[Entrevista] Álex Anwandter: «Una de las cosas lindas de la poesía es el vacío donde uno rellena la imagen»

El conocido cantante, compositor, músico, productor y realizador audiovisual chileno, presenta su primer libro de versos, titulado «Mil noches de Sudamérica» —y publicado vía Editorial Hueders—, este viernes 30 de agosto en la Librería del GAM en Santiago.

Por Nicolás Poblete Pardo

Publicado el 27.8.2024

«El ser humano es un animal enfermo / perdido en la noche, víspera de inquisición».
Alex Anwandter, Mil noches de Sudamérica

La voz poética, que se afianza como prosa poética en la composición (narrativa) de los versos, se erige o puede leerse como una mirada crítica dirigida a la sociedad y sus tuercas. Mecanismos que van desde la religión católica y sus representantes hasta las transacciones genitales que avasallan a los cuerpos y los hacen explosionar con vacuidad y enfermedades, son atenazados en Mil noches de Sudamérica (Editorial Hueders, 2024).

Así, la penetración continúa hasta palpar al país de origen, un país áspero, resentido, que guarda solo malos tratos y tristeza para sus hijos y visitantes, y donde lo único bueno procede de otras violencias, algunas sutiles; otras, groseras.

Hay puntos en común entre países latinoamericanos, como Chile y Argentina, y hay también comunes denominadores con la urbe neoyorquina.

Los prejuicios son transversales, pues traspasan fronteras, y, los oasis que brindan seguridad, acogida, tampoco son monolíticos y cuentan con sus propias trizaduras. Aquí tenemos al mozo que no puede escupir en tu plato porque carece de glándulas salivales o el oportunismo artero que habla de la conveniencia que ofrecen piezas traficadas, robadas y ofertadas en barrios demarcados para esos propósitos.

Tenemos al obrero que se burla del aspecto afeminado de la voz protagonista, y de su clase social, y el resentimiento que cargan los cuerpos que se han desviado de la norma y que tardan en reivindicar sus derechos, por abulia, cansancio, cinismo.

Cuando los prejuicios fluyen con total libertad, el cinismo surge como mecanismo de defensa, en las páginas de Mil noches de Sudamérica, la ópera prima en el género literario del multifacético artista nacional Álex Anwandter Donoso (1983).

El poemario se presentará el próximo viernes 30 de agosto —a las 19:00 horas— en la Librería del GAM, en la ciudad de Santiago.

 

«Pienso en el arte como algo que se completa cuando otra persona lo lee»

—»De un país triste a otro / Vendiendo pomadas / Estirando la mano en el vacío / A ver si alguien me la toma». Aquí vemos la impostura que, a veces, invade al artista, a la vez que la necesidad de público, atención. Se infiere que la creación, el arte, puede transarse como terapia para elaborar la decadencia y la tristeza que amenazan en todo momento. ¿Cómo cruzas este síndrome del impostor con el saldo terapéutico de la creación?

—Me cuesta responder esta pregunta porque no pienso realmente en esos términos. Vender pomadas no me molesta; las pomadas sanan, supuestamente. Si algo me molesta, sería vender; una actividad para la que no sirvo.

A la vez, para mí, extender una mano en el vacío es una búsqueda de conexión, no de atención. Es un acto que también es generoso. Pienso en el arte como algo que se completa cuando otra persona lo lee, escucha, experimenta, etcétera.

 

«La idiosincrasia chilena no es algo que este libro se preocupe de definir o representar»

—La rabia y el dolor son nítidos en Mil noches de Sudamérica. Tenemos la relación conflictiva con el padre («Naceré de nuevo y seré mi propio padre. / Un nuevo apellido»). Se plantea la necesidad de transformarse en una tabula rasa y que se relaciona con el lugar de origen. Aquí, apuntas ciertos rasgos de la clase alta chilena, con la presencia de empleadas domésticas y una cierta noción de culpa al comprender la realidad de los subalternos, conserjes, empleadas, meseros, taxistas, obreros. También vemos una mirada crítica a la religión católica y sus representantes. ¿Cuál es el duelo que vive la idiosincrasia chilena y cómo encaja tu voz en ella?

—Creo que de nuevo tendría que decir que no pienso realmente en esos términos. Supongo que hay cierta complejidad en hablar de poesía si se asume que es confesional, cuando no lo es.

