¿Por qué la historia oficial ha ocultado a este brillante guerrero? La respuesta es que una aceptación de ese tipo (la del título) va en contra del discurso de subordinación que han instalado las élites gobernantes desde la invasión del Estado de Chile al Wallmapu, y el cual establece la existencia de una superioridad racial del europeo y de sus descendientes criollos, respecto del aborigen y nativo americano.
Por Diego Ancalao Gavilán
Publicado el 23.12.2020
Hay personas grandes, trascendentes, que marcan la vida de los pueblos. Esas personas encarnan la historia y la identidad de sus naciones y las llevan a su máxima expresión. Son los héroes o heroínas que dieron cada segundo de su vida por la causa más noble: la entrega absoluta por sus ideales personales y de comunidad.
Esos líderes marcan el rumbo y merecen el reconocimiento de su pueblo, transformándose en guías y normas de acción para todas y todos.
Pelantaro, en mapudungún, nuestro idioma mapuche, significa águila que ve, más allá de lo evidente. Se trata de un hombre que nació para cumplir una misión, un propósito escrito en su nombre desde su nacimiento o mejor dicho, desde antes de nacer.
Fue el gran líder mapuche Nagche, que vino después de Lautaro y Caupolicán, a terminar una tarea crucial: liberar a nuestro pueblo del riesgo de su aplastamiento y desaparición. En efecto, fue el purenino quien definitivamente venció al imperio español, y lo expulsó del wallmapu.
Quienes habían vencido con cierta facilidad a grandes culturas indígenas de América, debían resignarse a una derrota indigna, sostenida por la voluntad inquebrantable de un pueblo que no tiene en su lengua las palabras esclavitud o claudicación.
Pelantaro fue (es), un genio de la estrategia de guerra de talla mundial, reconocido así por su innovación en la caballería, y en ordenar su ejército de acuerdo a la carencia de fuego del enemigo. Un guerreo de elite, un comando experimentado en la lucha cuerpo a cuerpo, como dijo en alguna oportunidad el Director del Museo Histórico de Purén.
También lo había dicho, muchos antes, por allá en el año 1600, Bernardo Pereda:
“Pelantaro, el primero, que aun al cielo quisiera dar, de bravo, aquel asalto, por cima de un reparo entró de vuelo, haciendo a su caballo dar gran salto; seis tiendas de tropel echó en el suelo y a seis quitó el vivir de sobresalto: que para ser despojos de su hierro los alojó de noche allí su yerro…” [1]
Esto lo corroboró el propio Gobernador de Chile, recién llegado desde Europa, quien en una carta a su Rey, decía:
“Para que mejor entienda V. M. quienes son los indios de Chile, diré una cosa dellos que hasta hoy no he oído ni leído en materia de guerra y es que, Pelantaro, cacique de Purén y toqui de aquella tierra, que es como gobernador, hizo una junta de gente tanta que quiere decir que eran trece mil indios aunque esto yo no lo creo, pero cuando fuesen la mitad son muchos en efecto…”.
Purén, era y es la tierra creadora de grandes weichafe (guerreros). Fue siempre reconocida como una de las provincias más fieras contra los españoles, que la transformó en la cuna de la resistencia y finalmente de la derrota de los invasores.
Así lo relata en su poema épico, Diego Arias de Saavedra (1599): “son los Purenes gente belicosa y cabeza de todos los chilcanos; en una gran laguna cenagosa viven, toda cercada de pantanos; han gozado de vida silenciosa sin haber tributado a los hispanos; Arauco y Tucapel se les sujetan, y las demás provincias les respetan”.
Qué duda cabe, esta tierra indómita, germinó a este gran líder.
El discurso de la subordinación
No es de extrañar, entonces, que Pelantaro, contara con una fuerza de élite de guerreros (los purenes), respetados por todos e incluso por los españoles, quienes veían en ellos a un grupo excepcional de combate.
Es tal la admiración de estos, que el Fray Diego de Ocaña, junto con un dibujo de un “indio de la ciénaga de Purén”, nos deja la siguiente descripción:
“…. Son los indios muy sueltos y ligeros y muy alentos para subir una cuesta por áspera que sea, con mucha presteza. Son indios de mucha razón; sustentan la guerra por no servir a los españoles diciendo que la naturaleza los hizo libres como a ellos. Sus costumbres son buenas porque de ordinario se ocupan en el ejercicio de guerra. Tienen grandes astucias para hacer emboscadas y ardices de acometer de noche… los mozos en la guerra ejercitándose desde niños con el arma que más se amañan, arco y flecha, lanza y macana, a pie y a caballo como mejor cada uno se haya”.
En la Guerra de Arauco hay dos hitos trascendentales, uno es la muerte del Gobernador de Chile, Pedro de Vadivia, por Lautaro; y la otra es la muerte de otro Gobernador, Oñez de Loyola, a manos de Pelantaro. Lo que la historia española y chilena denomina como el “desastre de Kuralaba”, para nosotros es el “triunfo de Kuralaba” (Purén), el 23 de diciembre de 1598.
