[Ensayo] «La noche de Getsemaní»: La experiencia más profunda de una plegaria

La nueva monografía del autor italiano esconde lecciones muy relevantes sobre la condición humana, pues en sus cautivantes páginas el multifacético escritor se refiere a la soledad esencial del hombre, a la traición y a la necesidad que tenemos todos del perdón.

Por Nicolás Poblete Pardo

Publicado el 10.10.2024

Massimo Recalcati (Milán 1959), psicoanalista y ensayista, autor de El complejo de Telémaco, El secreto del hijo, De Edipo al hijo recobrado y Retén el beso, entre otras publicaciones, presenta en La noche de Getsemaní una profunda reflexión sobre la traición, la deslealtad, el rol del maestro y la enseñanza, centrándose en aquella noche, después de la última cena, cuando Jesús se dirige al huerto de los olivos descrito en los Evangelios.

En palabras de Francesco Capaldo, este ensayo resulta en: «un retrato muy humano de Jesús y de sus discípulos», donde: «el lector se reconocerá en su dolor y su soledad».

La noche de Getsemaní es un ejemplo de cómo una escena dotada de un poder religioso puede servir como punto de inflexión para hablar de valores en conflicto que traspasan el margen de la devoción formateada de modo oficial.

Aquí, verdaderamente el marco referencial es sobrepasado y, a modo de excusa, sirve como superficie para transferir historias separadas por eones y contrastarlas con sus versiones actuales para, así, sugerir una acumulación de sincronías.

Con todo, la brecha que este documento permite acordonar se vale del prisma psicoanalítico, principalmente lacaniano, que su autor vocaliza:

«La palabra, en su fundamento último, como bien explica asimismo Lacan, ¿no es acaso siempre una invocación, no se dirige siempre hacia el Otro? La enseñanza de Getsemaní nos muestra que estar sin Dios significa estar más cerca de Dios y que la experiencia de la ausencia de Dios acerca paradójicamente al hombre a Dios. Pero esta cercanía no es simplemente consoladora. Lo que encontramos en ella es, sobre todo, la experiencia más profunda de la plegaria».

Pilares fundamentales del ensayo son el estudio sobre la soledad del maestro, la noción de herencia, la abyección que significa la traición y el engaño. ¿Quién es el heredero más justo? ¿Qué significa heredar? ¿Qué significado tiene la herencia de la Ley?

 

Todo acto de amor es siempre absoluto

Recalcati explica: «La herencia implica una discontinuidad en la continuidad, mientras que los viñadores homicidas reivindican únicamente un derecho obtuso de propiedad sin reconocer forma alguna de deuda simbólica. Olvidan la procedencia de la tierra en la que trabajan, olvidan el pacto simbólico que los ata el dueño de las vides. Por esa razón son malos herederos: pretenden apoderarse de la herencia en lugar de reconocer que esta es antes que nada la relación con nuestra propia procedencia».

Sobre el heredero justo, acota: «Para ser unos justos herederos es necesario reconocer la deuda simbólica que nos une a nuestra procedencia. El heredero justo es aquel que trabaja en lo que ha recibido con la libertad de generar frutos nuevos».

Por esta razón, Jesús dice de sí mismo que es una puerta y se identifica con esta posición, con el hecho de «volverse puerta»: «Jesús puede donar su vida como si fuera verdaderamente una puerta, puede ser el primero que realice el tránsito a través del miedo a la muerte y a la Ley. En este sentido, el terrible ciclo de su pasión no queda dominado por la economía del sacrificio, sino por la donación incondicional de sí mismo».

Jesús afirma que nadie le quita la vida sino que es él quien la ofrece voluntariamente. Aquí estamos en el corazón de la noción de amor: «Todo acto de amor, si es realmente tal, es siempre absoluto, porque encuentra su satisfacción solo en el cumplimiento de sí mismo y no en la ganancia que el acto podría granjear, en un tiempo diferido, al propio acto».

