El filme de época del realizador Óscar Aibar —ambientado en pleno Mundial de Fútbol de España 1982— es un thriller político que denuncia la complicidad encubridora del régimen franquista y de sus sucesores frente a los criminales nazis que se refugiaron en la península ibérica luego del fin de la Segunda Guerra Mundial. La obra audiovisual se exhibe por estos días en la cartelera europea.
Por Jordi Mat Amorós i Navarro
Publicado el 2.11.2021
«Cada dos o tres generaciones, cuando se agosta la memoria y desaparecen los últimos testigos de las masacres anteriores, la razón se eclipsa y otros hombres vuelven a propagar el mal».
Oliver Guez
La cita del periodista y escritor francés aparece sobreimpresionada al concluir este notable thriller de trasfondo político que nos mantiene en suspense de principio a fin.
El filme está inspirado en un caso real que invita a la reflexión en tiempos —los actuales— de creciente negacionismo del horror nazi y a la vez pone en evidencia la fragilidad democrática de la España de la transición.
Los hechos transcurren durante el verano de 1982 en el cual se celebró el campeonato mundial de fútbol, tan solo un año después del fallido golpe de estado militar y pocos meses antes de la llegada al poder del PSOE tras décadas de gobiernos de derechas.
La sombra del franquismo era aún alargada, planeaba especialmente en las fuerzas del orden público tanto las militares como las policiales. Lo que aquí se expone fue vergonzosamente ocultado por las autoridades en su día y ha salido a la luz ahora gracias al trabajo de investigación del propio realizador barcelonés y tras la desclasificación de algunos documentos de los servicios secretos españoles (CESID).
Ahora sabemos que criminales nazis residieron en España protegidos por las fuerzas de seguridad. Estos llegaron a la costa levantina escapando de la justicia internacional tras la guerra mundial encontrando amparo en el régimen franquista y permanecieron con la misma escandalosa protección más allá de la muerte del dictador.
Eran una pequeña comunidad de oficiales de distinto rango cuyo deleznable líder fue apodado como “Doctor Muerte” por sus experimentos con miles de prisioneros -muchos de ellos niños- en los tenebrosos campos de concentración nazis.
Una comunidad que manejaba mucho dinero, que construyó un importante complejo hotelero y distintas promociones inmobiliarias que gozaron del beneplácito de las autoridades locales. Compraban favores a quien fuera necesario con tal de lograr sus objetivos.
Eran los simpáticos y generosos alemanes que en sus fiestas —a las que asistían aldeanos agasajados— no dudaban en lucir sus mejores galas militares e incluso cada primavera se atrevían a celebrar el cumpleaños de su venerado führer.
En esa localidad costera todos lo sabían pero callaban, nadie tenía el valor de desenmascararlos. Nadie hasta que llegó un joven policía como sustituto de un oficial fallecido.
Cobardía versus integridad
Aibar nos pone en la piel de Andrés (Ricardo Gómez) un eficaz policía de gran empatía e integridad que poco a poco va descubriendo la verdad.
Pronto se da —nos damos— cuenta de la naturalidad con la que se mueven algunos aldeanos fascistas que no dudan en lanzar sus saludos de brazo alzado a la vista de todos. Así mismo se pone en evidencia la complicidad del comisario jefe tanto con esos elementos radicales como con los alemanes “protectores” y protegidos que aparecen fotografiados junto al entonces líder de la derecha “popular” Manuel Fraga.
Andrés rechaza a esa gente y se embarca en una peligrosa investigación con la única ayuda de un veterano policía al que todos llaman Colombo a quien da excelente vida Pere Ponce. Y también se apoyará en Eva, la médica local que interpretan la joven Viky Luengo en ese verano del Mundial de Fútbol y la veterana Susi Sánchez quien es la narradora en tiempo presente de lo que sucedió entonces.
Colombo lo sabía todo y guardaba mucha información esperando el cambio político que ya flotaba en el ambiente. Colombo no tenía el valor suficiente para actuar pero Andrés sí. Se convierten en equipo unidos por esa voluntad de destapar el caso y asimismo por sus soledades advenidas como consecuencia de ese entorno malsano.
Y es que ambos fueron rechazados por sus familias al no querer formar parte del clan de los beneficiados silentes. Sus mujeres prefirieron la comodidad económica que les ofrecían negándose a querer saber e incluso el hijo de Colombo llegó a dejarse seducir por el líder fascista local llamando cobarde al hombre equivocado.
Porque para esos personajes de fanatismo radical —y todo personaje violento sea de la ideología que sea—, es cobarde quien no hace uso de la violencia ni atemoriza al otro, es cobarde quien no impone su parecer a golpes de pistola o de lo que sea.
Qué cobardía real la de los violentos, quienes confunden vacua bravuconería con el auténtico valor y qué bien se retrata aquí ese proceder en el patético líder local de tres al cuarto.
Cobardes son esos fascistas y la mayoría silenciosa atenazada por el miedo. Íntegros y valientes son los pocos que no se dejan arrastrar ni manipular, Colombo no tiene suficientes agallas pero si tiene sólidos principios y esa integridad ya es mayor valentía que la de la masa silente.
Pero el abanderado de la valentía e integridad es Andrés quien sin miedo a nadie llega al fondo del caso descubriendo que además esos criminales siguen matando impunemente. Ellos son los responsables de numerosas muertes entre la comunidad gitana local en una nueva demostración de que para los supremacistas las demás razas son escoria.
Política fake
Toda esa vergonzosa realidad como denuncia a una democracia frágil entonces en España. Democracia que hoy en día se ve amenazada en todo el mundo especialmente por el resurgimiento de los partidos de extrema derecha, en la mente de todos está el bochornoso asalto al Capitolio de los EE. UU. impulsado por el propio presidente de la nación.
En España la amenaza a la democracia está en las instituciones. Así como en Alemania y otros países europeos la derecha tradicional se niega a gobernar con el apoyo de la extrema derecha, en mi país lo hace en algunas comunidades y ayuntamientos tan importantes como el de Madrid. Y el líder nacional Pablo Casado adopta un discurso y un tono que compiten con los de sus aliados radicales.
Durante esta pandemia hemos presenciado como la presidenta de la comunidad madrileña Isabel Ayuso se apuntaba a la política fake propia de la extrema derecha y prostituía palabras cargadas de sangre histórica. Libertad para ella y sus seguidores es hacer lo que uno quiere sin tener en cuenta a los demás, concretamente menospreciar las muertes por Covid-19 adoptando las medidas sanitarias más laxas de Europa.
Es triste que sean algunos dirigentes democráticos los primeros en abanderar la creciente oleada de desinformación y propagación de mentiras, que no sean contundentes ante la negación y justificación del horror histórico y que tengan la des-facha-tez de desvirtuar valores humanos fundamentales.
Precisamente la grandeza de El sustituto está allí, en destapar verdades para recuperar esa memoria histórica que muchos desconocen o parecen haber olvidado y evitar repetir traumáticos errores; especialmente la película está dirigida a los jóvenes quienes afortunadamente no vivieron ese horror que ahora nuevamente se pretende maquillar.
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Jordi Mat Amorós i Navarro es pedagogo terapeuta por la Universitat de Barcelona, España, además de zahorí, poeta, y redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Tráiler:
Imagen destacada: El sustituto (2021).