La autora de la recién lanzada novela gráfica «Al otro lado del vidrio» —prologada por el galardonado cineasta nacional Sebastián Lelio— dialoga con este Diario acerca de las claves argumentales y estéticas de su bien recibido texto y también sobre la tensa coyuntura política y social que vive el país.
Por Nicolás Poblete Pardo
Publicado el 3.12.2021
Al otro lado del vidrio, de Antonia Bañados (Archipiélago, 2021), es la primera novela gráfica de la artista, quien estudió arte en la Universidad Católica de Chile, y cuenta con un máster en arte contemporáneo en Edinburgh College, Escocia.
De hecho, la novela documenta de modo autoficcional, este trayecto por el que pasa Antonia, desde su acontecida partida de Santiago de Chile, hasta su aclimatación en un país que le resulta ajeno y que requiere de su adaptación para conseguir habitarlo de manera armónica.
El volumen cuenta con un prólogo del cineasta Sebastián Lelio, quien destaca el talento de Bañados: “Crea el rostro de su propio personaje… con poquísimos gestos y su síntesis es emocionante. Narra con pocos gestos y consigue hacernos entrar en esa especie de acuario sensible y divertido y melancólico que es su libro”.
Lelio concluye que Al otro lado del vidrio es un depósito de talento: “Hay en él mucho cómic, mucho cine, mucha vida, mucho arte y mucha artesanía”.
Es de destacar que la novela gráfica de Antonia Bañados ocupó el sexto lugar en “The Unpublished Picturebook Showcase 2”, una convocatoria internacional realizada en octubre de 2020, en la que participaron 420 proyectos provenientes de alrededor de 60 países y cuyo jurado estuvo compuesto por 48 editores internacionales.
«Lo terrible del imperialismo»
—Comienzas tu narración gráfica con los misteriosos y ominosos gabinetes, que tuvieron un peak en Europa, principalmente en el siglo XVIII. ¿Cómo te internaste en este fascinante mundo? ¿Por qué elegiste estas escenas para comenzar tu proyecto?
—Buena pregunta. Creo que los gabinetes son un motivo que se repite en varios momentos del libro, ya sea explícitamente, como al inicio para explicar su origen, o subyacentemente con la maleta abierta vista desde arriba que también es como una suerte de gabinete personal.
El interés por los gabinetes surgió durante el mismo viaje que se retrata en el libro, fue una de las primeras cosas que me llamó la atención al llegar a Escocia (y en general Reino Unido): la enormidad de sus museos y la cantidad de cosas provenientes de otras culturas que tenían exhibidas en sus vitrinas.
Recuerdo haber pasado varias tardes o mañanas visitando el Museo Nacional de Escocia haciendo croquis de los objetos que me llamaban la atención, pensando en lo abstractos que se vuelven al descontextualizarlos y lo terrible del imperialismo.
Leí bastante del tema y eso influyó en las obras que hacía. Me pareció que era lindo empezar por ellos porque al final del libro también vuelven a aparecer, pero vistos de una manera distinta.
«Está todo bastante literalmente sacado de mis recuerdos»
—¿Cómo manejaste las escenas personales? Sin duda, este es un libro autobiográfico. ¿Cómo editaste tus materiales? ¿Hubo autocensuras o transformaciones de determinados pasajes?
—Eso fue un gran desafío porque la autobiografía me daba mucho pudor. Pero si ya iba a hacer una versión de mí misma no quería idealizarla ni mostrarla perfecta, ni moralmente irreprochable. Quería que se sintiera real: ansiosa, algo ridícula, auto-exigente, cuestionable éticamente, insegura.
Para eso pensé en todos los momentos reales que me podría servir para contar la historia o para retratar a los distintos personajes, e hice una lista. Luego fui puliendo y reordenando las escenas en la medida de si eran útiles para contar la historia.
Creo que al principio del libro está todo bastante literalmente sacado de mis recuerdos y en la medida que avanza la historia algunas cosas tuvieron que simplificarse, o tuve que condensar dos personas reales en una e inventar un par de escenas para las transiciones, pero en ese punto ya los personajes tenían vida propia dentro del libro y tenían independencia.