No tengo una relación conflictiva con mi padre, por ejemplo. Me encanta cómo es y nos llevamos muy bien. Ciertamente no pienso en todos esos trabajos nombrados recién como «subalternos». Me horroriza un poco la idea de pensar así, de hecho.

Ciertos elementos que nombro en poemas (un conserje fascista, por ejemplo) son sólo imágenes que dejo que funcionen en niveles más inconscientes, apelando más al sabor de las palabras que a un discurso político. Esa imagen en particular, para seguir con el mismo ejemplo, es sobre Buenos Aires.

La idiosincrasia chilena no es algo que este libro se preocupe de definir o representar. De ninguna manera me siento en una posición para hacerlo.

 

«Para mí hay quiebres de amistades que han tenido un impacto mucho mayor a uno amoroso»

—La amistad se erige como un gran tema y valor, por su complejidad en términos de relación (la impotencia que resulta cuando se desvanece, la dificultad de proseguir después de la decepción o la traición, el dolor de ver partir a amigos suicidas). También se proyecta un horizonte sin hijos, relaciones desesperanzadas que circulan entre tristezas, llantos, aceptación y cinismo. Háblanos del modo en que lidias con los conflictos que se derivan de los vínculos sociales.

—Sí, la verdad es que la amistad es un tema que me fascina. Por un lado, por el impacto que tiene en nuestras vidas y, por otro, por lo comparativamente poco que la pensamos como algo tan importante como el amor de pareja. Creo que está cambiando un poco eso quizás, hoy en día.

Para mí hay quiebres de amistades que han tenido un impacto mucho mayor a uno amoroso. Son relaciones profundas que no tienen contornos muy definidos; ni reglas, ni principio ni fin a veces. Cuando escribo sobre eso, sí lo hago en parte para darle el peso que me parece tiene en mi vida. Y para darle validez también.

El libro, sin ir más lejos, está dedicado a mis amigas (la mayoría argentinas). No es realmente mi intención, pero obviamente hay una cierta lectura anti-normativa en las cosas que digo: amores no monógamos, la decisión de no procrear (algo que no asocio con la desesperanza), la valoración de otros tipos de vínculos, etcétera.

Debo decir que, muy a título personal, hoy en día no me interesa mucho ese tipo de lecturas.

 

«El cuerpo como lugar de consumo»

—El frenesí sexual parece ineludible a la vez que poco satisfactorio. La sensualidad ofrece evasión: «Pero no olvido», reconoce la voz. Hay una compulsión que, retrospectivamente, se ve banal. Después de los besos, el sudor, «un fantasma me persigue». Estas son líneas del poema «Advertencia», donde los traumas antiguos siguen penando. ¿Somos títeres de nuestras pulsiones, incluso cuando las sabemos espurias?

—El sexo se me hace lo menos banal del mundo. Es obviamente muy importante y un punto de conexión con otras personas. Lo que lo transforma en banal, quizás, en mi opinión, es lo que podríamos llamar ‘el cuerpo como lugar de consumo’.

Cuando se mezcla con el culto al cuerpo idealizado o es una especie de acopio de trofeos, algo extremadamente común en el mundo gay. Una de las cosas lindas de la poesía es el vacío donde uno rellena la imagen. Para mí, ese ‘fantasma’ me hace pensar en Gasparín o en El manifiesto comunista, antes que en una pulsión sexual.

 

 

 

 

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Nicolás Poblete Pardo (Santiago, 1971) es periodista, profesor, traductor y doctorado en literatura hispanoamericana (Washington University in St. Louis).

Ha publicado las novelas Dos cuerpos, Réplicas, Nuestros desechos, No me ignores, Cardumen, Si ellos vieran, Concepciones, Sinestesia, Dame pan y llámame perro, Subterfugio, Succión y Corral, además de los volúmenes de cuentos Frivolidades y Espectro familiar, la novela bilingüe En la isla/On the Island, y el conjunto de poemas Atisbos.

Traducciones de sus textos han aparecido en The Stinging Fly (Irlanda), ANMLY (EE.UU.), Alba (Alemania) y en la editorial Édicije Bozicevic (Croacia).

Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

«Mil noches de Sudamérica», de Álex Anwandter (Editorial Hueders, 2024)

 

 

 

El poemario «Mil noches de Sudamérica» se presentará este viernes 30 de agosto en un evento a cargo de Bernardita Bravo y de Felipe Cussen

 

 

 

Nicolás Poblete Pardo

 

 

Imagen destacada: Álex Anwandter.