[Ensayo] «La vida íntima»: Fagocitados por la sociedad del espectáculo

La novela del narrador italiano Niccolò Ammaniti —que acaba de publicarse en español— revela el oportunismo que transversalmente se escucha todos los días por boca de los políticos posmodernos, quienes sin resquemor alguno utilizan cualquier causa de modo advenedizo con el fin de conquistar votos y adeptos.

Por Nicolás Poblete Pardo

Publicado el 1.6.2024

La última novela del autor italiano se presenta como una narración que circula entre la sátira, la tragicomedia, la novela posmoderna, y en ella vemos una nítida representación de nuestra sociedad actual desde el prisma de la política, transformada en pantalla y trampa.

En efecto, La vida íntima de Niccolò Ammaniti (Roma, 1966) transparenta la degeneración que ha sufrido un ámbito donde la diplomacia ni siquiera alcanza a ser disfraz y donde los intereses creados por una sola cúpula dictaminan el destino de los espectadores, ya que, más que electorado informado, aquí tenemos a multitudes de cuerpos vacíos fagocitados por la sociedad del espectáculo.

María Cristina, la protagonista de esta novela: «es un gólem que una serie de expertos han creado y que el Bicho, el gestor de redes sociales de Mascagni, ha programado para que sea la encarnación de la perfecta casada de un primer ministro». María Cristina: «se rinde a su condición de maniquí que luce ropa», y es incapaz de: «ponerse en el lugar del otro».

Así, es precisamente ella («María Cristina no es más que la actriz de su existencia»), un personaje que es tanto víctima como victimaria de una emboscada donde se mezclan caricatura y realidad, quien, gracias a su monstruosidad (como a veces puede serlo la extrema belleza), puede torcer el destino de la realidad política en su país.

Sabemos que su exmarido, un escritor, muere en un accidente. Su afinidad para con él se resume así: «[María Cristina] había leído tres libros en su vida… nada sabía de literatura». En el accidente automovilístico él muere; ella sobrevive y la vemos con su siguiente marido, el actual primer ministro.

La política tampoco es un área que a María Cristina le interese. De hecho: «odia la política. El día que Doménico aceptó el encargo que le hizo el residente de la República le pidió un favor: que no le hablara de política». La hija que consiguen tener, posiblemente in vitro, ya que María Cristina reconoce no tener sexo con su marido, es Irene, quien tiene El principito como lectura de cabecera y esta referencia, que también es un epígrafe de la novela, reafirma la cualidad posmoderna de La vida íntima.

 

Atormentados por la culpa y el deseo

El autor está consciente del juego que pone en marcha, del monstruo que suelta para que circule por sus páginas, tal como Mary Shelley reveló al publicar Frankenstein, refiriéndose a la novela como su propio monstruo: «Me gusta que esta historia comience así», escribe Ammaniti.

De esta forma, en algunos momentos, el autor necesita separarse de su creación, y se dirige al lector, pontificando sobre los alcances de la escritura, comentando, por ejemplo, cómo deben ser las buenas novelas o cómo deben finalizar. En algunos momentos se dirige al lector como «querido lector», en guiños posmodernos que confirman que esta es una fabricación más.

El monstruo cumple la función única de la expiación, porque, hasta los más poderosos están en una tensa jerarquía y deben rendir cuentas ante el máximo poder: El Bicho, «jefe de AP Team, una oscura secta de jóvenes expertos en medios de comunicación que dirige el gabinete de prensa del primer ministro».

Con todo, el Bicho tiene el poder de chantajear y así manipular la vida de cualquiera. Él es asexual («Ver sexo humano no me excita»), de modo que el vídeo en el que se ve involucrada María Cristina es pura estrategia y mercancía. Lo importante es proyectar la carrera política de Domenico, para lo cual María Cristina puede ser vista como «víctima sacrificial».

Ante la posibilidad de más poder, el Bicho se excita con sus sueños omnipotentes: «Conquistaríamos a todo el electorado femenino, al que luego se uniría el colectivo LGTBI y, por último, los varones atormentados por la culpa y el deseo. ¡Ganaríamos!».

Estas pancartas de supuesta igualdad y beneficencia revelan el oportunismo que, transversalmente, vemos día a día por boca de los políticos, quienes sin resquemor alguno, utilizan causas de modo advenedizo para conquistar adeptos; a la vez que aguardan —preocupados de esquivar los chantajes virtuales que resultan en cámaras de permanente vigilancia y posibilidad de extorsión—, a que estos discursos se revelen finalmente como espurios, o mera propaganda.

María Cristina puede verse como un espécimen único, huérfana a los doce años, padre desaparecido, madre muerta. Su vínculo más cercano transcurre con Luciano, hijo de los empleados que la criaron.

Asimismo, María Cristina sufre por la muerte de su hermano Alessio, quien manifiesta audacias suicidas, y es abusada por un doctor cuando es solo una niña. El inevitable reencuentro con un amigo del pasado, Nicola Sarti (fugaz amante suyo, y en realidad, un cercano de su hermano fallecido), y quien se presenta plagado de símbolos de riqueza y placer, precipita la acción.

Él también está en el escenario del poder. Le dice a María Cristina: «Hoy en día, basta una anécdota graciosa para ganar unas elecciones. La gente vota cualquier cosa». Así, el juego sucio de la política se expone de la manera más grotesca. Conversando con Nicola, ad portas de su entrevista, María Cristina le confiesa: «que, al parecer, el gobierno depende de su aparición televisiva».

No hay duda: María Cristina es una sobreviviente, como queda claro en la esperada entrevista que, finalmente, tiene lugar al final de la novela.

María Cristina revela: «Quizá por eso me cuesta hacer amigos, apegarme a las personas, porque tengo miedo de perderlas». ¿Es ella quien provoca la desgracia de todos los que la rodean?

¿Es María Cristina la máxima depredadora, exitosa especie en la competencia por la selección, o es solo una víctima de la sobrevida que ofrece el mercado para los privilegiados? Asimismo, ¿es ella un conejillo de indias de las pasarelas políticas o es tan solo un improbable vampiro?

 

 

 

 

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Nicolás Poblete Pardo (Santiago, 1971) es periodista, profesor, traductor y doctorado en literatura hispanoamericana (Washington University in St. Louis).

Ha publicado las novelas Dos cuerpos, Réplicas, Nuestros desechos, No me ignores, Cardumen, Si ellos vieran, Concepciones, Sinestesia, Dame pan y llámame perro, Subterfugio, Succión y Corral, además de los volúmenes de cuentos Frivolidades y Espectro familiar, la novela bilingüe En la isla/On the Island, y el conjunto de poemas Atisbos.

Traducciones de sus textos han aparecido en The Stinging Fly (Irlanda), ANMLY (EE.UU.), Alba (Alemania) y en la editorial Édicije Bozicevic (Croacia).

Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

«La vida íntima», de Niccolò Ammaniti (Editorial Anagrama, 2024)

 

 

 

Nicolás Poblete Pardo

 

 

Imagen destacada: Niccolò Ammaniti (por Greta De Lazzaris).