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[Entrevista] Diego Álamos Mekis: «El auge de las editoriales ha hecho mella en los autores y su discurso»

El recordado corrector y gestor cultural de la escena santiaguina de las primeras décadas del siglo XXI, se refiere a su nuevo proyecto libresco en el Desierto de Atacama, a los títulos literarios que ha publicado en ese empeño, y también comparte sus agudas observaciones en relación a la siempre mezquina «industria» que le conmueve y apasiona.

Por Enrique Morales Lastra

Publicado el 12.8.2024

Diego Álamos Mekis (1979) ofrece un dialogo directo y como dirían los reporteros antiguos de la crónica policial y deportiva de antaño: «sin concesiones ni menos respiro».

Y aunque la excusa inicial de entrevistarlo a la distancia, fue debido a una nueva edición de la antología mistraliana en torno al tópico del desierto, que publicara originalmente en la temporada 2020, se hizo inevitable preguntarle por su rol en la mítica editorial Chancacazo, que Álamos fundara ya hace casi quince años, y asimismo por su opinión acerca de la industria literaria de los libros y de los autores, en general.

En efecto, Chancacazo de alguna manera removió la escena literaria santiaguina, a fines de la década de 2000, y fue una editorial independiente que como pocas (o ninguna) pudo concluir con éxito su trayecto en lo que él mismo define como «la cadena del libro», y así situar a sus portadas en la exhibición y en las vitrinas de las principales librerías de la capital chilena, de aquel entonces.

Licenciado en filosofía de formación, Álamos Mekis se encuentra hoy radicado en la localidad de San Pedro de Atacama (Región de Antofagasta), donde formó una familia junto a su esposa y a sus tres hijos (una niña y dos niños), fundó una librería y también emprendió con pasión y rigor la ya mencionada actividad elucubradora, de Ediciones del Desierto.

Pese a la distancia de miles de kilómetros con la urbe metropolitana, los afanes del ambiente escritural y sus penosos hitos, para nada le son ajenos: «Sigo muy de cerca el panorama literario actual, de las mezquindades que se prodigan, de los concursos, de quienes viajan a Frankfurt y quienes se van quedando abajo del carro de la victoria. Creo que el panorama literario chileno se ha concentrado y corregido políticamente, se ha institucionalizado», describe con escepticismo el editor.

Asimismo: «Me parece que en la actualidad se hace cada día más difícil entrar en el mercado, de ahí que la industria editorial independiente haya optado por el proteccionismo. Acaparando en la medida de lo posible los concursos (gracias a la crítica literaria y jurados afines) y presionando las compras y selecciones de libros por parte del Estado», dispara Diego Álamos.

Sobre Desierto de Gabriela Mistral, destaca el significado estético de mostrar al salar de Atacama por medio de la sensibilidad de la Premio Nobel de Literatura 1945, quien equipara la presencia física y geográfica de este, a la manera de una costra, de un dolor que no se olvida, quizás como una metáfora o un recuerdo original de su vida en Chile, o en la forma de un símbolo poético de su conflictiva y tensa relación, mantenida con su propio país de nacimiento.

 

«El Desierto de Atacama en los ojos de Mistral»

—¿Cómo nació tu interés por la obra de Gabriela Mistral, y cuál es el propósito de este libro en específico?

—Mi interés por Gabriela Mistral, nace con la lectura del Poema de Chile, me interesó mucho por lo hermética, oscura, indescifrable. Tan diferente a las rondas y los poemas de niños con que se la conoce mayoritariamente.

También me enamoré de su pasión en las cartas con Manuel Magallanes Moure. Pero el libro Desierto tiene un propósito definido que es hacer un libro de Mistral: yo creo que ella habría aprobado este título Desierto, en vista de Ternura, Desolación, un solo sustantivo poderoso.

Mi intención era relevar, mostrar el desierto de Atacama por medio de la sensibilidad de Gabriela Mistral. Hay toda una geografía poética en Chile, famosa es la frase, ‘Chile, país de poetas’, y el objetivo de este libro era mostrar el Desierto de Atacama en los ojos de Mistral, una especie de guía turística refinada.

 

«Como el espejo terrestre del dolor psíquico»

—¿Cuáles son los aspectos claves en la estética de la Premio Nobel, en torno a la noción o concepto artístico del Desierto de Atacama?

