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[Ensayo] «El emperador»: La realidad de forma implacable

La editorial Anagrama reedita el texto del desaparecido cronista polaco Ryszard Kapuscinski dedicado a un personaje de excepción: el empe­rador Haile Selassie de Etiopía, quien gobernó su país como monarca absoluto durante casi medio siglo, hasta que a mediados de la década de 1970 fue derrocado por una asonada revolucionaria.

Por Cristián Uribe Moreno

Publicado el 13.7.2024

La obra de Ryszard Kapuscinski, El emperador (1978) ha sido reeditada por la editorial Anagrama, en su Colección Compactos. Y esta es una gran noticia pues vuelve a circulación este notable retrato del emperador Haile Selassie, soberano de Etiopía, idolatrado por los rastafaris, referente de la África no colonizada por europeos, que gobernó por cerca de 40 años el país hasta que fue derrocado por una rebelión militar en 1974.

Así, la narración que presenta Kapuscinski (1932 – 2007) se distancia de sus habituales crónicas periodísticas de corresponsal en zona de conflicto, labor habitual del reportero polaco, para presentar la vida, el día a día en el palacio de la corte y el emperador, así como también los hechos que llevaron a su derrocamiento.

El grueso del relato se basa en los testimonios directos que el reportero recogió de los cortesanos de palacio, luego del derrumbe del gobierno, en la capital Adis Abeba.

Aquellos hablan manteniendo el anonimato, puesto que en aquellos días sus ciudadanos aún estaban con toque de queda y los militares mantenían un férreo control en las calles. Cuestión que relata en primera persona Kapuscinki, mezclando su voz, que da contexto a la situación histórica, con los testimonios que construyen el relato.

En estos testimonios, los funcionarios de palacio rememoran sus días de esplendor en la corte, describiendo el trabajo habitual que llevaban a cabo y las relaciones al interior de la corte. Lo primero que llama la atención, son los múltiples empleados y las labores más peculiares: el encargado de limpiar los desperdicios del perro, el encargado de abrir la puerta al emperador, el encargado de despertarlo, el encargado del cojín, que lo seguía donde se sentara, o el encargado del talego, que es una bolsa con dinero que portaba para repartir las monedas que el rey indicara.

Las labores descritas dentro de palacio van esbozando un cuadro que se acerca a las imágenes que se tienen de los soberanos de poder absoluto. Una corte que era completamente servil al monarca, que estaba pendiente de cada gesto o detalle en torno a él.

Con todo, lo segundo que revelan estas declaraciones, es esa mirada de súbditos sumisos que aún conservan. En su manera de hablar formal y lisonjera, se vislumbra la reverencia que persiste por el Emperador.

De este modo, al nombrar a Haile Selassie, surgen los más diversos adjetivos, los superlativos o perífrasis que enaltecen su figura: El Bendecido, El Elegido, El Bondadoso, El Digno Señor, El Reverenciado, El Nobilísimo, El Excelentísimo, El Honorabilísimo, Su Augusta Majestad, Su Más Sublime Majestad, El Más Noble de los Señores, El Elegido por Dios, El Rey de Reyes y un largo etcétera de denominaciones que sazonan el relato.

 

En una mera pantomima de su potestad

No obstante, junto con esta caterva de elogiosos términos, en el lenguaje también se trasluce la arbitrariedad, lo antojadizo y abusivo de su accionar. El lenguaje cortesano se cuida de no ser mal interpretado, porque una apreciación errónea significaba caer en desgracia en la corte.

Y aún así, en el habla de sus servidores se configura el actuar de un soberano que no tiene contrapeso en el poder, que concentra todo el mando político, militar y económico, y que sus decisiones respondían muchas veces solo a su parecer y capricho.

Así, con el correr de los años, estas capas de poder lo distanciaron de la realidad. De este modo, en Etiopía, un país con una exigua alfabetización, una gran masa de población sumida en la pobreza y zonas donde la ciudadanía moría de hambre, los hechos terminaron golpeando al Emperador de forma implacable.

En la segunda parte, que aborda la decadencia de este soberano, los testimonios dan cuenta de los principales hechos que fueron menguando la potestad del monarca, convirtiendo todo, en una lenta y constante caída.

De esta forma, en las confidencias de sus súbditos aparece la corrupción de ministros y funcionarios, el robo al pueblo y las luchas entre las facciones que van surgiendo en el territorio. Aun cuando el Emperador nunca dejó de estar al mando, los acontecimientos pasaron por encima de él.

La parte final del relato, captura de forma magistral el debilitamiento de su autoridad y como Selassie sigue encerrado en unas formas señoriales que de a poco comenzaron a estar vacías, quedando su actuación en una mera pantomima de lo que fue su ostensible potestad.

Si en las primeras páginas se configura la grandeza del señor, hasta el absurdo, las últimas páginas mueven al patetismo de una figura que, sin autoridad y sumido en la vejez, pierde todo sentido de realidad.

La figura de Haile Selassie se hizo famosa mundialmente dado que en Jamaica surgió un movimiento espiritual conocido como «rastafari», que vio en él, al mesías descendiente directo de la dinastía del rey Salomón. De hecho, en torno a su persona se denomina el movimiento rastafari: Ra’s Tafari, nombre con que se conocía al regente antes de subir al trono.

Esa representación mesiánica que aún los rastafaris ven en él, el libro claramente la desacraliza, presentándolo como un individuo astuto que supo manejar su mando y que sobrevivió por décadas en el trono. Un libro que muchos políticos debieran leer, políticos que se embriagan con su poder y que sienten que nunca caerán de su pedestal.

 

 

 

 

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Cristián Uribe Moreno (Santiago, 1971) estudió en el Instituto Nacional General José Miguel Carrera, y es licenciado en literatura hispánica y magíster en estudios latinoamericanos de la Universidad de Chile.

También es profesor en educación media de lenguaje y comunicación, titulado en la Universidad Andrés Bello.

Aficionado a la literatura y al cine, y poeta ocasional, publicó también el libro Versos y yerros (Ediciones Luna de Sangre, 2016).

 

«El Emperador», de Ryszard Kapuscinski (Editorial Anagrama, 2024)

 

 

 

 

Cristián Uribe Moreno

 

 

Imagen destacada: Ryszard Kapuscinski.

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