[Ensayo] «Ardiente paciencia»: Un Chile y un Pablo Neruda «apolíticos»

Pese a lo logrado de su ambientación de época y a su detallista dirección de arte, la traslación que el director local Rodrigo Sepúlveda efectúa en torno a la famosa novela del escritor Antonio Skármeta —Premio Nacional de Literatura 2014—, resulta fallida en su intento por aprehender el claro contenido histórico y social subyacente en el texto dramático que la inspira.

Por Cristián Uribe Moreno

Publicado el 16.12.2022

El streaming de Netflix acaba de estrenar en su catálogo una nueva versión audiovisual de la novela corta Ardiente paciencia de Antonio Skármeta, publicada originalmente en 1985.

Así, esta realización viene a ser la tercera adaptación luego de la película que el mismo escritor había dirigido en el año 1983, filmada en Portugal con producción alemana, y se suma a la traslación italiana Il postino (1994), dirigida por Michael Radford, que tuvo una repercusión internacional durante la época de estreno en cartelera.

Ardiente paciencia (2022), dirigida por el director chileno Rodrigo Sepúlveda, tenía buenas razones para ser esperada pues era la primera versión fílmica de esa novela hecha en territorio nacional, el escenario donde Skármeta ambientó las acciones de su relato.

Y por si fuera poco, contaba entre sus filas con el actor Claudio Arredondo, el intérprete que protagonizó en los 80 el montaje teatral inspirado en la ficción literaria, por lo que se entendía que había un conocimiento previó y probado del artista sobre el material dramático.

La trama del relato ocurre en Isla Negra en el año 1969. En ese momento, Mario Jiménez (Andrew Bargstead), un muchacho de diecisiete años, hijo de un pescador de la caleta, se pone a trabajar como cartero. De esta manera conoce a Pablo Neruda (Claudio Arredondo), quien vive con su esposa Matilde Urrutia en dicho balneario.

El cartero y el poeta se vuelven buenos amigos. En el intertanto, aparece en escena una muchacha que llega con su madre a hacerse cargo de una posada. Mario se enamora perdidamente de Beatriz González (Vivianne Dietz) y pide ayuda al bate para conquistarla.

 

El guion aséptico de Guillermo Calderón

Al ver la realización nacional se observa una factura muy cuidada, en los detalles de época. El mismo color de la película se siente trabajado acorde a una estética de los años 60 y 70. La atmósfera que logra el filme hasta cierto punto recrea el país previo a la Unidad Popular. Por lo que la pregunta está de cajón, ¿eran necesarias las imágenes de dron? ¿Aportan información al relato?

Sin entrar en odiosas comparaciones, el peso lo debía tener la pareja conformada por Mario y Pablo Neruda. En este caso, ambos están dentro de lo que se espera de los personajes. El Neruda de Claudio Arredondo es bastante competente. Y el Mario de Andrew Bargsted tiene un toque de ingenuidad que lo hace querible. Pero el personaje que cobra fuerza en esta entrega es Beatriz.

El relato da más espacio al amor entre los adolescentes y lo vuelve el centro de la trama. Al crecer la historia de amor entre ambos también lo hace la aparición de su madre, Elba (Paola Giannini), quien hace las veces de antagonista, y de su amiga Clarita (Amalia Kassai) que ayuda a que ambos se junten. En torno a ambas, la película crea tramas menores que cambian el foco del relato original.

Así, la amistad del cartero y de Neruda, pasa a un segundo plano. El relato cinematográfico se desarrolla y potencia otros aspectos de la novela, lo cual obviamente es muy válido.

El problema es que las personas que vieron las anteriores versiones o leyeron el libro se sentirán un tanto decepcionados porque los aspectos fundamentales de la narración de la novela se diluyen completamente. La obra que se ve en pantalla es hija de su tiempo pues está hecha para la audiencia de la N roja: un tanto limpia, asexuada y apolítica.

No hay que olvidar que Ardiente paciencia fue en época de dictadura uno de los pilares de la «novela chilena del exilio». Y con esta versión 2022, parece que es un cuento de amor en el que Neruda cumple un mero rol secundario de celestino.

A Rodrigo Sepúlveda se le conoce por su adaptación de Tengo miedo torero (2020), con el enorme Alfredo Castro que se devora el encuadre literalmente. En este caso, la fuerza de su actuación ayuda de modo considerable al relato.

En Ardiente paciencia, los roles principales recaen en dos actores con un gran futuro pero que no tienen el peso de Castro, por lo que la historia no alcanza la densidad que se requería. Un cuento romanticón, en las costas de Chile, bendecido por el poeta. Y más de algún espectador preguntándose, ¿no que había un golpe de Estado entremedio?

 

 

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Cristián Uribe Moreno (Santiago, 1971) estudió en el Instituto Nacional General José Miguel Carrera, y es licenciado en literatura hispánica y magíster en estudios latinoamericanos de la Universidad de Chile.

También es profesor en educación media de lenguaje y comunicación, titulado en la Universidad Andrés Bello.

Aficionado a la literatura y al cine, y poeta ocasional, publicó en 2017 el libro Versos y yerros.

 

 

 

 

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Cristián Uribe Moreno

 

 

Imagen destacada: Ardiente paciencia (2022).