[Ensayo] «Ellas hablan»: Confrontar la violencia machista vivenciada

Disponible en la plataforma de streaming Apple TV, este filme de la realizadora canadiense Sarah Polley, y el cual tuvo dos nominaciones para los premios Oscar 2023 a causa de su excelente guion, se encuentra basado en un hecho real de agresiones sexuales masivas ocurridas en 2010 —que inclusive inspiraron la escritura de una novela—, y en su elenco destacan las interpretaciones de Frances McDormand, Ben Whishaw, Rooney Mara y Claire Foy.

Por Jordi Mat Amorós i Navarro

Publicado el 26.5.2023

«¿Por qué la ausencia de amor, la necesidad de amor se traduce en tanta violencia?».
Ona

Basada en el libro homónimo de la canadiense Miriam Toews la película retrata en mirada empática un estremecedor caso real de violencia machista en la que prácticamente todas las mujeres de una comunidad religiosa (más de cien y sin discriminación de edad, desde niñas a ancianas) fueron reiteradamente ultrajadas por algunos hombres de sus propias familias.

Los hechos ocurrieron entre 2005 y 2009 en la remota colonia menonita Manitoba (Bolivia), una comunidad cristiana fundamentalista casi completamente aislada del mundo exterior al que en muchos aspectos rechazaba y en la cual las mujeres eran consideradas inferiores a los hombres.

Una colonia de radicalidad extrema patriarcal en la que ser mujer significaba servir a los hombres y ser discriminada en sus derechos a la educación y al voto. Y asimismo una comunidad de radicalidad religiosa en muchos aspectos de la condición humana tales como la sexualidad.

En ese ambiente de altísima represión, varios hombres violaron de forma masiva y repetida a las mujeres de su colonia tras adormecerlas con potentes somníferos —difundidos en el aire— mientras familias enteras descansaban por la noche en sus hogares.

Las mujeres de cada casa despertaban doloridas con las ropas rasgadas, con moratones por todo el cuerpo e incluso con semen sobre sus pieles desnudas.

Pero los hombres de la comunidad negaban sistemáticamente los hechos argumentando que sus madres, sus esposas y sus hijas mentían o bien que todo era producto de su «salvaje» imaginación femenina o a lo sumo que eran actos de «Satanás».

Y tras años de ferocidad masculina negada, un hombre fue descubierto in fraganti y acabó delatando a sus compañeros de violencia sexual extrema. Fue entonces cuando la comunidad religiosa totalmente desbordada decidió —es decir los hombres decidieron— entregar a sus «satanes» a las autoridades locales.

Un tribunal boliviano los condenó a prisión por sus brutales crímenes, a siete de ellos por sus múltiples violaciones y a un octavo por su colaboración al transformar para uso humano el producto químico que utilizaba como veterinario para anestesiar al ganado.

Esa anestesia animal como símbolo de la anestesia colectiva que regía en Manitoba, del rebaño con poco criterio y espíritu crítico que encarnaban tanto las mujeres como los hombres de ese universo tóxico.

 

Asambleas de mujeres

A Toews le interesó especialmente este caso porque ella creció en una familia menonita aunque perteneciente a una comunidad mucho menos radical.

Como conocedora de lo que significa ser menonita quiso dar voz a esas mujeres victimizadas. De este modo situó la acción de su novela en el momento en que todo ya ha sido por fin descubierto y ellas debaten sobre lo que van a hacer ante la brutalidad de los hechos inequívocamente reales vivenciados.

El suyo es un intencionado —y añadiría que necesario— acto de imaginación femenina (no hay constancia de cómo se desarrollaron realmente) con voluntad pedagógica.

De esta forma, la autora canadiense comenta al medio El Mundo: «Me horrorizó, como a todo el mundo, oír hablar de esas violaciones, aunque no me sorprendió. Sobre todo quería imaginar que harían las mujeres en respuesta a las violaciones, y por qué y cómo»:

Y se siente satisfecha de la adaptación cinematográfica realizada por su conciudadana (las dos viven en Toronto) Polley con guion conjunto y producida por la comprometida Frances McDormand quien interpreta a la taciturna Scarface Janz, una de esas mujeres victimizadas.

En palabras de la escritora y alma de la obra: «Lo que más valoro (de la película) es cómo muestra que podemos reunirnos, democráticamente, y a través del diálogo y la reflexión decidir formas de cambiar nuestras vidas, de cambiar nuestro mundo y mostrar un camino para salir del abuso, sea cual sea ese abuso».

Así, Ellas hablan se enfoca en las intensas asambleas de las mujeres violadas, ninguneadas y obligadas a callar debatiendo sobre qué hacer ante la brutalidad —tanto por activa como por pasiva— de los hechos vivenciados.

En esos debates libres, las mujeres se empoderan y expresan sus distintos puntos de vista. Mujeres encarnadas por grandes actrices —además de la citada McDormand— que demuestran una vez más su calidad interpretativa, cabe destacar a Rooney Mara (Ona) y a Claire Foy (Salome).

Ilustran sus sentidas palabras surgidas desde las entrañas, algunos flashes del horror con la voluntad de constatar lo ocurrido sin recrearse ni enfangarse en la ferocidad machista vivenciada, flashes en los que se muestra su duro despertar tras el horror.

