La nueva novela del escritor nacional Óscar Barrientos Bradasic elabora una versión compleja, extraña y hasta delirante de esa realidad llamada Chile, y lo hace señalando su dimensión grotesca con elegancia y lucidez, cuando su autor le otorga color, espesura y matices a una realidad local que podría leerse espantosamente plana, predecible y hasta ridícula.
Por Antonia Torres Agüero
Publicado el 10.12.2024
De tanto en tanto a la narrativa chilena contemporánea se le echa en cara su falta de compromiso político, su desconexión con los problemas reales y contingentes de la historia o lo acríticas de sus tramas. El juicio se esgrime como si la literatura tuviese que ser, sin más, una especie de ensayo sociológico o un informe para el diseño de políticas públicas.
Se trata por cierto de una vieja demanda en donde una harto conservadora idea de «realismo» —una idea ramplona y reduccionista— supone una realidad plana y objetiva que la literatura tuviera que venir a transcribir literal y no literariamente. Como si el o la escritora tuviera que dar cuenta de aquello que ve en una realidad indiscutiblemente idéntica para todos.
Afortunadamente, nada más lejano a las estrategias del arte y de la imaginación estética que nos muestran de manera a veces oblicua lo verdaderamente importante: lo que está detrás, debajo o en los intersticios de lo que creemos estar viendo. El arte sacude un muñeco que hace figuras cómicas frente a nuestros ojos, pero en realidad nos insta a mirar los mecanismos y las manos que lo sostienen.
La estrella del mariachi yugoslavo de Óscar Barrientos Bradasic (Punta Arenas, 1974) viene a confirmar la por momentos espantosa lucidez que puede tener el delirio y la fantasía construida a partir de «lo real», si acaso somos capaces de dirigir nuestra mirada a esos detalles de la maquinaria, las grietas del tinglado donde se para una obra.
Olegario Zaterlic, una especie de antihéroe con visos de revolucionario, es el personaje principal del relato: un científico que a duras penas intenta recoger datos para una improbable tesis doctoral que se inscribe en la criptozoología, aquella disciplina liminar que estudia las especies no clasificadas por el canon de la zoología tradicional.
Es decir, se trata por definición de un loser y de un nerd —ambos al mismo tiempo— ya que sus intereses científicos van por caminos que a nadie importan y que no podrían tributar en ninguna escala de productividad académica respetable: persigue y estudia a los monstruos que: «el mito sublima y que la ciencia insiste en disecar y rotular para exponer en las vitrinas de los museos», como dirá el propio Zaterlic al comienzo de la novela.
Luego, es además un nerd porque lo que busca con pasión en sus investigaciones esta especie de niño soñador es el asombro, «pero con la competencia del sensei».
Este explorador desplegará entonces toda su curiosidad y su arrojo por el mapa de Tierra del Fuego, el territorio que lo vio nacer y que, pese a su vastedad, aparente vacío e inquietante silencio, parece estar poblado de una imaginación desbordante donde circulan animales híbridos, bicéfalos y hasta parlantes que son capaces de pensar y especular como filósofos.
Zaterlic, encima de todo, no solo es un científico-utópico (si acaso cabe tamaña combinación conceptual en las ciencias duras) sino que es además devoto admirador de la figura de su fallecido abuelo, aquel otro excéntrico, otrora partisano de las filas del mariscal Tito y un nostálgico de la desaparecida República Federativa Socialista de Yugoslavia.
Un abuelo que además tocaba rancheras vestido de mariachi por bares perdidos en esos páramos, los que recorría con su guitarra al hombro llevando de algún modo a cabo el proyecto de sincretismo cultural conocido como Yu-Mex, que propiciara con entusiasmo el propio Tito en la década de los 50 del siglo pasado.
En fin. Con eso ya se tendrá una idea de lo descabellado de los personajes, lo disparatado de los escenarios, lo surrealista de las tramas. Pero, ¿no es acaso híbrida y delirante la realidad misma?, parece decirnos desde un principio esta por momentos desopilante novela.
Una obra política y contingente
Parte de su originalidad y el sabor de su caldo vienen precisamente de lo inclasificable de su género: La estrella del mariachi transita a medias entre la literatura fantástica, la sátira, el cómic, la de aventuras; todas categorías que su autor entreteje con soltura gracias al lenguaje y, en parte también, al humor.
Un humor que lo hace rimar todo en este proyecto inédito, diría yo, de la literatura chilena contemporánea. De estos dos asuntos que exceden lo estrictamente temático en este libro —el humor y el lenguaje— quisiera detenerme en este último.
Porque más allá de la anécdota y de su trama, la historia ha optado por una particular forma de enunciación. Una que la acerca a la poesía, toda vez que emplea una retórica plagada de tropos sofisticados y cargados de imágenes que comunican y expresan más y mejor que cualquier narrativa pretendidamente descriptiva y certera.
De muestra un par de botones: «mi mente se perdía pensando en esos parajes boscosos de Polonia y me imaginaba aquellos toros de descomunales cornamentas corriendo en el poema verde de la espesura, tratando de alcanzar la afiebrada sinfonía aria».
O este otro fragmento que, hacia el final, revela cómo se asimilan lo monstruoso y el fascismo, asunto clave de esta obra bastante más política y contingente de lo que pudiera pensarse:
«Quizás lo monstruoso viajó siempre en mis teorías, quizás el cazador de monstruos por fin encontró el verdadero críptido, ese leviatán que se levanta con insistencia en los escombros de la historia, prometiendo la forja espiritual de un destino que, a poco andar, deja ver su capote mugriento, sus mercaderes infames, sus camisas negras, su gula incontrolable siempre disfrazada con atavíos esotéricos».
Si acaso aquí no hay metáforas, metonimias y sinécdoques, entonces dónde las hay.
Por sus alcances crítico-satíricos de las actuales formas de la política criolla, el capítulo titulado (nada metafóricamente) «Alianza público-privada», merecería una mención aparte. Funcionarios municipales corruptos reciclados de la era transicional, autoridades desvencijadas, secretarias malagestadas, burocracia estatal absurda, sucias alianzas con el mercado, asesores expertos en nadie sabe qué, «leyes de excepción», «agentes integradores», comisionistas de poca monta, ganapanes y un largo etcétera.
Todo eso se revela como los verdaderos monstruos que habría que cazar y exterminar, más que los críptidos que persigue Zaterlic, porque son éstos los que perpetúan la ruina, la herrumbre y la imposibilidad de cualquier tipo de utopía de justicia y progreso social.
Si bien La estrella del mariachi yugoslavo elabora una versión compleja, extraña y hasta delirante de esa realidad llamada Chile, lo hace señalando su dimensión grotesca con elegancia y lucidez. Óscar Barrientos le otorga color, espesura y matices a una realidad nacional que podría leerse espantosamente plana, predecible y ridícula.
En todo caso, Barrientos viene haciéndolo hace rato. Siempre con esa prosa cargada de poesía, humor y realismo. Aunque parezca surreal.
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Antonia Torres Agüero (Valdivia, 1975) es escritora, periodista y magíster en literatura hispanoamericana contemporánea de la Universidad Austral de Chile y doctora en filología románica (Dr. der Phil) por la Heinrich-Heine-Universität de Düsseldorf, Alemania.
Es autora de los libros de poesía Las estaciones aéreas (Barba de Palo, 1999), Orillas de tránsito (Secretaría Regional Ministerial de Educación, 2003), Inventario de equipaje (Cuarto Propio, 2006), Umzug (Cuarto Propio, 2012), la traducción al alemán de este último, Mudanza/Umzug (Trad. K. Viseneber, Düsseldorf University Press, 2015), la antología de su obra Las secretas costumbres (Aparte, 2020) y Los detalles del mundo (Aparte 2022).
También ha publicado las novelas Las vocales del verano (2017) y Libros marcados (2023), ambas bajo el sello Penguin Random House, así como cuentos en las antologías No te pertenece. Cuentos contra la violencia de género (Garceta, 2020) y Frontera norte. Antología de narrativa chilena y mexicana (Cinosargo, 2020).
Ha obtenido las Becas de Escritura para cuento (2018) y ensayo (2021) del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
Su libro Los detalles del mundo obtuvo el Premio a la Mejor Obra Literaria 2023, en el género poesía.
Imagen destacada: Óscar Barrientos Bradasic.