—Gabriela Mistral se nos presenta doliente, estigmas franciscanos —hay que decir que sus derechos de autor pertenecen a la orden franciscana—. Es cierto que en el último periodo de su vida, la gravedad mistraliana dio paso a una vida más neoyorkina, con mayor poder, autonomía, reconocimiento, libertad y alegría.

Pero ella nunca dejó de conocer el Desierto de Atacama y equipararlo a una costra, a un dolor que no se olvida. El Poema de Chile es su obra póstuma y comienza con el desierto. La poesía no tiene cáscara, va directo al hueso. No es casualidad, el Desierto de Atacama como el espejo terrestre del dolor psíquico.

Creo que la infancia de piedras duras atacameñas, es clave en Mistral. Ya sea como algo estético, como contrapunto, ya como recuerdo original de su vida.

 

«Es muy difícil dejar de publicar libros una vez que ya se ha transformado en tu oficio»

—¿Cómo nace y surge el proyecto de Ediciones del Desierto?

—Ediciones del Desierto surge como una necesidad, algo automático en cuando ya vivía acá en San Pedro de Atacama y necesitaba seguir adelante, siempre en el afán de encontrar lectores y publicar libros.

Otros editores lo dirán mejor que yo, es muy difícil dejar de publicar libros una vez que ya se ha transformado en tu oficio. Ediciones del Desierto se podría pensar como un libro, yo como su autor, un libro con un público definido al Desierto de Atacama.

 

«Cuando la escritura desaparece, aparece la historia»

—¿Qué aporta y qué propone en el contexto del pujante mundo de las editoriales independientes, un concepto creativo como el de Ediciones del Desierto?

—El mundo de las editoriales independientes es muy interesante, ¿por qué dices que es creativo un concepto cómo Ediciones del Desierto?

Yo tiendo a pensar que es algo obvio, así como su nombre, Ediciones del Desierto, tiene algo natural; a lo mejor, lo creativo está en haber creado algo que siempre pudo haber estado, por así decirlo, cuando la escritura desaparece, aparece la historia, y si aparece la historia, nosotros estamos dentro, en un paralelo de la vida, atrapado por la creatividad que, como la inteligencia artificial, no sabes si te está respondiendo la maquina o la persona.

 

«Las editoriales independientes no tienen capacidad para soportar la cadena del libro»

—En ese sentido, ¿qué opinión tienes en torno al llamado circuito de las editoriales independientes en Chile?

—Los circuitos suelen ser cerrados —cadenas del libro que solo los que tienen poder las pueden soportar—. La cadena del libro tiene eslabones que van desde el autor, pasando por la editorial, la distribución, hasta llegar a la librería; pero las editoriales independientes no tienen capacidad para soportar la cadena del libro.

Así, para romper el eslabón de las librerías —donde los libros de las editoriales independientes apenas existen—, Santiago se llenó de ferias de libros, Primaveras, Furias y Municipales por doquier.

Creo que el circuito de editoriales independientes es algo santiaguino, dependiente de ferias de libros, porque es una excelente manera de poder vender los tirajes y conectar con el público. Creo que la pregunta por las editoriales independientes podría igualarse a la pregunta del circuito de las ferias de editoriales independientes.

La Furia del Libro y la Primavera del Libro, son clave para entender este nuevo paradigma editorial independiente.

 

«Aquel mundo de cafecitos, de asistencia a ferias, de cuentas por pagar»

—Fuiste un pionero al respecto a fines de la década de 2000, ¿por qué dejaste el exitoso emprendimiento de Chancacazo?

—Creo que el mundo editorial tiene una arista juvenil, de autogestión, editoriales de fanzine, con tirajes artesanales o con bajos tirajes. Sí, con Chancacazo llegamos a publicar más de 50 libros, muchos con bastante reconocimiento y avalados por la crítica, pero hacíamos una bicicleta, ¡50 libros, 50 autores!, buen diseño y arte a cargo de Alejandro Palacios, sí, fue una escuela.

Aprender a distribuir, a salvar el mes en las ferias, fuimos a las primeras Furias del libro y a las primeras Primaveras.

Mucha presión sin sentido, en un momento vi la posibilidad de salir de esa máquina, maquinaria y salí, además ya no vivía en Santiago y no podía tampoco hacer cargar con todo ese mundo de cafecitos, asistencia a ferias, cuentas por pagar, al equipo de Chancacazo.