«En otro idioma uno es un poco otra persona»
—Un aspecto que trabajas es la adaptación a un país nuevo, a una lengua nueva, incluso a una cultura dentro de otra, como es la escocesa dentro del Reino Unido. ¿Qué te interesa o sorprende más de estos procesos de intercambio cultural?
—Es algo que me llamó mucho la atención. Creo que el idioma no es algo que esté en la superficie, sino algo que altera tu forma de estructurar el pensamiento.
Justo hoy me di cuenta que en mi croquera, donde anoto ideas y pensamientos, tenía toda una sección muy fuerte emocionalmente escrita en inglés y pensé: qué raro haberla escrito en inglés si es tan íntima. Creo que es porque en otro idioma uno es un poco otra persona. En mi caso, una persona más fuerte y valiente que mi yo de lengua materna.
Volviendo al libro, la diferencias culturales más allá del tema de los gabinetes y de las dificultades de entender a la gente, creo que se expresan en otras cosas como las posturas corporales de los personajes.
Por ejemplo, mi personaje hace muchas expresiones de sorpresa y emoción con su rostro y cuerpo y en contraste Emma, que es inglesa, siempre está más bien neutra o con cara de ligero aburrimiento, con una actitud cool muy inglesa.
«Hay algo en la síntesis del blanco y negro que ayuda abstraer los ambientes»
—El impacto visual de Al otro lado del vidrio es acentuado por el hecho de ser una obra completamente en blanco y negro (salvo por la portada). ¿Pensaste en utilizar colores o ya habías decidido hacerlo de este modo?
—Lo pensé en algún minuto, sobre todo porque Edimburgo tiene colores muy distintivos: el cielo es de un azul saturado, hay mucho verde y gris piedra, que es algo se se repite en el acuario.
Sin embargo, hay algo en la síntesis del blanco y negro que ayuda abstraer los ambientes. Es más fácil hacer transiciones de un lugar a otro sin pensar en el cambio de color y me era mucho más fácil componer las imágenes de esta forma. Pensando en el equilibrio del blanco, la textura gris y el negro.
Finalmente es una opción práctica, también, porque el libro está hecho con un solo material (pintura negra) y listo. El color lo hubiera enredado todo.
«El rol que hoy cumple Fondart y los otros Fondos del Ministerio de las Culturas son un apoyo fundamental»
—Tu proyecto obtuvo un fondo del libro y, también, tuviste la oportunidad de expandir tus estudios en un prestigioso centro de arte en Escocia. ¿Crees que los jóvenes gozan de oportunidades para desarrollar sus talentos? ¿Cómo ves la situación de los artistas emergentes en nuestro país?
—Uff. Es un tema complicado. Yo tuve la fortuna (y privilegio) de poder ir realizar mi magister gracias a una Beca Chile, pero ese programa fue discontinuado con la pandemia.
Ya no hay becas de magister ni doctorado para estudios fuera de Chile, solo para programas nacionales. Es una pena porque la generación que me sigue (o mi propia generación en caso de doctorado) quedó con muchas menos oportunidades para especializarse.
En ese sentido, el rol que hoy cumple Fondart y los otros Fondos del Ministerio de las Culturas son un apoyo fundamental para que se pueda seguir generando arte, libros, música, películas y cultura en general. El apoyo privado a la cultura en Chile no es mucho y realmente son pocas las instituciones que dan un apoyo tan importante como el ministerio.
Por eso en estos tiempos de elecciones, nuestro rubro está tan escandalizado y asustado con la posibilidad de que elijan políticos que proponen cortar con todo financiamiento del Estado. Sería realmente lapidar no solo a los artistas emergentes, sino también a la población general al no permitir la creación de nuevo arte.
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Nicolás Poblete Pardo (Santiago, 1971) es periodista, profesor, traductor y doctorado en literatura hispanoamericana (Washington University in St. Louis).
Ha publicado las novelas Dos cuerpos, Réplicas, Nuestros desechos, No me ignores, Cardumen, Si ellos vieran, Concepciones, Sinestesia, y Dame pan y llámame perro, y los volúmenes de cuentos Frivolidades y Espectro familiar, y la novela bilingüe En la isla/On the Island.
Traducciones de sus textos han aparecido en The Stinging Fly (Irlanda), ANMLY (EE.UU.), Alba (Alemania) y en la editorial Édicije Bozicevic (Croacia).
Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Imagen destacada: Antonia Bañados.