[Ensayo] «Minamata»: La tragedia que pudo redimir a Johnny Depp

Estrenado hace algunas semanas en la oferta de la cartelera local, el filme del realizador británico Andrew Levitas (protagonizado por el famoso actor estadounidense) se inspira en los acontecimientos que gestaron el reportaje gráfico, que publicado por la revista «Life» a inicios de la década de 1970, denunció el grave desastre ambiental a causa de los desechos industriales vertidos sobre las aguas de la costa japonesa del mar de Yatsushiro, y sus nocivos efectos para la salud de la población local.

Por Cristián Uribe Moreno

Publicado el 22.4.2023

La historia que cuenta la cinta Minamata (2020) de Andrew Levitas, está basada en los hechos reales acaecidos en Japón durante décadas, que provocó uno de los desastres ecológicos y humanos más terribles del que se tenga registros: la contaminación de las aguas en la costa del mar de Yatsushiro, también conocido como mar de Shiranui.

Tal calamidad, fue el origen del nombre de una enfermedad desconocida hasta entonces: «la enfermedad de Minamata», un síndrome neurológico grave causado por envenenamiento con mercurio.

La narración de la película se inicia en 1971 cuando nos presentan a W. Eugene Smith (Johnny Depp), un fotógrafo que se hizo famoso por sus imágenes de la Segunda Guerra Mundial. Él vive en Nueva York, en un departamento aislado del mundo, donde diariamente se dedica a sus trabajos visuales.

Hasta allí llega Aileen (Miname Hinase) para pedir su ayuda ante una grave crisis de salud que se vive en su pueblo Minamata donde los habitantes, tanto jóvenes como viejos, están sufriendo enfermedades de distinto tipo de origen desconocido.

Ellos culpan a una industria de químicos que se instaló en el pequeño pueblo costero años atrás. La comunidad lleva años luchando contra esta empresa, sin embargo, no han podido detener la acción contaminante del recinto y quieren que Eugene, un fotógrafo que conoció el lejano país durante la guerra, los ayude en su cruzada.

Desde ahí comienza un proceso donde el artista gráfico, que carga con serios problemas de alcohol y de drogas, va hacia esa localidad japonesa y, por medio de sus fotografías, buscará ilustrar la tragedia de sus habitantes y así sensibilizar a la comunidad internacional.

Pero el proceso será largo y deberá afrontar distintos obstáculos. Entre estos, lo primero será conectar con los vecinos, quienes no confían en nadie.

 

Las fotografías reales de Eugene

También Eugene debe enfrentarse a los administradores de la fábrica, encabezados por Junichi Nojima (un notable Jun Kunimura) que representa toda la desidia y vileza capitalista empresarial. La empresa no solo tiene a la fuerza del gobierno de su lado, sino que ha introducido dinero que está quebrando la resistencia de la gente.

El relato avanza y Eugene debe lidiar con sus propios demonios para ayudar tanto a los pescadores del lugar como a su propia persona, sumida en un profundo pozo de dolor después de la guerra. En este trance, la ayuda de Aileen y los sufrimientos de las víctimas vuelven a conectar al artista con la vida.

Los hechos son correctamente relatados por la película. Y de ahí, su debilidad. No pasa de la mera información. Respeta los hechos y pareciera que los respeta demasiado. Y cuando la película trata de ampliarse hacia otras dimensiones, cae en una sensiblería difícil de rescatar.

El personaje de Eugene, tiene matices que aporta Johnny Depp, pero no es más que otro norteamericano que arrastra sus defectos y pese a ellos es capaz de un acto valiente al enfrentarse a estos perversos capitalistas orientales.

Quizá lo más destacado de la historia sean los momentos cuando se muestran las fotografías reales de Eugene. Esas tomas que ya están dentro del acervo visual de la humanidad, aparecen a los ojos de los espectadores y es lo más relevante del relato. Y es por eso, que la película se esfuerza en recrear esos instantes que quedaron consagrados para la posteridad en los retratos del reportero gráfico.

El largometraje no se desordena en ningún momento y el temple de Eugene será puesto a prueba más de una vez. Pero esas secuencias estelares del relato audiovisual, que debieran emocionar al espectador, no alcanzan la fuerza esperada. Los personajes no son capaces de salir del rol asignados y así, todo se vuelve un tanto predecible.

Tal vez en lo profundo de la historia, faltó audacia en la propuesta y la película no tiene la suficiente fuerza dramática ni artística para escapar de lo políticamente correcto.

El director Andrew Levitas se hizo conocido como artista plástico, principalmente por sus fotografías, pinturas e instalaciones artísticas. El salto hacia el cine lo hizo a través de Metalwork Pictures, una productora que ayudó a fundar y que produjo su primer largo, de título Lullaby (2014).

Su predilección por la fotografía se nota pues es cuando el relato alcanza mayor vuelo. De lo otro, queda un largo camino por recorrer para que sus obras cinematográficas se sientan una unidad y no una larga excusa para mostrar imágenes como si esto fuera otra instalación de arte visual. Por lo menos aun no. Quizás en el futuro.

 

 

 

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Cristián Uribe Moreno (Santiago, 1971) estudió en el Instituto Nacional General José Miguel Carrera, y es licenciado en literatura hispánica y magíster en estudios latinoamericanos de la Universidad de Chile.

También es profesor en educación media de lenguaje y comunicación, titulado en la Universidad Andrés Bello.

Aficionado a la literatura y al cine, y poeta ocasional, publicó en 2017 el libro Versos y yerros.

 

 

 

Tráiler:

 

 

 

Cristián Uribe Moreno

 

 

Imagen destacada: Minamata (2020).