Una cruda realidad la suya, la de esa colonia, que Polley retrata en exquisita sutileza gracias —entre otros recursos— a un simbólico filtro grisáceo que atenúa los colores transmitiendo su gris vivir fruto de la obligada sumisión a la antigua tradición fundamentalista.

Y asimismo esa decoloración casi etérea como queriendo evocar que en el presente retratado, ese mundo opresor va quedando ya afortunadamente atrás gracias a su voluntad de construirse como comunidad libre e igualitaria.

Debo advertir que el análisis que sigue contiene inevitablemente spoilers, incluido el final.

 

Perdón obligado

A esas asambleas femeninas —celebradas durante los dos días en que los hombres han marchado para atender trámites referentes a los responsables máximos del horror— asiste como observador activo un solo hombre que se ha ganado la confianza de las mujeres.

Se trata del joven August (Ben Whishaw) quien es el maestro de la comunidad y en comprometida empatía les aporta sus privilegiados conocimientos a las sin derecho a estudiar.

Inicialmente ellas votan entre tres opciones: no hacer nada, quedarse y luchar contra ese poder masculino que las domina o salir de allí dejando atrás a sus patéticos hombres. Ante el empate resultante entre las dos alternativas de cambio, familias representativas de cada opción defienden sus puntos de vista en la búsqueda de consensuar una posición unitaria.

Un profundo y sustancioso debate en el que se habla de muchos aspectos de la condición humana desde el prisma cristiano humanista. Temas trascendentales como son la venganza, el odio, el amor, la libertad, el pacifismo, el mal y la banalidad del mal.

Y especialmente se delibera sobre el perdón. Sobre el perdón que los hombres quieren recibir en tan escaso lapso de tiempo, el perdón que le exigen a sus mujeres como «acto de fe y amor» sin dignarse a reconocer su enorme responsabilidad ni empatizar —en verdadero acto de fe y amor— con ellas, las victimizadas.

Scarface lidera la opción inmovilista pero pronto abandona ante la fuerza mayoritaria de las mujeres del cambio quienes son conscientes de que el perdón no puede exigirse.

En este sentido hablan sobre una de ellas cuyo marido la maltrata, siempre lo ha perdonado pero él sigue igual. «Lo que tuviste que perdonar fue un mal uso del perdón», reconoce ahora una de ellas. Y otra en esa nueva conciencia añade que: «en algunos casos, puede que el perdón se confunda con permiso».

Poco a poco se va imponiendo la alternativa de abandonar la colonia. Así, se cita a una mujer ya fallecida quien sabiamente decía: «Ve a donde puedas ser de ayuda y deja atrás lo que sea imposible de ayudar».

Y ante las reticencias de la combativa Salomé por entender como cobardía ese dejar atrás, otra voz sabia femenina de la comunidad asegura que: «Irnos nos dará la perspectiva que necesitamos para perdonar».

En efecto, se sabe que la distancia y el tiempo son factores necesarios para alcanzar el auténtico perdón en el que una persona se libera —más aún de lo que libera al otro— de la carga recibida y soportada.

Finalmente se van muchas —con sus hijos menores y adolescentes, otro sustancioso debate el de qué es mejor para estos últimos ya adoctrinados— pero no todas.

La esposa maltratada es una de esas valientes quien junto a su hija también violentada asegura: «Hemos decidido que queremos marchar, que tenemos derecho a tres cosas: Queremos que nuestras hijas estén seguras, queremos ser fieles a nuestra fe y queremos pensar».

August se queda muy a pesar suyo y se despide totalmente conmovido diciéndoles que no regresen nunca.

La última imagen es la del primer bebé nacido fuera de ese universo tóxico, el bebé de la corajosa Ona. Un bebé como símbolo de renovada esperanza, en palabras de la madre: «tu historia será distinta a la nuestra».

 

Épica pedagógica

Esas mujeres se armaron de valor y crearon una comunidad de verdadera fe y amor sustentada en el respeto, la escucha y la ayuda mutua que ya exhibieron en las asambleas fundacionales. Una comunidad humanista y cristiana donde la bondad y el pacifismo no son fachadas impuestas sino verdades vivenciadas.

Su historia es épica, la suya es toda una aventura mítica y —más allá de las connotaciones religiosas— entiendo que es pedagogía necesaria del modo de obrar para poder construir un mundo en el que no nos hagamos —ni hagamos— daño.

Un caso extremo —este— como visualización de una sociedad —la nuestra— que en mayor o menor grado ha estado y sigue estando nublada por la intoxicación patriarcal.

Nuestra sociedad necesita los valores que ostentan estas corajosas mujeres para recuperar la esperanza ahora y aquí de un mundo en armonía (el cielo en la tierra, en terminología religiosa).

 

 

 

 

***

Jordi Mat Amorós i Navarro es un pedagogo terapeuta titulado en la Universitat de Barcelona, España, además de zahorí, poeta, y redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

 

 

 

Tráiler:

 

 

 

Jordi Mat Amorós i Navarro

 

 

Imagen destacada: Ellas hablan (2022).