El libro del historiador español Mario Amorós es una clara radiografía a la forma en que se desenvolvieron la derecha, la Democracia Cristiana y el poder económico para derrocar al gobierno socialista liderado por Salvador Allende, y de esa manera perpetuar el dominio de todas las estructuras de poder y financieras que hasta ese entonces (en 1970) gozaban de una hegemonía absoluta.
Por Martín Parra Olave
Publicado el 24.8.2020
En septiembre de este convulsionado 2020 se van cumplir 50 años desde que Salvador Allende triunfara en las elecciones en que derrotó a Jorge Alessandri Rodríguez y a Radomiro Tomic. Se podría indicar que a partir de entonces la historia reciente de Chile comenzó a transformarse de manera continua y sin retroceso.
Sin embargo, debemos recordar que también se van a cumplir 47 años del golpe militar, acto ominoso y traidor que truncó el sueño de una sociedad completa, bañando de sangre los siguientes diecisiete años siguientes de historia nacional. A pesar que pareciera demasiado el tiempo que ha pasado, los ecos de todo lo que sucedió a partir de aquel crucial momento se siguen viviendo, y su muestra más clara es el estallido social ocurrido en el 2019.
Estos hechos son la consecuencia de las políticas neoliberales del Pinochetismo y sus continuadores, quienes siguieron manejando el país después de retornar a la democracia. El libro de Amorós es una clara radiografía a la forma en que se movió la derecha y el poder económico para derrocar al gobierno socialista y perpetuar el dominio de todas las estructuras de poder y financieras que hasta entonces gozaban de hegemonía absoluta.
A poco avanzar de la lectura nos encontramos con un párrafo que perfectamente puede leerse como actual: «un grupo de privilegiados que no pasa del 10 % de la población» acaparaba la mitad de la renta nacional. «La única alternativa verdaderamente popular y, por lo tanto, la tarea fundamental que el Gobierno del Pueblo tiene ante sí —señalaba el programa de la UP— es terminar con el dominio de los imperialistas, de los monopolios, de la oligarquía terrateniente e iniciar la construcción del socialismo en Chile».
Evidentemente y ante la contundencia de los hechos por todos conocidos, este anhelo no se pudo concretar, pues ese 10% de la población que recibía la mitad de la renta nacional, hizo absolutamente de todo para derribar cualquier atisbo de distribución más justa. Es así, como en los últimos tiempos nos hemos ido enterando, que ese pequeño grupo que hace cincuenta años, «controlaba y recibía» los réditos más cuantiosos de la renta nacional, hoy en día lo siguen haciendo, pues son los dueños de las Isapres, las AFP, los bancos, los supermercados y una serie de compañías más, donde se van repitiendo los nombres de las mismas familias que por aquel entonces eran los dueños del país.
La investigación de Amorós se centra principalmente en develar los protagonistas no militares que contribuyeron al golpe de Estado, y entre otros aspectos, informar acerca de los fondos que recibían desde diferentes partes del mundo para ejecutar sus planes.
Es así como los nombres de las ciudades de Zürich, Nueva York, Monterrey, Caracas y Buenos Aires aparecen como los cajeros automáticos desde donde recibían y repartían sus dineros los camioneros, Patria y Libertad, el Partido Nacional, la Democracia Cristiana y el Movimiento Gremial de la UC.
En este sentido, y a pesar que la derecha se sintió totalmente acorralada, tuvo un rápido apoyo económico internacional, por lo que decidió actuar con la mayor de las urgencias, pues no podía permitirse un avance del proceso revolucionario. Sus intereses económicos estaban siendo amenazados por lo que era apremiante montar una maquinaria que permitiera desbaratar lo que democráticamente se había escogido.
Uno de los aspectos más destacados del libro de Amorós es la claridad con la que sitúa a los protagonistas de la confabulación, destacando el papel que habría tenido el dueño de El Mercurio: «‘El ideario tradicional del diario, centrado en valores tales como el Estado de Derecho, la democracia representativa, las libertades políticas y económicas, se veía gravemente amenazado por los programas y declaraciones del gobierno (…) Tuvimos que defendernos y defender las instituciones del país’. Con estas palabras justificó en junio de 2000 Agustín Edwards el papel del diario en la desestabilización del país entre 1970 y 1973, para lo que recibió una financiación millonaria de la CIA. Falleció el 24 de abril de 2017, poco antes de cumplir noventa años, y jamás admitió su responsabilidad, ni la de las personas de su máxima confianza, ni la de sus periódicos, en la destrucción de la democracia el 11 de septiembre de 1973».
Esta situación se repitió en innumerables casos, incluido Augusto Pinochet, que hasta el día de hoy no respondieron por sus actos ante la justicia, ya sea por la falta de pruebas contundentes o por la complicidad de una clase política asociada con el empresariado que la financia. La situación ha sido tan inverosímil, que hasta en el presente hay colaboradores directos del régimen militar que siguen siendo protagonistas políticos de la escena nacional.
La lectura de este novedoso trabajo nos permite acercar niveles y planos, tanto desde lo político como desde lo social, y poder repensar algunos de los acontecimientos más relevantes de nuestra historia reciente, que a pesar que parecen lejanos siguen repercutiendo en nuestra actualidad. Abordar a los protagonistas civiles del golpe militar es un ejercicio que nos ayuda a comprender el movimiento político y la forma en que sus fuerzas se desplazan soterradamente.
En este sentido, el libro Entre la araña y la flecha se configura como un mapa del pasado, pero que perfectamente nos ayuda a movernos en nuestro presente para interpretar los conflictos económicos y políticos de la situación actual.
Para forjar sociedades realmente democráticas e inclusivas, es relevante desenmascarar las trincheras desde donde se mueve el poder, y develar las razones e intereses que lo hacen actuar de determinada forma. Es por esto que consideramos el trabajo de Amorós un aporte digno de incluir en un debate que no cierra jamás.
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Martín Parra Olave es licenciado en gobierno y gestión pública de la Universidad de Chile y magíster en letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Imagen destacada: El ex Presidente de la República, Salvador Allende, en octubre de 1970.