Entonces, ¿por qué la historia oficial ha ocultado a este brillante guerrero, que transformó al pueblo mapuche en el único pueblo indígena de América Latina en vencer el imperio español?, ¿por qué la educación chilena no cuenta que más de 200 años antes que Chile se independizara, el pueblo mapuche ya había logrado sostener su libertad y autonomía?
No lo hacen, en primer lugar, porque una aceptación de ese tipo va contra el discurso que han instalado desde la invasión del Estado de Chile al territorio mapuche, que afirma una superioridad racial del europeo y sus descendientes criollos, respecto del mapuche.
Cuando los hechos desmienten a un mito, es mejor, para los sostenedores del mito, obviar esos hechos y quedarse con los paradigmas que parecieran confirmar sus frágiles herramientas de poder.
Por lo tanto, reconocer a Pelantaro, un “indio” con capacidades para derrotar a un adversario que se autodefine como superior, sería, al mismo tiempo, dar la razón a una mentira que de tanto repetirla, hasta ellos mismos llegaron a creerla.
Esto devela a los herederos de los conquistadores, toda la rancia oligarquía chilena, como un grupo de oportunistas, capaces de utilizar las peores herramientas en el logro de sus espurios objetivos. Como suelen afirmar: “es demasiado indio para ser inteligente”.
Y en segundo lugar, porque reconocer la autonomía de la nación mapuche, es reconocer y aceptar, por parte de los antiguos y actuales administradores del poder económico y del Estado, que no somos una población de Chile, que somos un pueblo.
Un pueblo con una cosmovisión propia, una lengua, un territorio y una historia hermosa que defender. Y que en definitiva, nuestros “padres de la patria” son Lautaro, Caupolicán y Plenataro, no los Carrera ni O’Higgins.
Por ello, se hace necesario, contar la verdad y rememorar la importancia de Pelantaro, que unió al pueblo mapuche, como un solo cuerpo. Así lo deja claro él mismo, después del triunfo de Kuralaba, en el Futacoyag (gran asamblea).
Pelantaro, frente a todos los lonco y toqui, como héroe y líder, da un discurso increíble y emocionante, que muy pocos chilenos conocen. Son palabras que de sólo leerlas, me llenan de orgullo, por tener el privilegio de ser mapuche de Purén y bajo la convicción de que por mis venas corre la sangre guerrera de los indomables y por saber que nuestro pueblo estuvo ahí, ese día.
Y que sigue en la lucha hoy, aquí.
Así lo relata el sacerdote, Juan Barba, en su transcripción del discurso del Toqui General, Pelantaro:
“Pero Lautaro llevó a sus hermanos a nuevas victorias y el invicto Valdivia pagó con su vida los dolores que había causado, y Lautaro organizó la caballería y a varios winkas prisioneros les dejó la vida, dicen, a cambio de una pareja de mastines españoles, porque los mapuche también necesitaban perros grandes en las batallas, y vinieron después otros winka y nacieron otros toqui y otros lonco, y a muchas mujeres las sacaron de sus rucas por la fuerza, y a muchos niños, y muchas cosechas quedaron en el campo sin que hubiera nadie para recogerlas, y muchos murieron de hambre y de enfermedades nuevas que los winkas traían en grandes botijas, y muchísimos mapuche fueron llevados a morir en los lavaderos de oro, y Lautaron había caído, y a Galvarino le cortaron las manos, pero de la memoria de los mapuche no se había borrado el recuerdo de los valientes, y así fue, y otra vez hoy la tierra se levanta”.
Pelantaro no se ha ido. Aún sigue hablándonos y animándonos cada batalla que damos por nuestro pueblo. Nos dice en su discurso que nadie se enorgullece de derrotar al débil, debemos escucharlo, aprender de él, tomar en las manos nuestra responsabilidad y saldar nuestra deuda histórica con nuestros antepasado, enfrentar el desafío, vencer al opresor y derrotar la injusticia con la fuerza de nuestra historia y el poder de nuestras ideas.
Así, en palabras de Pelantaro y con una visión anticipatoria, resuena su mensaje, vigente, claro y valiente, “otra vez hoy, la tierra se levanta…”
Citas:
[1] Ocaña, Fray Diego, «Viaje a Chile: relación del viaje a Chile» (1600), contenida en la crónica intitulada A través de la América del Sur, Colección Escritores Coloniales, Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 1995, pp. 43.
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Diego Ancalao Gavilán es licenciado en educación de la Universidad de La Frontera de Temuco, analista político mapuche y presidente de la Fundación Instituto de Desarrollo del Liderazgo Indígena.
Imagen destacada: Estatua de Pelantaro en el Museo de Sitio del Fuerte de Purén.