Recalcati traza una larga línea para llegar a la idea de enamoramiento, luego a la de amor transmutado en odio y, finalmente, a la abismante revelación que hay tras la traición («no existe la traición si no se da una proximidad entre el traidor y el traicionado») y el engaño.

De partida: «el enamoramiento idealizador excluye la otredad del Otro, pretende que esa otredad coincide plenamente con la representación narcisista del amado». En las jerarquías emocionales vemos que: «el amor, como sucede a menudo en las relaciones entre profesor y alumno, se ha convertido en odio».

A continuación: «la experiencia más radical de traición no proviene nunca del desconocido, sino de quien está cerca —del más cercano—, de aquel en quien depositamos nuestra plena confianza».

Es aquí donde más nítida parece la argumentación de Recalcati, en el lugar terrible del engaño: «Engañar no implica amor alguno, cercanía alguna, proximidad alguna. Se trata sólo de astucia cínica. El que urde el engaño no tiene vínculo emocional alguno con quien es engañado».

Quien lleva a cabo el engaño, su artífice, obra con lucidez, sin pasión, sin ningún obstáculo afectivo, pues: «la persona engañada no tiene valor alguno para él».

 

Las plegarias atendidas

Veremos, finalmente, al arquetipo del maestro, el profesor, el mentor. Nada hay más actual que el dilema que enfrentan los docentes en las aulas (incluso virtuales) hoy y, sin embargo, la herencia es clara, casi atemporal, desde el momento en que el engaño es prehistórico.

Leyendo psicoanálisis, Recalcati afirma: «el deseo, como recuerda Lacan, es una fuerza excéntrica y subversiva que causa ‘un trastorno permanente dentro de un cuerpo sujeto al estatuto de la adaptación'».

Y, sobre el trauma que sufre el maestro y que, quizá, siempre implica una decepción de amor, una caída de la idealización, Recalcati vislumbra un destino: «El destino de un maestro, ¿está siempre llamado a decepcionar a sus alumnos? ¿Es el destino del vínculo con un maestro necesariamente parricida?».

Traición, traicionero, traicionado: todas puñaladas infligidas en y desde distintas partes: «¿No se ha dicho, sin embargo, que si Judas traiciona es fundamentalmente porque se siente traicionado? ¿Porque Jesús no ha respondido, como él esperaba, a sus aspiraciones políticas?».

¿Acaso no es Jesús, según opina Judas, quien ha traicionado la promesa? Luego, a través de la traición de Pedro, quien lo niega reiteradamente, Jesús comienza el proceso de destitución de la idealización heroica de la lealtad. La revelación es una penosa demostración: incluso el amor más sólido es susceptible de caer y traicionar su propia causa.

Y, aquí, tenemos la consecuencia natural: «Es la soledad extrema —el abandono absoluto— que todo maestro conoce». El maestro: «ha de vivir la experiencia de la ausencia y de la soledad justo en el momento en el que es él quien se ve pidiendo ayuda y no ya atendiendo la solicitud de ayuda de personas necesitadas».

Lo que queda es una impotencia vocalizada: “Cuando la plegaria no encuentra respuesta alguna, adopta la forma de grito».

 

 

 

 

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Nicolás Poblete Pardo (Santiago, 1971) es periodista, profesor, traductor y doctorado en literatura hispanoamericana (Washington University in St. Louis).

Ha publicado las novelas Dos cuerpos, Réplicas, Nuestros desechos, No me ignores, Cardumen, Si ellos vieran, Concepciones, Sinestesia, Dame pan y llámame perro, Subterfugio, Succión y Corral, además de los volúmenes de cuentos Frivolidades y Espectro familiar, la novela bilingüe En la isla/On the Island, y el conjunto de poemas Atisbos.

Traducciones de sus textos han aparecido en The Stinging Fly (Irlanda), ANMLY (EE.UU.), Alba (Alemania) y en la editorial Édicije Bozicevic (Croacia).

Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

«La noche de Getsemaní», de Massimo Recalcati (Editorial Anagrama, 2024)

 

 

 

Nicolás Poblete Pardo

 

 

Imagen destacada: Massimo Recalcati.