época contemporánea, en la que surgía una nueva sociedad con desafíos propios relacionados con las urgencias sociales propias de los nuevos tiempos.
Además de publicar las dos antologías de cuentos, en las que incluye a los autores que parecían acercarse a un nuevo estilo literario, organizó las Primeras Jornadas del cuento en Chile.
Su producción literaria
Con su novela “La fiesta del rey Acab” (1959) gana el Premio Municipal de Literatura de Santiago. En ella aborda el tema de los dictadores latinoamericanos, haciendo referencia a Rafael Leonidas Trujillo, gobernante y dictador en República Dominicana entre los años 1930 y 1961. En el año de publicación de esta novela, (1959) agonizaba el régimen de Trujillo, y su libro fue publicado en la clandestinidad. Años después, el 2013, el Estado dominicano lo republicó dentro de la legalidad.
En el tono sarcástico propio de Lafourcade, desarrolla la novela “La fiesta del rey Acab”, lanzando agudas críticas al régimen de Trujillo. El autor plantea la historia como ficción. Al presentar la novela, advierte: “…el escenario y los personajes, incluido el dictador Carrillo, son imaginarios y cualquier semejanza con países, situaciones o seres reales es simple coincidencia”.
Si hablamos de la obra de Lafourcade, sería imperdonable dejar de lado la novela “Palomita blanca”, por lejos su mayor éxito. Se publicó por primera vez en 1971. Ha vendido sobre un millón de ejemplares y más de 60 ediciones.
Si bien es innegable el éxito de esta novela, Lafourcade tiene muchísimas producciones más. Encontramos muchos trabajos suyos en el periodismo. Además fue docente, novelista y cuentista, y poeta en su vida privada. Cuenta con una abundante producción poética que mantuvo siempre en reserva. A todo esto debemos agregar su calidad de agudo y valiente crítico de su sociedad, lo que se deja ver en su obra y declaraciones.
De todos modos, al referirnos a «Palomita blanca», podemos destacar, además de su valor literario, su valor histórico, pues refleja el exaltado momento social del momento. Se ambienta en los comienzos de la década de 1970, momento en el cual la situación social y política del país se encuentra convulsionada a raíz de las elecciones presidenciales que se avecinaban.
Además de ello, esta novela representa a la juventud de esa época, que busca nuevas vivencias espirituales y religiosas, y nuevas sensaciones relacionadas con la sexualidad y exploración de drogas, además del llamado que sienten los jóvenes a tomar partido ante la situación política en la que se encuentran inmersos.
“Palomita blanca” deja en evidencia la existencia de clases sociales separadas por un abismo de prejuicios y odiosidades irreconciliables, y muestra el amor entre dos jóvenes de clases sociales opuestas. No es una novela rosa, ya que las difíciles circunstancias de vida de sus protagonistas dificultan el encuentro amoroso.
María, protagonista de la historia, es inocente como una paloma blanca. Ella cree ciegamente en el amor que siente por Juan Carlos, pero tenía que sufrir y volver a levantarse, aprender. Tornarse más fuerte, convertirse de palomita en halcón, como dice el autor.
María no tiene padre. Fue violada por su padrastro siendo muy pequeña, y su madre alcohólica le da el favor a éste. Vive con su madrina, una mujer en extremo humilde, y pese a todo ello cree en el amor.
Juan Carlos, su enamorado, pertenece a un muy alto estrato social. Se ve complicado en un asesinato político ambientado en la época, lo que termina de destruir la siempre frágil relación con María.
Al poco tiempo de haberse lanzado la novela, el gran director Raúl Ruiz toma esta historia y la transforma en una producción cinematográfica. A raíz del Golpe de Estado de 1973, la película sin estrenar se deposita en las bodegas de Chile Films, debido a la censura que afectó transversalmente la producción artística y cultural del país. Ésta se rescata se rescata veinte años más tarde, con la posibilidad de ser lanzada al público finalmente.
En 1992, “Palomita blanca” fue estrenada por primera vez, después de editar su banda sonora, en la que el grupo musical Los Jaivas interpretan sus canciones, pasando a ser este filme, entre otras cosas, una fotografía del momento social en que se produjo.
La novela “Palomita blanca”, también fue acogida por las tablas. La compañía de Teatro Arlequin adaptó la novela y la puso en escena. Un gran trabajo.
