El joven autor y periodista dialogó con el Diario «Cine y Literatura» acerca de su ópera prima «Náusea», una crónica de no ficción que aborda los graves y conocidos eventos de contaminación ambiental ocurridos en Chile durante el último tiempo, y a sus denominadas zonas de sacrificio.
Por Nicolás Poblete Pardo
Publicado el 23.5.2022
Náusea. Crónica de una zona de sacrificio (La Pollera, 2022), de Esteban David Contardo (Talca, 1992), está dividido en ocho secciones que llaman la atención respecto a los mal llamados «recursos naturales».
Tal como resulta deshumanizante llamar «recursos» a las personas, igualmente las tendencias ecologistas comienzan a alertar sobre la forma de nombrar los elementos naturales con los que convivimos y que son progresivamente depredados.
En esta colección las huellas de carbono están muy presentes, pero no las que provocan los hijos, mascotas, consumo de carne, etcétera, sino las grotescas instalaciones que han transformado en «zonas de sacrificios» localidades enteras, como las que se documentan aquí:
«De las cinco zonas de sacrificio que se reconocen en Chile, la más simbólica es el parque industrial de Quintero-Puchincaví-Ventana: un cordón de termoeléctricas y refinerías ubicadas a pocos kilómetros de exclusivos balnearios y del Congreso Nacional», describe el autor.
Esteban David Contardo comienza su libro con una cita a Voces de Chernóbil, una de las publicaciones más conocidas y traducidas de la premio Nobel bielorrusa, Svetlana Aleksiévich. Su mérito, pronunció el jurado, al entregarle el galardón el año 2015, se deriva de: «su obra polifónica es un monumento al valor y al sufrimiento de nuestro tiempo».
De manera semejante, Náusea se propone documentar los funerales ecológicos, permitiéndole a diversas voces cursar sus denuncias en un género híbrido, que mezcla investigación con articulación de «personajes».
«Se tendrá que vivir un nuevo evento de contaminación»
—En «La nube, la escuela y las chimeneas», la denuncia se ve a través de los ojos de una profesora, un tipo de profesional históricamente devaluado. El espacio disciplinar de la escuela resulta en un depósito de residuos sociales: «Los niños han ido cayendo en el tema de las drogas y, ahora, la gente parece zombi, gente que también estudió en La Greda, adultos. La desaparición de la escuela influyó en todos los problemas que existen». Aquí estamos en una «tierra de nadie». ¿Qué te impulsó a elaborar una publicación con este contexto de urgencia?
—Al evidenciar la falta de conocimiento por parte de las personas, sobre lo que sucede y ha sucedido en una Zona de Sacrificio como la de Quintero y Puchuncaví y ver cómo nosotros normalizamos la existencia de ellas, surgió el interés por tratar de visibilizar los testimonios de quienes habitan y habitaron el lugar.
—La tercera sección, «Plato único», destaca la catástrofe ambiental desde la perspectiva de especies endémicas que se hallan en peligro de extinción… ¿Qué argumentos crees que deben acompañar estas denuncias para que salgan a flote en la agenda social?
—En el estado actual en el que Chile se encuentra, con un tejido social aún roto y sin conciencia de lo que ocurre en lugar, me atrevo a decir que para que salga a flote nuevamente en la agenda social se tendrá que vivir un nuevo evento de contaminación de grandes magnitudes. Y lo digo porque los argumentos hace mucho tiempo están sobre la mesa.
Uno puede buscar y encontrar en internet un montón de investigaciones y papers sobre las consecuencias que produce en los habitantes de Quintero y Puchuncaví la contaminación del Parque Industrial: fallas en el gen que protege a los humanos del cáncer; niños con problemas cognitivos; muertes por cáncer; enfermedades cardiovasculares; enfermedades crónicas.
Durante la última década se han hechos un sinfín de reuniones entre los pobladores y las autoridades del Estado, pero aún con todos estos argumentos el Estado no ha sido capaz de generar una política de reparación y una que pueda normar con estándares internacionales las emisiones de las empresas.
Los argumentos están, creo que lo que falta es generar acciones concretas y efectivas antes de que ocurra otro desastre ambiental.
«Dejemos de normalizar el hecho de que existan zonas de sacrificio en Chile»
—»Un crisol» rescata las quejas de los principales afectados de la comunidad: «Todas las muertes que tuvieron los trabajadores en Ventanas han sido de paros cardíacos, infartos al miocardio y cánceres. ¿Te imaginas la rabia que debo tener frente a todo esto? ¿Qué justicia hay para la gente que dejó parte de sus vidas a este país?». ¿Cómo responder a estas preguntas (retóricas)?
—Yo creo que la única respuesta que cabe, sobre todo en el caso de los exfuncionarios de Enami (actual Codelco Ventanas), es una política de reparación para a todos aquellos trabajadores que murieron a causa de los gases y metales pesados de la fábrica.
Creo que ha existido una incompetencia por parte de todos los poderes del Estado en cuanto a tomar medidas necesarias para que esto no siga ocurriendo. Los antecedentes están, los datos están, los testimonios están, ¿qué falta para tomar acciones concretas?
—Un aspecto que está siendo investigado actualmente son las posibles causas del autismo en relación a espacios contaminados. En «Entrevista con María Araya», ella relata: «El autismo… es un gen que trae el hombre, pero hay tipos de gatillantes; puede ser por genética y por edad, pero también por vivir en un ambiente contaminado». En un giro irónico, el relato termina con una referencia a la película de Julia Roberts, donde la actriz se enviste de justiciera, buscando firmas para denunciar a una empresa contaminante. Pero acá la estatura no es hollywoodense, sino tristemente subalterna y la comparación no hace sino resaltar la impunidad de las empresas. El caso que protagoniza Julia Roberts: «es un caso real, al igual que lo que vivimos nosotros, igual que Quintero y Puchuncaví», leemos al final de esta entrada. ¿Estamos destinados a ser una comparación burda, trágica?
—Creo que todavía estamos a tiempo para mejorar la calidad de vida de las comunidades de Quintero y Puchuncaví. Firmar el Tratado de Escazú fue un paso importante sobre todo para bridar mayor seguridad a nuestros activistas medioambientales, sin embargo, queda todavía un camino que se podrá recorrer con mayor facilidad si la nueva Constitución se aprueba.
También estamos a tiempo para que, como ciudadanos, tomemos conciencia y dejemos de normalizar el hecho de que existan zonas de sacrificio en Chile. Lo de Quintero y Puchuncaví está pasando también, en mayor o menor medida, en otros territorios del país y no le estamos tomando el peso y el impacto que significa para la calidad de vida de aquellas comunas.
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Nicolás Poblete Pardo (Santiago, 1971) es periodista, profesor, traductor y doctorado en literatura hispanoamericana (Washington University in St. Louis).
Ha publicado las novelas Dos cuerpos, Réplicas, Nuestros desechos, No me ignores, Cardumen, Si ellos vieran, Concepciones, