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[Ensayo] «La jaula de los onas»: El panorama literario del genocidio Selk’nam

La novela del escritor argentino Carlos Gamerro es un libro que aspira a dar una versión panorámica, que viaja desde un punto del globo y el tiempo a otro, tejiendo los episodios que conformaron esa terrible matanza antropológica ocurrida en las pampas de la Tierra del Fuego.

Por Alfonso Matus Santa Cruz

Publicado el 17.11.2022

Si te abdujera una nave extraterrestre en tu próxima salida a acampar y abrieras los ojos rodeado de seres extraños que hablan un lenguaje incomprensible para ti, actuando con una ambigüedad que no sabes si refiere a la violencia o a la fría indiferencia con que los científicos tratan a sus ratas de laboratorio, probablemente sentirías que te han arrancado eso que llamamos humanidad o dignidad.

Y ni siquiera el lenguaje te serviría de medio para intentar comunicar tu situación, para pedir algo o reclamar con la debida insolencia.

Cuesta dar con una analogía precisa, pero algo así es lo que deben de haber sentido la familia de selk’nams secuestrados en Tierra del Fuego y llevados a París para ser expuestos en una jaula, como especímenes que representaban un eslabón anterior de la civilizada sociedad europea, durante la exposición universal de la capital francesa en 1889, la cual, irónicamente, celebraba el primer centenario tras la toma de la Bastilla y la revolución que ensalzaba los ideales de igualdad, de libertad y de fraternidad.

Claro que eso solo para los hombres blancos: siempre hay impuestos y condiciones cuando se habla desde el pedestal de los principios con la guillotina a unos pasos de distancia.

Es con este telón de fondo, el contraste entre la recién inaugurada torre Eiffel y los zoológicos humanos, que comienza la última novela, polifónica y testimonial, inventiva y decimonónica, del escritor argentino Carlos Gamerro (Buenos Aires, 1962), que entre la producción de sus últimas ficciones y ensayos también se dio el tiempo de traducir a Shakespare.

Hablamos de La jaula de los Onas, publicada por la editorial Alfaguara.

 

Un gran esqueleto narrativo

Construir un artefacto narrativo a partir de sucesos históricos concretos siempre es una tarea ardua, minada con incógnitas técnicas y la persecución de un criterio arquitectural que se va armando a punta de pruebas, errores y hallazgos repentinos. Está la necesidad del rigor, pero también la responsabilidad de habitar los espacios en blanco, de dar contenido a los paréntesis que han sido difuminados por la bruma y la erosión de la historia y sus diversos portavoces.

El caso del genocidio que sufrió el pueblo Selk’nam de Tierra del Fuego ha sido tratado un par de veces en la literatura latinoamericana, con un prodigioso precedente narrativo en la novela y artefacto de Galo Ghigliotto, El museo de la bruma, y a modo de una venganza a lo Tarantino combinado con Dostoievsky en Barragán, la novela del generoso narrador magallánico Pavel Oyarzún, pero quizá nunca haya sido descrito con tanta abundancia y variedad de voces como ocurre en la novela de Gamerro.

Cada capítulo coge la voz (a veces en primera persona, otras en diálogos y hasta una especie de guion teatral) de los personajes más desiguales, desde un aspirante a dandy argentino que hace como que ayuda a organizar el pabellón de su nación en la feria universal mientras se enfoca en ejercer su papel de macho aristócrata persiguiendo a las bellezas parisinas.

Y esa línea estética y narrativa prosigue con el habla de un obrero anarquista de la torre Eiffel que luego de descubrir a un selk’nam fugado de la jaula parte en una odisea con este inesperado compañero para llevarlo de vuelta a su tierra natal, no sin antes pasar por Groenladia, las huelgas de trabajadores ferroviarios en Estados Unidos y desembarcar en Buenos Aires donde se topa con los fundadores del imaginario argentino, Martín Fierro y don Segundo Sombra.

Esa odisea es la que da vida y articula el gran esqueleto narrativo.

 

La felicidad de leer

Hay un despliegue narrativo encomiable que coge tanto de Melville, como del laboratorio del Ulises de Joyce, y los narradores decimonónicos rusos y franceses, para ir describiendo las distintas etapas de la historia y el viaje, con los tonos y texturas apropiadas a cada ocasión.

Con la consistencia de un andamiaje histórico preciso, pero no sin lagunas, la literatura coge la posta y se atreve a defender que es en sus obras donde se encuentra el sabor y el cuesco que da vida a los distintos acontecimientos que luego quedan como episodios en el gran y accidentado libro, muchas veces maniatado y traicionero, de la historia con sus procaces mayúsculas.

De este modo Gamerro logra darle la vuelta de tuerca a la relamida constatación de Walter Benjamin sobre que la historia la escriben los vencedores, ya que gracias a su labor ofrece las distintas perspectivas sobre el largo intento de exterminio de los Selk’nam.

Tanto por partes de quienes acometieron esa matanza por saña e interés económico, como de quienes trataron de evitarlo infructuosamente; como los misioneros que daban techo y comida a estos cazadores nómades desacostumbrados a esas comodidades, sin tener en cuenta la devastación que provocarían esos enemigos invisibles que son los gérmenes traídos desde las mecas de la civilización.

Como habitante durante un lustro de Punta Arenas, con la experiencia de haber trabajado en Tierra del Fuego, y leído varios de los libros de investigación sobre los selk’nams, como el largo trabajo antropológico de Martín Gusinde, este es uno de esos libros que a uno le hubiera gustado escribir pero que está incluso más feliz de poder leer.

Quizá sea porque a este episodio histórico le ha llegado su momento de ser expuesto es que la imantación que provoca en muchos ha dado pie a las diversas reelaboraciones literarias sobre el asunto que hemos visto durante los últimos años.

La jaula de las onas es un libro que aspira a dar una versión panorámica, que viaja desde un punto del globo y el tiempo a otro, tejiendo los episodios que conformaron ese terrible genocidio ocurrido en las pampas de Tierra del Fuego.

Es, por esto mismo, un estudio acabado sobre las relaciones de poder que el hombre blanco diseñaba para beneficio propio, pero también un retrato místico y despojado de idealismos sobre el riquísimo mundo de los Selk’nam, su cosmología y su ritual del Hain, al que se le dedica un fabuloso capítulo casi al final.

De esta forma, en esa conclusión llegan muchas respuestas, sorpresivas, tan dolorosas como maravillosas, sobre la relación de ese obrero y ese aborigen al cual el destino parece haber encomendado una peculiar misión.

 

 

 

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Alfonso Matus Santa Cruz (1995) es un poeta y escritor autodidacta, que después de egresar de la Scuola Italiana Vittorio Montiglio de Santiago incursionó en las carreras de sociología y de filosofía en la Universidad de Chile, para luego viajar por el cono sur desempeñando diversos oficios, entre los cuales destacan el de garzón, el de barista y el de brigadista forestal.

Actualmente reside en la ciudad Puerto Varas, y acaba de publicar su primer poemario, titulado Tallar silencios (Notebook Poiesis, 2021). Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

«La jaula de los onas», de Carlos Gamerro (Editorial Alfaguara, 2022)

 

 

 

Alfonso Matus Santa Cruz

 

 

Imagen destacada: Carlos Gamerro.

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