Disponible en la plataforma de streaming Netflix, esta serie compuesta por una temporada y de seis episodios, retrata la crisis provocada por los opiáceos (remedios o narcóticos que se usan para tratar el dolor crónico) en Norteamérica, y los cuales —entre 1996 y 2015—, se cobraron la vida de más de medio millón de personas, al interior de la principal potencia planetaria.
Por Cristian Uribe Moreno
Publicado el 22.8.2023
Hace algún tiempo llegan noticias e imágenes de EE. UU., difundidas sobre todo por redes sociales, que muestran como un número considerable de ciudadanos se ha hecho adictos a un medicamento, derivado de los opioides, llamado fentanilo. El medicamento, conocido como la «droga zombi», ha provocado la muerte de miles de ciudadanos y ha vuelto adictos a otros tanto.
Este fármaco, recetado de manera legal por los médicos en el país del norte, es solo una muestra más de una nación que cada cierto tiempo se ve azotada por drogas autorizadas, que desarrollan grupos empresariales, que amasan inmensas fortunas con el sufrimiento de la población.
Uno de los medicamentos que inicio esta nueva ola de drogas legales, que nacieron para combatir el dolor de pacientes con cáncer, es el oxycontin. Y la trama tras la invención, popularidad y controversia del medicamento, llegó a Netflix este mes: Medicina letal (Painkiller, 2023).
La realización está basada en el libro Analgésico: un imperio del engaño y el origen de la epidemia de opioides de Estados Unidos de Barry Meier y en El imperio de dolor de Patrick Radden Keefe. Así, la narración se divide en tres grandes líneas: víctimas, victimarios e investigadores. Todos ellos dan una muestra del nivel de destrucción social que ha provocado la droga.
El infierno de caer en la adicción
Por un lado, están los creadores del medicamento, liderados por Richard Sackler (Matthew Broderick), heredero de una industria farmacéutica que se hizo millonaria por el vallium. Él es presentado como un personaje excéntrico y sin escrúpulos, cabeza del directorio empresarial que concibe el fármaco e impulsores de un agresivo modelo de ventas, que recluta a jóvenes universitarias para que vendan las drogas directamente a los médicos de la comunidad.
Del grupo de las miles de víctimas, el relato sigue la vida de Glen Kryger (Taylor Kitsch), un trabajador padre de familia que tiene un desafortunado accidente en el trabajo. Esto lo obliga a ir al doctor con el fin de aliviar el dolor crónico que comienza a padecer. Él representa a tantos otros ciudadanos que no tenían ningún tipo de adicción y confiaron en los doctores que recetaban el oxycotin de forma regular.
Y, por el lado de los investigadores, aparece Edie Flowers (Uzo Aduba), una tenaz agente de la fiscalía, que arrastra una historia familiar quebrada por el abuso de drogas. Ella es una de las primeras que logra dimensionar los estragos que está causando el fármaco por lo que ejecuta las primeras diligencias para frenar la plaga que se estaba desatando.
El relato trata de dar un panorama amplio de cómo este medicamento caló tan hondo en diversos Estados, en la mayoría zonas rurales de Estados Unidos, en las cuales los médicos recetaban sin restricción este opioide. Además, se adentra en cómo los ejecutivos sortean la burocracia gubernamental, logrando que el gobierno respaldara legalmente el medicamento.
Si bien es un trabajo de ficción que se basa en hechos reales, la serie no deja que se olvide el aspecto humano de esta tragedia. De este modo, al inicio de cada capítulo aparecen ciudadanos, que son familiares de alguna víctima, dando su testimonio por breves minutos.
Esto recuerda que la ficción no debe opacar el daño verídico y palpable que a tantas familias provocó el vivir junto a sus seres queridos, el infierno de caer en la drogadicción.
Hábilmente la historia no solo trata los hechos en sí, sino que también va reflejando una sociedad hedonista, que no soporta el dolor y vive en función de distintos tipos de fármacos que alivian sus problemas. Pero el oxycotin, es una más entre otras drogas que causan dependencia.
Una vanidad que trasciende
Sin embargo, dos de las grandes adicciones que mueven las acciones, no son medicamentos. Los adictos a la fama y al dinero son los que finalmente causan el mal mayor.
En este aspecto, la motivación de Sackler, más que el dinero en sí, es el sentir que deja una huella indeleble en la sociedad. Como Alfred Nobel o Rockefeller, el sentimiento del inventor está en vivir en función a la posteridad. Y de ahí que sepa cómo mover los hilos para que las personas actúen como él quiere. Y esa motivación es el dinero.
Y aquí el fondo de la mayor parte de los involucrados que todo lo hacen en su afán de conseguir mayores lujos y riqueza. Ese es el centro de lo que moviliza a la mayoría. Y el oxycontin y la fuerte adicción que logra es solo un peldaño para alcanzar sus metas.
La serie tiene momentos notables, enmarcados en un montaje visual bastante rápido y atrayente. Tiene algunos giros de guion bastante obvios, pero cuando se dedica solo a representar los efectos tanto en las víctimas como en la moral de ciertos involucrados, la serie se vuelve muy efectiva.
De esta forma, lo mejor del relato, es la actuación de Broderick quien desarrolla al personaje de Sackler como un despiadado millonario, pero también atormentado por sus propios demonios (de modo casi literal), situación que lo vuelve un sujeto inaccesible e impredecible en sus acciones.
La miniserie, pese a ser un producto comercial, logra imprimir una dignidad que se agradece por lo trágico de su historia. Medicina letal, al hablar de la pandemia de las drogas en EE.UU., ataca tanto a los inescrupulosos que idearon los fármacos, como a la sociedad que los acepta en función al dinero que se mueve, debido a la dependencia masiva que generada por los narcóticos.
Y esto se produce no solo a nivel empresarial sino que a distintos niveles como el gubernamental o el médico. Hacia el final, la principal potencia mundial es representada como una sociedad que ha perdido el norte en todas sus capas.
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Cristián Uribe Moreno (Santiago, 1971) estudió en el Instituto Nacional General José Miguel Carrera, y es licenciado en literatura hispánica y magíster en estudios latinoamericanos de la Universidad de Chile.
También es profesor en educación media de lenguaje y comunicación, titulado en la Universidad Andrés Bello.
Aficionado a la literatura y al cine, y poeta ocasional, publicó en 2017 el libro Versos y yerros.
Tráiler:
Imagen destacada: Medicina letal (2023).