La décima novela del escritor e ingeniero comercial Aníbal Ricci Anduaga (en la imagen destacada), es un nuevo aporte narrativo de quien ha transformado lo autobiográfico en lenguaje ficcional, que ha encontrado en la literatura un propósito a su vida y donde cada uno de sus libros ha sido una salvadora expiación de sus inconfesables pecados personales.
Por Mario Stein Blau
Publicado el 5.11.2024
La producción literaria de Aníbal Ricci Anduaga (Santiago, 1968) abarca tanto novelas, cuentos y ensayos. En su última entrega, la novela Vivir atormentado de sentido, reitera alguna de las temáticas presentes en sus anteriores obras, entre las cuales se pueden destacar la contingencia social y política, su interés por el cine, lo autobiográfico y, sobre todo, la reflexión en torno al proceso de escritura.
De principio a fin, uno como lector se engancha con la prosa de Ricci, la cual evidencia —a través de capítulos breves y del uso de oraciones yuxtapuestas— un dominio de la técnica narrativa y de los resortes propios del género.
A su vez, el autor y narrador, mediante un lenguaje sencillo, de carácter denotativo, va colocando en el tapete sus propias vivencias, como cuando señala que: «escribir se transformó en una terapia». Por lo mismo, resalta que: «hay que cuidar el interés del lector». De sobra lo hace.
Un título como Vivir atormentado de sentido adquiere una connotación que refleja, más que nada, una postura existencial en donde: «vivir es simplemente huir rumbo a la muerte». En este huir, real e imaginario, el protagonista nos hace partícipe de sus múltiples experiencias. De esta forma, ya en el último capítulo de la novela, con el subtítulo justamente de esta, cierra el texto en una especie de circularidad, con esta dicotomía entre el vivir y el morir.
Motivos literarios como la violencia, el amor, la soledad existencial, la angustia, las drogas, entre otros, entretejen el discurso narrativo de Aníbal Ricci. Además, todo esto se sitúa en un espacio citadino, en específico, Santiago de Chile.
Por esto, no es de extrañar que exista alusión a acontecimientos nacionales del último tiempo, como el llamado estallido social («los abusos de políticos y empresarios a lo largo de la última década fueron el combustible real de ese estallido social»).
Un estallido social que, en cierta forma, aún sigue manifestándose.
Una expiación de pecados
No hay que dejar de mencionar que, a nivel de la literatura chilena e hispanoamericana, el tema de la ciudad ha sido significativo en el último tiempo. En el caso de Chile, títulos como La ciudad anterior (Contreras), Formas de volver a casa (Zambra), Mapocho (Fernández), En este lugar sagrado (Délano), entre muchísimos más, dan cuenta del interés de los escritores por dejar plasmada —a través de la ficción— una visión real e imaginaria del entorno.
A veces la ciudad es una mera locación espaciotemporal (nombres de calles y comunas, estaciones de metro, la Cineteca, el GAM…), pero en otras adquiere, como en esta novela, un rol que enmarca la realidad del protagonista, con sus «pensamientos delirantes», a su vez nombre de otra de sus novelas.
La mayoría de los títulos de las anteriores novelas del autor apuntan a contextualizar su poética: El martirio de los días y las noches (depresión), El pasado nunca termina de ocurrir (necesidad de trascendencia), Voces en mi cabeza (alusión a una época nefasta en nuestro país), Miedo (vinculado con la esquizofrenia).
Sin duda, en términos globales, cada uno de ellos nos predispone a comprometernos como lectores en forma activa, tal como lo señaló en su momento Julio Cortázar.
En síntesis, Vivir atormentado de sentido, la décima novela del escritor e ingeniero comercial Aníbal Ricci, es un nuevo aporte narrativo de quien ha transformado lo autobiográfico en lenguaje ficcional. Tal como menciona el protagonista: «La escritura le ha dado propósito a mi vida y cada libro ha sido una expiación de pecados».
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Mario Stein Blau (1946) nació en Santiago de Chile. Estudió en el Kent School y después, en forma paralela, en la Universidad Técnica Federico Santa María y en la Universidad de Chile, ambas en Valparaíso.
Recién en 2005 comenzó su carrera literaria, al obtener una distinción en un concurso de cuentos. Se considera discípulo de Enrique Lafourcade.
Ha publicado, entre otros volúmenes, Me serviré frío este plato (2008), Lento ocaso de un semental (2017) y Los condimentos del infierno (2021).
Imagen destacada: Aníbal Ricci Anduaga.