[Ensayo] «No esperes demasiado del fin del mundo»: Una sociedad que parece no tener norte

El largometraje del realizador rumano Radu Jude explora la geografía humana poscomunista de su país y las esquirlas de pasar desde un régimen dictatorial a abrazar el salvaje mundo capitalista sin transición, en un brutal cambio donde quedan ganadores, heridos y por supuesto perdedores.

Por Cristián Uribe Moreno

Publicado el 17.8 2024

En la plataforma de streaming Mubi, es posible apreciar el largometraje No esperes demasiado del fin del mundo (2023), parte de la obra del director y guionista rumano Radu Jude (1977), conocido por películas como Aferim! (2015) y la comedia Sexo desafortunado o porno loco (2021).

Si hay algo que logra Jude con sus realizaciones es captar el interés del espectador, acostumbrado a una zona de confort cinematográfico, e interesarlo por mundos lejanos de la realización audiovisual habitual, como es Europa Central y, en especial, Rumania.

La película No esperes demasiado del fin del mundo (2023) es una rareza que se mueve en distintos formatos y distintos tonos para retratar una sociedad rumana moderna por medio del absurdo y la mordacidad.

De hecho, la primera imagen que exhibe la película es un cartel a modo de presentación de los títulos, informando que la película será una Conversación con Ángela sigue adelante (1982), filme rumano de los días en que el país era gobernado por la dictadura de Nicolae Ceaușescu (1974 – 1989).

La palabra conversación está escrita sobre un término que ha sido tachado: «diálogo», como si hubiese sido una decisión de último minuto y no hubo tiempo de corregir formalmente dicha elección.

Esto da el tono a la realización audiovisual de Jude: una obra que parece estar en construcción, donde los detalles no importan tanto y que será una composición menos seria de lo que se pensó en un momento, al cambiar la palabra «diálogo» por «conversación».

 

El tiempo ha pasado y se nota en las costumbres

La película a la que alude el cartel, Angela sigue adelante, es una cinta que presenta a su protagonista (Dorina Lazar), como una joven que vive conduciendo un taxi para ganarse la vida mientras ronda por distintas partes de Bucarest y se encuentra con diversos personajes.

En No esperes demasiado…, el paralelismo es evidente: la protagonista también se llama Angela (Ilinca Manolache) y conduce por distintas partes de la capital rumana, motivada por su trabajo. Ella es la asistente de una productora audiovisual.

La productora está trabajando para una empresa trasnacional austríaca que quiere hacer una película sobre accidentes laborales y sus consecuencias. Para ello, la joven asistente recorre distintos rincones de la ciudad con el fin de entrevistar a trabajadoras y trabajadores que han sufrido traumas cuyos resultados han sido invalidantes.

No obstante, Angela en medio de su laborioso día, se las ingenia para hacer, con su celular, videos de un personaje masculino, «Bobito». Esta figura tiene un discurso abiertamente misógino, enunciado con una elocuente sordidez.

Así, Angela aparece en la pantalla con un filtro que la muestra con unas cejas abundantes, un bigote y una calva que no esconde su largo cabello rubio. Un perfil que raya entre lo grotesco, lo chapucero y lo gracioso. En sus comentarios, Bobito no refrena una masculinidad tóxica y vulgar, remedo de un lenguaje habitual en redes sociales de tipos como Andrew Tate.

Para las líneas narrativas Jude recurre a un artilugio muy simple. Las distintas líneas de tiempo que transcurren, tienen tratamiento estético distinto. Para el presente de Angela, asistente de productora, la cinta recurre al blanco y negro.

Los fragmentos de Angela, la taxista, son fragmentos del filme hecho en 1982. De ahí, los colores que presenta tienen un tono deslucido, un tanto anticuado. Y cuando Angela crea sus videos en el celular, se recurre a la estética de los cortos que inundan las redes sociales.

Una vez que se acostumbra a las líneas narrativas de la película se puede disfrutar de esta bizarra obra que traza líneas entre la sociedad rumana de hoy con la de hace 40 años. Indudablemente, cada una es una ficción, una recreación, pero queda claro que el tiempo ha pasado y se nota en las costumbres, los trabajos y la manera de entender la sociedad.

