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[Ensayo] «Luces rojas»: Esconder el tiempo

Disponible en la plataforma de streaming Prime Video, esta obra audiovisual del realizador español Rodrigo Cortés hace pensar en lo que significa el paso de las horas, de los días y de lo minutos para alguien que está «haciendo trampa» y también para el resto de los mortales.

Por Aníbal Ricci Anduaga

Publicado el 4.11.2024

Una de estas películas con final tramposo. Ahí donde Shyamalan nos asombraba con El sexto sentido (1999), historia meticulosa sobre la vida en el más allá, con personajes profundos en manos de extraordinarios actores, acá el cineasta español Rodrigo Cortés (1973) buscaba aparentemente demostrar lo contrario, la no existencia de la percepción extrasensorial, que los psíquicos echan manos a sus trucos y los mejores lo ocultan de manera brillante.

Tengo veintitrés amigos en la página de Facebook.

Si bien no me convenció del todo la vuelta de tuerca, debido a que no existen tantos Shyamalan en el mundo del cine, de esos que hacen ese giro final y no te sientes estafado porque la experiencia fue genuina y las emociones son lo más cercano a un hecho real.

De todos modos, la película tiene un montaje vigoroso y un suspenso dramático conducido con habilidad. Estos actores están un peldaño más abajo que Bruce Willis y Toni Collette, aunque tanto Sigourney Weaver como Cillian Murphy encarnan buenos personajes, sin embargo, el guion es más flojo y el vuelco final parece poco verosímil cuando todo el filme está enfocada en demostrar la farsa de unos videntes.

El comienzo se menciona la «navaja de Ockham», un principio filosófico que postula que: «en igualdad de condiciones, la explicación más simple suele ser la más probable», muy aceptado por economistas, pero que no siempre resulta ser la mejor solución según el método científico.

De ese postulado se afirma el psíquico interpretado por Robert de Niro, donde la explicación a priori será que se trata de un hombre con poderes extrasensoriales y que ningún científico ha probado lo contrario.

¿Por qué de todos modos es un buen largometraje?

Respuesta: esta obra audiovisual hace pensar en lo que significa el tiempo para alguien que está «haciendo trampa» y también para el resto de los mortales.

 

No siempre encuentro sentido a mis actos

Habrá algunos, los brujos del pasado, que tenían una larga vida para comportarse de manera extraña, incluso extravagante y conectar ideas sencillas con eventos de la naturaleza. Los ancianos de la tribu, mientras más cosas no comprobables explicaban, adquirían la calidad de sabios, pero con la modernidad muchos de sus vaticinios tuvieron su posterior revelación científica.

El punto no es ser escéptico, debido a que siempre habrá cosas inexplicables en cualquier momento de la historia (sin exagerar), pero en la película Robert de Niro supuestamente ostenta poderes superiores y energías ocultas, cuando en realidad ni siquiera es ciego. Fingió durante su vida ser no vidente: escondió el tiempo ante sus espectadores.

Imaginen al sujeto que se sube al bus con la espalda encorvada a pedir limosna hasta que un día cualquiera en el futuro lo vemos saliendo muy campante de un bar, con su columna vertebral intacta. Un truco barato que sólo perdurará por unas semanas y deberá cambiar de esquina.

Cuando envío un cuento a mis amigos por las redes sociales quiero que lo lean, por eso tengo tan pocos e imagino que ellos se interesan en lo que escribo porque me conocen o les gusta la calidad de los textos. Reconozco que responde a cierta soledad y a que no siempre encuentro sentido a mis actos.

Sea ficción o realidad, busco conectarme, son mis amigos y en cierta forma tengo confianza y no tanta vergüenza. Una forma de dar cuenta de lo misterioso que son los caminos de la vida.

Pero mucha gente mal utiliza las redes sociales, no las usa para comunicarse, sino para aparentar tener muchos amigos. Algunos se engañan tras el teclado, creo yo y pierden el tiempo para acceder a gente que no le interesa tener ese contacto.

Creemos que tenemos el tiempo por delante, que será infinito y gasto tiempo en ocultar mi huella. Si tengo 900 «amigos» me preocupo de desactivar el aviso de que leí el artículo o disfruté de una fotografía. Lo veo, pero el del otro lado no hay sospecha de su lectura.