En estos días se ha puesto en cartelera nuevamente esta película de Raúl Ruiz, lo que es un acontecimiento importante, ya que nos permite revivir con la perspectiva del tiempo la época en la que se ambienta la obra, y nos permite también revivir esta conmovedora historia de amor.
Posteriormente, en 1984, Lafourcade publica una nueva novela: “El gran taimado”. Esta novela es una sátira que toma como tema central el gobierno de Augusto Pinochet. En ella se refiere a personajes ficticios en un lugar indeterminado, al igual que en “La fiesta del Rey Acab”
En 1997 Lafourcade presenta un nuevo libro: “la cocina erótica del Conde de Lafourchette”. En este libro, un personaje creado por él, el Conde de Lafourchette, distinguido hombre venido a menos, elabora un recetario afrodisíaco y muestra sus experiencias culinarias extraídas de tiempos mejores.
“La cocina erótica del Conde de Lafourchette” recopila anécdotas, recetas y consejos entregados por este personaje ficticio (el conde) creado por Lafourcade. Aunque el escritor finalmente confiesa que el erotismo no se potencia con preparaciones culinarias, y explica que más bien lo erótico se favorece con un ambiente favorable, esto acompañado de una buena comida y sabrosos vinos. Al preguntarle Claudio Gaete en una entrevista si acaso existen comidas afrodisíacas, Lafourcade responde: “Creo que no. Creo que hay comidas que sí desencadenan la imaginación…”
Alejandro Jiménez, en una entrevista a Lafourcade en el diario La Época, se refiere a este nuevo libro: “El escritor Enrique Lafourcade revive a su Conde Henri de Lafourchette con su libro sobre la cocina erótica. (…) No poca influencia tuvo el personaje en su tribuna periodística: marcó una época, fue verdugo odiado de algunos restaurantes e implacable gourmet”.
En otra entrevista del diario La Época preguntan a Lafourcade por el Conde de Lafourchette, ante lo que éste responde: “Está vivo, si, sí, pero muy viejo, acercándose a los cien años. En esta época pasa escondido. Tiene dos gatos. Lo interesante de este personaje que inventé cuando tenía 48 o 50 años, es que lo imaginé como un viejo con un montón de mañas, y con los años me envolvió: soy yo, yo tengo gatos, yo tengo las mañas. Diseñé un personaje y después fui calzándome en él, instalándome en el Conde Henri de Lafourchette”.
En estos días
A los 90 años de edad, hoy Enrique Lafourcade vive su vejez. Tuvo tres matrimonios y tres hijos. Contrajo el primer vínculo en 1954, a los 31 años de edad, y el segundo con Marcela Godoy. Actualmente, a sus 90 años de edad, vive en Coquimbo con su tercera esposa, la pintora Rossana Pizarro.
En un reportaje reciente, Cristian Brito comenta: “… el autor de ‘Palomita blanca’ vive días de calma en Coquimbo, junto a su mujer, Rossana Pizarro. Afectado de alzheimer, ya no escribe. Lee, escucha música clásica y pasea por la playa”.
Lafourcade vive su vejez de manera tranquila. Cuidado por su esposa en un ambiente ideal. Físicamente frágil. El periodista describe sus rutinas diarias: “Sus actividades y placeres favoritos son mirar las aves, observar el atardecer, caminar por la playa, escuchar música clásica, tomar helados y comer empanadas de queso”. (Cristian Brito)
Brito cuenta que a punto de concluir el reportaje en la casa de Coquimbo, el escritor, al ver el crepúsculo en el horizonte, declamó: “Mirad cómo la mano de Dios toma el sol y lo sumerge hasta apagarlo en el infinito del océano”.
Enrique Lafourcade se considera un simple ser humano más que como un escritor que debe ser admirado. Vivió intensamente y disfrutó la vida. Luchó por sus ideales y fue coherente con su pensamiento.
Lafourcade se ha destacado por ser directo y franco. Tanto en la literatura como en la vida cotidiana usa un lenguaje directo y sin adornos. Sus historias muestran la sensibilidad de su autor, al que importa lo que sucede a su alrededor. Gozador de la vida y luchador de sus batallas.
Sin dudas, él ha sido un aporte a nuestra literatura.
Crédito de las fotografías: Memoria chilena