 

«El principal logro de Chancacazo fue la colección Satura Traducciones, dirigida por Christian Anwandter»

—¿Cuáles fueron los principales logros editoriales y literarios del catálogo de Chancacazo?

—Chancacazo fue un buen modelo que giraba entre el ‘vanity press’ y la editorial convencional. Es decir, estaba bien posicionada como la editorial que publicaba a autores y autoras que querían cumplir su sueño, «de plantar un árbol…», y también entre quienes tenían vocación literaria.

No se sabía muy bien qué era para cumplir el sueño ni qué era para hacer una carrera literaria.

Sin dudas, el principal logro fue la colección Satura Traducciones, dirigida por Christian Anwandter, donde publicamos unos ocho libros excepcionales de autores de nivel mundial (e.e. cumings, Ramuz, Gide, Dupin —con prólogo de Paul Auster—, Koltès, Edith Södergran, entre otros).

 

La fiesta de los cinco años

—¿Recuerdas algún episodio en particular al respecto, que dé cuenta de ese impacto cultural?

—Uno de los puntos más altos de la escena literaria de Chancacazo fue una fiesta que hicimos, celebrando los 5 años de la editorial, con bandas alternativas. Ahí nos dimos cuenta que podíamos hacer algo grande. Algo que traspasara el mundo de la letras propiamente tal.

 

«El panorama literario chileno se ha concentrado y corregido políticamente, se ha institucionalizado»

—En tu rol de agente cultural y experiencia como editor, ¿qué juicio estético tienes en relación al panorama literario chileno actual, en especial acerca de ese conjunto de autores que transita por ese cosmos del llamado «libro independiente»?

—El libro independiente chileno, el libro chileno en general, no ha cambiado mucho de la opinión de Roberto Bolaño tenía de nuestra escena; solo que en el tiempo de Bolaño no habían casi editoriales independientes.

Creo que el auge de las editoriales ha hecho mella en los autores y su discurso, hoy día las discusiones son más de maquinarias ideológicas posindustriales, que de personas.

Sigo muy de cerca el panorama literario actual, de las mezquindades que se prodigan, de los concursos, de quienes viajan a Frankfurt y quienes se van quedando abajo del carro de la victoria. Creo que el panorama literario chileno se ha concentrado y corregido políticamente, se ha institucionalizado.

No sé muy bien qué deriva tendrá el mundo del libro bajo el amparo de redes de protección (asociaciones gremiales). Tengo opiniones contradictorias. Pero sí me sorprende que autores, autoras de editoriales independientes no consigan mayor masividad. No veo movilidad editorial: ¿Editoriales pequeñas, autores desconocidos?, ¿editoriales transnacionales, los mejores autores?

Me parece que en la actualidad se hace cada día más difícil entrar en el mercado, de ahí que la industria editorial independiente haya optado por el proteccionismo. Acaparando en la medida de lo posible los concursos (gracias a la crítica literaria y jurados afines) y presionando las compras y selecciones de libros por parte del Estado.

 

«Un clásico de la antropología del norte de Chile»

—¿En qué maquetas o proyectos de libros trabajas en la actualidad?

—Este año estamos trabajando en la reedición de Peine, un pueblo atacameño de Grete Mostny. Con un prólogo de la destacada intelectual atacameña Oriana Mora Rodriguez. Esta es la portada que estoy trabajando, nada definitivo aún.

Este libro fue publicado por primera y única vez en 1954, desde entonces ha venido a convertirse en un clásico de la antropología del norte de Chile. Demás está decir que el poblado de Peine, es actualmente la capital nacional del litio, al hallarse al borde del Salar de Atacama y donde Soquimich ha tenido desde siempre su base.

Así, este libro que rescata los usos y costumbres que Mostny pudo ver en los atacameños peineños, se hace hoy en día fundamental por cuanto la modernidad hecha a low battery tiene todo amenazado, no solo a esta cultura milenaria del desierto.

 

«Peine. Un pueblo atacameño»: maqueta de portada y contraportada del próximo proyecto editorial de Diego Álamos Mekis

 

 

 

 

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«Desierto», de Gabriela Mistral (Ediciones del Desierto, 2024)

 

 

Imagen destacada: Diego Álamos Mekis (cedida por el autor).

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