La reciente obra fílmica de Alexander Payne recuerda aquel viaje de los camaradas de «Entre copas», narración audiovisual con la que guarda más de una similitud en relación al derrotero trascendental que llevan a cabo los amigos Jack y Miles, otra vez un tremendo Paul Giamatti.
Por Cristián Uribe Moreno
Publicado el 19.1.2024
El director Alexander Payne está de vuelta. Reconocido por cintas anteriores como Election (1999), Entre copas (2004) o Nebraska (2013), que cimentaron la carrera de un autor que siempre tiene algo que qué decir, en tanto, va desnudando capa a capa ese complejo entramado que llamamos «alma humana».
Así, y en este caso, Payne vuelve con Los que se quedan (The Holdovers, 2023), un drama Y comedia que profundiza en una serie de personajes que por alguna u otra razón, viven en mundos cerrados.
Paul Hunham (Paul Giamatti) es un estricto y antipático profesor de historia en el exclusivo colegio de Eton, Massachussets. Se acercan las vacaciones de Navidad en el año 1971 y el profesor es obligado a pasarlas en el interior del establecimiento con un grupo de estudiantes cuyos padres no pudieron ir a buscarlos.
Entre estos estudiantes, figura Angus Tully (Dominic Sessa), un adolescente que tiene razones de sobra para sentirse distanciado de su familia. Angus, como su nombre lo anticipa, es el símbolo de las angustias de la juventud: no se siente querido por su familia y ha sido expulsado de diversas escuelas.
La otra persona que permanecerá en el colegio durante las vacaciones de invierno es Mary Lamb (Da’Vine Joy Randolph) cocinera del colegio, quien recientemente perdió a su hijo en la guerra de Viet Nam, por lo que está viviendo un proceso de duelo que no es muy evidente.
Este trío muy singular, que se queda aislado en el inmenso colegio, va encontrando vínculos que les permite vivir juntos durante esos días. Pese a sus propias inseguridades y egoísmos. Para este efecto, la cocinera será el cable a tierra que pondrá la cuota de cordura en los enfrentamientos entre alumno y profesor.
Una «road movie» de aprendizaje existencial
La historia da un giro cuando el trío decide iniciar un viaje a Boston. Travesía que les permitirá sacarse por unos días la pesada carga del estricto colegio y disfrutarán libre de sus inhibiciones, de las festividades de fin de año. Pero acercará a los protagonistas a sus más profundos dolores y traumas, convirtiéndose también en un recorrido de aprendizaje para todos.
El realizador exhibe lo descrito —en la narración audiovisual— sin estridencias ni excesos dramáticos, pues alterna esas secuencias con momentos de comedia que van dando un extraño equilibrio y encanto a la película, donde afloran sensaciones y emociones.
La ambientación de los años 70 está muy bien lograda en cuanto a estética y fotografía. Además de agregar imágenes que refuerzan esa idea de aislamiento y frialdad que tiene atrapados a los protagonistas en el colegio.
De esta manera, el filme va desarrollando de manera pausada sus diversas líneas narrativas y quizá esto atente un poco en el resultado final, pues se demora un tanto en llegar a lo medular de la historia. No obstante, el guion es un trabajo de relojería fina y logra urdir una red desde el inicio, donde todo funciona y encaja de forma perfecta hasta el final.
En el fondo, la propuesta de Payne es un pequeño cuento de navidad, un relato que hace recordar a Canción de Navidad de Charles Dickens. Un relato más moderno este, sin fantasmas corporizados, sino más bien de espectros que flotan en la vida de los protagonistas, como personas que ya no están o incluso, malas decisiones que afectaron la vida de los intérpretes.
La reciente obra fílmica de Alexander Payne recuerda aquel viaje de los camaradas de Entre copas, narración audiovisual con la que guarda más de una similitud en relación al derrotero trascendental que llevan a cabo los amigos Jack y Miles, otra vez un tremendo Paul Giamatti.
En ambos largometrajes se apunta a esas amistades sinceras (e inesperadas en el caso de Los que se quedan) que se convierten en compañeros de ruta vital en los momentos que más se necesita de ellos.
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Cristián Uribe Moreno (Santiago, 1971) estudió en el Instituto Nacional General José Miguel Carrera, y es licenciado en literatura hispánica y magíster en estudios latinoamericanos de la Universidad de Chile.
También es profesor en educación media de lenguaje y comunicación, titulado en la Universidad Andrés Bello.
Aficionado a la literatura y al cine, y poeta ocasional, publicó el libro Versos y yerros (Ediciones Luna de Sangre, 2016).
Tráiler:
Imagen destacada: Los que se quedan (2023).