Una de las veladas más esperadas de la reciente versión del Festival de Cine Las Condes 2025 fue la función de estreno en Chile del último largometraje de ficción escrito y dirigido por el mítico realizador estadounidense, quien esta temporada cumplirá 90 años en su biografía.
Por Cristián Uribe Moreno
Publicado el 11.1.2025
Al continuar con las realizaciones audiovisuales del Festival de Cine Las Condes 2025, uno de los filmes esperados era el estreno de la última obra del octogenario director de cine Woody Allen (1935), Golpe de suerte en París (Coup de chance, 2023).
La película tiene un par de curiosidades que la hacen merecedora de verse: es la obra número 50 del cineasta, por primera vez graba completamente en francés y declaró que esta sería su última creación.
En un día soleado de París, Fanny (Lou de Laâge) camina por la calle, y es reconocida por Alain (Niels Schneider), un antiguo amigo de la secundaria.
Fanny está casada con Jean (Melvil Poupaud), un millonario empresario que la ama, de manera un tanto obsesiva.
Luego, Fanny y Alain, que trabaja de manera libre como escritor, se siguen viendo hasta que surge el romance entre ambos. Esto provoca una serie de eventos y de giros dramáticos que impactarán en la vida de los personajes principales.
En efecto, la trama se asemeja a otros tantos filmes de Allen: una pareja formada se acaba porque uno de los integrantes, ya sea la mujer o el hombre conoce a otra persona que le cambia su existencia hasta ese momento.
Con todo, esta historia el director norteamericano la ha contado un sinfín de veces, con más o menos dramatismo, con más o menos humor, con más o menos romance. Y, no obstante, su última cinta se siente encantadora.
Un filme que se disfruta
Los diálogos están precisos, incisivos, y por momentos con destellos de un ingenioso humor, marca indeleble de Allen en su faceta de guionista. Como siempre con referencias literarias que aluden al argumento de manera indirecta. Esta vez el elegido es el poeta francés Stéphane Mallarmé (1842 – 1898).
Así, la imagen de una espléndida ciudad de París, se debe a la fotografía del maestro Vittorio Storaro. Se complementa todo esto, con la música del jazzista Herbie Hancock y su tema «Cantaloupe island», que le otorga un atractivo toque estético y sonoro a las imágenes de la capital gala.
La versatilidad de la propuesta del veterano realizador se nota en la manera agraciada en que mezcla el drama, el romance y la comedia negra. Pasa de un estado a otro de manera tan sutil que la historia discurre sin que se sienta pesada o inverosímil.
De hecho, los momentos más oscuros del relato, que están relacionado a una subtrama criminal que posee la película, están resueltos con tal genialidad, que en ningún momento la violencia se toma la pantalla.
Y al final, todo se resuelve por detalles, como la famosa moneda en su gran obra Match Point (2005): algunas veces cae de un lado, otras veces de otro. De la misma manera pasa con los largometrajes de Allen, algunas veces funcionan, otras veces no funcionan.
En el caso de Golpe de suerte, el centavo cayó del lado amable, por lo que la película se disfruta, sin ser una obra mayúscula.
«¡Gracias a Dios que existen los franceses!»
Así pues, la última realización de Allen, si es que llega a cumplir su palabra, es un resumen bastante elegante de las ideas dramáticos y filosóficas de su realizador. Desde siempre ha presentado por un lado, la pulsión erótica del individuo que lo lleva a embarcarse en proyectos amorosos, uno tras otro, sin importar las consecuencias que pueden acarrear.
Y por otra parte, el impulso criminal latente en una persona y el cual de una forma irracional no puede contener. En algunos casos, la culpa termina acabando con ellos, en otros esos mismos personales suelen coexistir bastante bien con esa mala conciencia.
Asimismo se percibe que la agitada vida íntima de Allen le ha pasado la cuenta. De los escándalos en los que se ha visto envuelto, hay mucho material gráfico que ha aparecido en las plataformas de streaming, en documentales. Y en algunos casos lo muestran como un monstruo y en otros existe una duda razonable sobre su culpabilidad.
Todo esto ha afectado su carrera y la manera en la cual es apreciado por las audiencias y los controladores de la industria audiovisual. Y en más de una ocasión, ha declarado que para él y su productora, se hace cada vez más difícil recaudar dinero para sus futuros proyectos.
Por esto, la decisión de trasladarse a Francia a fin de concebir un largometraje de ficción completamente en otro idioma que no es su inglés nativo, se entiende tanto como para mostrar su disconformidad a la manera en la cual ha sido tratado en su país natal, como también por el anhelo de rendir un homenaje artístico hacia la cinematografía que siempre ha admirado.
Y se viene a la memoria, la famosa frase que pronuncia Woody Allen en la conclusión de Hollywood Ending (2002): «¡Gracias a Dios que existen los franceses!».
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Cristián Uribe Moreno (Santiago, 1971) estudió en el Instituto Nacional General José Miguel Carrera, y es licenciado en literatura hispánica y magíster en estudios latinoamericanos de la Universidad de Chile.
También es profesor en educación media de lenguaje y comunicación, titulado en la Universidad Andrés Bello.
Aficionado a la literatura y al cine, y poeta ocasional, publicó asimismo el libro Versos y yerros (Ediciones Luna de Sangre, 2016).
Tráiler:
Imagen destacada: Golpe de suerte en París (2023).