Tiempo desperdiciado. Si no quieres leerlo, mejor borrar a esa amistad. Ten un puñado de cercanos que ojalá lean lo que escribes. La comunicación será más efectiva de lo que parece. Y si la vida me regala un instante contigo, podremos hablar de lo que me has mandado o de una discusión que dejamos a medias en la red.

La ciudad es cada vez más extensa y uno acude a los lugares del barrio. Pero me gusta poder hablar por video, simplemente es una gran oportunidad de vernos, de reírnos.

Debe existir gente que tiene percepciones extrasensoriales que quizás en una década se descubrirá como un apartado de nuestro cerebro que sólo algunos utilizan. Pero cuando existe esa cualidad excepcional, también es muy probable que ese ser humano vea la vida desde otro prisma.

Posiblemente ese individuo sea más reservado y temeroso, incluso podría creer hacer daño con su sensibilidad, pero lo más probable es que esa persona no pierda su tiempo engañando a otros.

 

Soy un ser humano curioso

La película me hizo pensar en estas cosas y me doy por satisfecho de no haber visionado el subproducto de un algoritmo para hacer guiones prefabricados, de esos que enganchan a la mayoría y dan giros en lapsos de tiempo determinados.

Cuando hay un trabajo de veras, una obra cinematográfica de calidad, no se notan los hilvanes y si se notan son tan genuinas las emociones o tan bueno el tema, que uno como espectador siente que no ha perdido el tiempo.

Uno también pierde el tiempo, reviso los dos tickets azules con la esperanza de que alguien leyó esta historia que encontré interesante. Sé perfectamente que a veces son un poco descarnadas, pero mi intención es desnudar ciertos vacíos, los errores de todo ser humano, quizás conmuevo a alguien o quizás me leen por morbo, pero definitivamente no tengo amigos para ocultarme tras los grandes números.

Lo más probable es que lea tu envío y trate de asimilar la experiencia.

Soy un ser humano curioso, leo libros de muy buenos escritores. Hay películas que me fascinan, sigo buenos directores, pero también descanso con cosas menos exigentes. Los filmes imperfectos permiten calibrar mejor la percepción sobre aquellas obras que son magníficas.

Hay gente educada que dice las cosas por su nombre: ¿Podrías dejar de enviarme contenido a Facebook o incluso al wasap? Lo hacen de manera gentil y, obvio, cada uno tiene que administrar su tiempo de la mejor manera.

 

 

 

 

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Aníbal Ricci Anduaga (Santiago, 1968) es un ingeniero comercial titulado en la Pontificia Universidad Católica de Chile, con estudios formales de estética del cine cursados en la misma casa de estudios (bajo la tutela del profesor Luis Cecereu Lagos), y quien también es magíster en gestión cultural de la Universidad ARCIS.

Como escritor ha publicado con gran éxito de crítica y de lectores las novelas Fear (Mosquito Editores, 2007), Tan lejos. Tan cerca (Simplemente Editores, 2011), El rincón más lejano (Simplemente Editores, 2013), El pasado nunca termina de ocurrir (Mosquito Editores, 2016) y las nouvelles Siempre me roban el reloj (Mosquito Editores, 2014) y El martirio de los días y las noches (Editorial Escritores.cl, 2015).

Además, ha lanzado los volúmenes de cuentos Sin besos en la boca (Mosquito Editores, 2008), los relatos y ensayos de Meditaciones de los jueves (Renkü Editores, 2013) y los textos cinematográficos de Reflexiones de la imagen (Editorial Escritores.cl, 2014).

Sus últimos libros puestos en circulación son las novelas Voces en mi cabeza (Editorial Vicio Impune, 2020), Miedo (Zuramérica Ediciones, 2021), Pensamiento delirante (Editorial Vicio Impune, 2023), Vivir atormentado de sentido (Editorial Vicio Impune, 2024) y la recopilación de críticas audiovisuales Hablemos de cine (Ediciones Liz, 2023).

 

 

 

 

Tráiler:

 

 

 

Aníbal Ricci Anduaga

 

 

Imagen destacada: Luces rojas (2012).

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