 

Vida que limitan con la sobreexplotación

Angela, asistente de producción, viste un traje de lentejuelas que la hace muy visible y extravagante al momento de entrar en las casas, algo opacas y sombrías, de los trabajadores que debe entrevistar. En los relatos de los obreros que sufrieron accidentes laborales, se palpa el abuso de un sistema de vida que limita con la sobreexplotación. Algo semejante a lo que padece la protagonista con la productora.

De esta manera, Radu Jude regala uno de los momentos cinematográficos más singulares de los que se tenga memoria (comparables con esas ficciones mezclas de realidad de Abbas Kiorostami), cuando llega a entrevistar a un obrero que ha quedado paralítico, Ovidiu Pîrsan, quien resulta ser familiar de Angela, la taxista, interpretada por la misma Dorina Lazar 40 años después.

En este cruce de «Angelas», la taxista cuenta su historia de amor a Angela, la asistente de producción, con Gyuri (Laszlo Miske), otro personaje de la película de 1982. Al rememorar su enamoramiento, lo que se ve en pantalla son extractos del filme, como si fuera la memoria real de la confesa conductora.

Así, Gyuri, el esposo de Angela hace su entrada, interpretado por el mismo actor, recitando poemas de poetas rumanos y alabando al líder ultranacionalista húngaro Viktor Urban.

Con todo, la cinta sirve a Jude para poner en discusión una reflexión sobre la creación de imágenes y su uso. Angela, asistente de producción, visita el rodaje de una película que se filma con fondo de CGI para el mercado internacional. Algo muy impersonal y de consumo rápido que recuerda de alguna manera las imágenes que crea la audiovisualista para sus seguidores en las redes sociales.

Similar a lo que ocurre al final del relato con el video que graba para la empresa austríaca: una realización profesional sin corazón, pero políticamente correcta. El estatus de esas imágenes es contrastado con el filme de 1982 que tiene otro tratamiento visual y condición estética, la cual responde a ideologías de otras épocas. Aunque en el fondo, la creación y su disposición de imágenes, nunca termina de ser un artificio.

En esta anárquica obra, Radu Jude se las arregla para incluir diversos tipos de textos literarios, más cultos, menos cultos, música contemporánea rumana, con tintes étnicos, comentarios políticos sobre el país, sobre Europa y chistes picantes.

Hacia el final, la grabación de la película por la cual Angela ha trabajado tan intensamente, sintetiza todo lo que Radu Jude ha estado mostrando. Una escena que resume el humor negro que recorre el relato, lo estrafalario y novedoso de su puesta en escena, como también, la principal deficiencia que puede encontrarse en esta película: el plano podría considerarse exageradamente largo. Al igual que varias escenas de No esperes demasiado

Radu Jude es una de las nuevas voces que vienen desde Europa Central. Una corriente que está en pleno desarrollo, llamada la «Nueva ola rumana», que se dio a conocer internacionalmente con La muerte del señor Lazarescu (2005) de Cristi Puiu, continuó con la sorprendente y satírica 12:08, al este de Bucarest (2006) de Corneliu Porumboiu, y tuvo su consagración en Cannes con la realización 4 meses, 3 semanas, 2 días (2007) de Cristian Mungiu.

Todas ellas, obras que exploran la sociedad rumana poscomunista y las esquirlas de pasar desde un régimen dictatorial a abrazar el salvaje mundo capitalista sin transición. De ese brutal cambio quedan ganadores, heridos y perdedores. Y una sociedad que parece no tener norte.

 

 

 

 

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Cristián Uribe Moreno (Santiago, 1971) estudió en el Instituto Nacional General José Miguel Carrera, y es licenciado en literatura hispánica y magíster en estudios latinoamericanos de la Universidad de Chile.

También es profesor en educación media de lenguaje y comunicación, titulado en la Universidad Andrés Bello.

Aficionado a la literatura y al cine, y poeta ocasional, publicó también el libro Versos y yerros (Ediciones Luna de Sangre, 2016).

 

 

 

 

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Cristián Uribe Moreno

 

 

Imagen destacada: No esperes demasiado del fin del mundo (2023).