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[Ensayo] «El lugar de la otra»: Condena, reivindicación y libertad femenina

El largometraje de ficción de la directora chilena Maite Alberdi cuestiona, a través de las historias de sus protagonistas, el rol de la mujer en la sociedad, y los estereotipos que, por un lado, catalogan de «loca» a una escritora, y por el otro, los tópicos que relegan a sus personajes en un «segundo plano» tanto en el ámbito doméstico como en el laboral.

Por Jessenia Chamorro Salas

Publicado el 26.10.2024

¿Quién es una? ¿Quién la otra? Cuando dos mujeres coinciden en un espacio marcado por la tragedia de una y la monotonía de la otra, se crea el reflejo de dos realidades paralelas que colindan mientras dura el proceso que, para una, es condena, y para la otra, liberación.

Maite Alberdi (1983), destacada y premiada directora audiovisual, conocida por documentales como La once (2014), Los niños (2016), El agente topo (2020) y La memoria infinita (2023), estrenó este año una película de ficción que aborda de forma crítica y reflexiva temas de género, en el contexto de la década de 1950.

Con una cinematografía delicada, El lugar de la otra revisita la historia de María Carolina Geel (1913 – 1996), escritora chilena reconocida tanto por su audaz narrativa como por haber protagonizado la crónica roja en 1955, tras disparar a su amante, Roberto Pumarino.

Asimismo, con una pulcra fotografía y las destacadas actuaciones de Elisa Zulueta y de Francisca Lewin, la película recorre la vida de Geel, quien, aunque debutó con El mundo dormido de Yenia (1946), escribió Cárcel de mujeres durante su reclusión en El Buen Pastor, dando a conocer su experiencia carcelaria y representando la vida de mujeres que, como ella, estaban privadas de libertad.

Este libro la reinstaló en la escena literaria de la época. Geel no solo exploró la interioridad femenina y la libertad intelectual de las mujeres a través de sus obras, sino que también tuvo un destacado papel como crítica literaria y columnista.

Con todo, El lugar de la otra no solo alude ficcionalmente a Geel, sino que también a otras escritoras destacadas de mediados del siglo XX, como María Luisa Bombal y Gabriela Mistral.

Bombal aparece como una figura paralela a Geel por la similitud del disparo a sus respectivos amantes en el mítico Hotel Crillón (aunque la primera acribilló a su pareja en la vereda norte de la calle Agustinas, justo al lado del desaparecido recinto). Mistral, por su parte, se presenta como un respaldo solidario, pues fue quien pidió el indulto para Geel al entonces presidente Carlos Ibáñez del Campo.

Estas referencias literarias permiten a los espectadores sumergirse en un contexto donde las escritoras tenían una fuerte presencia en la escena pública, en una época de marcada desigualdad de género y dominada por una mirada profundamente machista y patriarcal.

 

Un espacio de redescubrimiento

Alberdi, a través del guion de Inés Bortagay y Paloma Salas, y bajo la producción de Fábula —una de las productoras que ha monopolizado la industria del cine en los últimos años en Chile— concibe El lugar de la otra como un filme inspirado también en Las homicidas (2019), de Alia Trabucco, que explora asesinatos de alta connotación pública cometidos por mujeres, incluyendo el caso de Geel.

Este constante diálogo con la literatura escrita por mujeres aporta densidad dramática a la película. Tomando a Geel como referente, se exponen elementos novelescos estéticamente bien logrados, gracias a la fotografía de Sergio Armstrong, el montaje de Carrillo y Estévez, y la música de Tobar y Miranda.

Aunque a veces cae en los silencios innecesarios habituales en el cine chileno, en otros momentos la música acompaña perfectamente a la estética de época que define la atmósfera de la película.

María Carolina Geel es el referente de la historia, pero no el personaje principal. Ese rol lo ocupa Mercedes, una tímida secretaria del juez a cargo del mediático caso de Geel. Mercedes vive en una casa precaria y, aunque trabaja, también se hace cargo de sus hijos y esposo, quienes parecen menospreciar sus esfuerzos, minimizando incluso su labor en tribunales.

Al conocer a Geel y su historia, Mercedes queda fascinada por la figura de esta mujer disruptiva, de la que se dice que está «loca» por haber asesinado a su amante, emulando a Bombal con una «cita literaria», y que no encaja en los estereotipos aceptables para una mujer.

Geel es representada arrojando al río Mapocho una enceradora que su amante le regaló, un símbolo del trabajo doméstico que se esperaba de ella, y que cobra mayor relevancia cuando el esposo de Mercedes también le obsequia una enceradora, tras insistirle que arreglara la que ya tenían.

A través de ese objeto, Mercedes comienza a cuestionarse lo mismo que Geel: ¿cuál es el lugar de la mujer en la sociedad?

La actitud de Mercedes hacia el caso de Geel pasa de ser reticente y sesgada, a curiosa e intrigada. Tras visitar el departamento de la escritora en pleno barrio Lastarria, resulta inevitable compararlo con su propia casa, y compararse a sí misma con la otra, la mujer que experimenta la reclusión.

De esta forma, empieza a cuestionar la monotonía de su vida, su propio estancamiento e incluso su identidad, ocupando poco a poco el lugar de la otra, mediante pequeñas acciones que la sumergen en la vida de la escritora. Este lugar se convierte, para ella, en un espacio de libertad y de redescubrimiento.

El lugar de la otra cuestiona, a través de las historias de Geel y Mercedes, el rol de la mujer en la sociedad, los estereotipos que, por un lado, catalogan de «loca» a una escritora, patologizando su comportamiento y subestimando su racionalidad; y, por el otro, los tópicos que relegan a las integrantes del género femenino a un «segundo plano» tanto en el ámbito doméstico como en el laboral.

Sin ir más lejos, en su trabajo como secretaria, Mercedes representa un rol pasivo de servicio y de discreción, ilustrado magistralmente en las escenas donde se comunica con el juez en el Club de la Unión, al cual no puede acceder, al ser un espacio que estuvo vedado para las mujeres hasta hace pocos años.

Aunque El lugar de la otra se estrenó vía streaming, posee una calidad cinematográfica que muchas películas populares chilenas envidiarían. Su guion y su estética cautivan al espectador, con momentos conmovedores, intrigantes e incluso cómicos, retratando la vida de dos mujeres cuyas historias se cruzan por un crimen pasional que, para una, significa condena y reivindicación, mientras que para la otra, cuestionamiento y liberación.

 

 

 

 

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Jessenia Chamorro Salas es profesora de lenguaje y comunicación titulada en la Pontificia Universidad Católica de Chile, magíster en literatura latinoamericana y chilena de la Universidad de Santiago, y doctora en literatura latinoamericana de la Universidad de Chile. Asimismo es autora de la novela Corsé (Sangría Editora, 2021).

 

 

 

 

Tráiler:

 

 

 

Jessenia Chamorro Salas

 

 

Imagen destacada: El lugar de la otra (2024).

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