[Ensayo] «Los hechos de Key Biscayne»: Plagiar los recuerdos

El mérito estético de esta provocativa y honesta narración —que presenta la escritora catalana Xita Rubert— se revela en su maestría con el propósito de mantener en alerta emocional a su lector, al inyectarle una suerte de ansiedad por saber lo que va a suceder mientras avanza a través de la sensible confesión de sus páginas.

Por Martín Parra Olave

Publicado el 10.1.2025

En los 42 años de trayectoria editorial del Premio Herralde de Novela solo en un par de oportunidades han sido ganadores dos autores en la misma instancia.

La primera vez fue en el año 1994 y la segunda, tres décadas después, en su última edición de 2024, cuando se proclamaron vencedoras la escritora chilena Cynthia Rimsky con Clara y confusa, y la narradora española Xita Rubert (Barcelona, 1996), con su ficción Los hechos de Key Biscayne.

Una obra, esta última, que relata los singulares acontecimientos ocurridos a una niña mientras vivía junto a su hermano y su padre (un académico divorciado) en los Cayos de la Florida, Miami, Estados Unidos.

La autora barcelonesa se ha destacado por ser una de las creadoras menores de 30 años con mayor proyección dentro de la narrativa hispanoamericana. Gracias a su anterior libro, Mis días con los Kopp (2022), obtuvo una excelente recepción por parte de la crítica y una auspiciosa acogida de innumerables lectores que agotaron varias de sus ediciones.

Ahora, y con su ficción ganadora del último Premio Herralde, Rubert utiliza la voz narrativa de una niña que va a describir los sentimientos que experimentó en el periodo de tiempo que estuvo junto a su familia en las costas de Miami, etapa llena de cambios y de situaciones azarosas que marcaron definitivamente a la escritora, quien además reflexiona de forma permanente sobre el acto de recordar y la complejidad de expresar en forma satisfactoria sus recuerdos personales.

«No sé exactamente, y más vale que lo diga, lo que sucedió durante aquellos meses. Al hombre que solía recordar conmigo lo asedia un olvido sin remedio, a menos que el remedio lo ponga yo. Y la mujer que podría ayudarme a recordar, con razón, prefiere no hacerlo», explica la voz hablante.

Y continúa: «No sé qué sucedía en Key Biscayne, digo, pero no creo encontrar la respuesta si recupero lo real: si recobro hechos, fotografías, testimonios de familiares que nos visitaron en la isla. Porque miento cuando finjo querer recobrar lo que sucedió. Lo que quiero es cambiarlo», se lee en las páginas de esta novela emocionante y comprometida.

 

La guerra entre las personas divorciadas

En el relato existe permanentemente un gesto hacia lo que va a suceder, hacia la inminencia y el acecho de lo maligno como una manifestación de las acciones más oscuras de los seres humanos.

Por un lado, se encuentra el padre de la narradora, un profesor que deja su puesto en la Universidad de Boston para irse a trabajar a la Universidad de Miami, una decisión difícil de comprender y que él justifica como lo mejor en relación al conjunto del grupo familiar.

El padre es llamado el «hombre paradójico», quien de forma permanente falseaba los hechos y generaba confusiones innecesarias al complicar las vidas de todos quienes se encontraban a su alrededor:

«Sus mentiras sí nos mintieron, y que ahora comenzamos a emerger de la mentira», explica la narradora al iniciar la novela, mientras lanza al lector el primer anzuelo acerca de lo que vendrá, una particular historia en torno a su progenitor.

Y en segundo término se encuentra la madre de los hermanos, quien llega desde España para ver a sus hijos, a los cuales por culpa de Ricardo —el padre fabulador— no ha podido abrazar ni querer durante algunos meses.

Entre ambos integrantes de la otrora pareja existe una tensión permanente, una disputa por quien hace lo correcto en nombre de los chicos, al representar a través de esta coyuntura emocional la tradicional batalla o pugnas de poder afectivo entre las personas divorciadas.

Sin embargo, a poco avanzar de las páginas nos damos cuenta de que no es solo una infidencia acerca del padre, la madre y las miserias del proceso de separación, sino que el texto abarca un espectro mucho más amplio, lleno de mentiras, silencios y la recreación de un mundo donde los menores de edad pierden derechos en favor de los adultos, los cuales se comportan de manera egoísta, y hasta en algunos casos de forma maligna y perversa.

¿Cómo crecer así entre hombres y mujeres ególatras y plagados de mentiras? ¿Qué mundo es el que vamos a reproducir cuando la frivolidad de las apariencias es lo que domina el accionar de las vidas personales? ¿Qué nos espera como sociedad cuando los hijos e hijas se crían solos expuestos a los peligros de las redes sociales y al mundo de una sexualidad sin amor?

No son preguntas menores las que nos surgen con esta lectura, y la cual nos deja sin aliento y llenos de incertidumbres.

En este sentido, el relato no se cierra en el entorno familiar únicamente, sino que se abre como una bomba de racimo hacia las realidades que rodean a este grupo humano: la escuela, los inmigrantes provenientes desde distintas naciones, el circuito de los empleados domésticos, los integrantes de la diplomacia y de las personas que de una u otra manera inciden —directa o indirectamente— en sus atormentadas biografías.

Sin lugar a dudas, que el mérito de esta narración se ubica en su maestría para mantener en permanente alerta al lector, al inyectarle una suerte de ansiedad por saber lo que va a suceder más adelante y que finalmente nunca queda del todo claro, pues tal cual lo señala la autora, son hechos que ella tampoco conoce en su cabalidad dramática.

Una obra que no dejará indiferente a sus audiencias, quienes disfrutarán de esta novela a plenitud, y con agradecimiento.

 

 

 

 

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Martín Parra Olave es licenciado en gobierno y gestión pública de la Universidad de Chile y magíster en letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Actualmente cursa el doctorado en literatura impartido por esa última casa de estudios.

 

«Los hechos de Key Biscayne», de Xita Rubert (Editorial Anagrama, 2024)

 

 

 

 

Martín Parra Olave

 

 

Imagen destacada: Xita Rubert (por Adiva Koenigsberg).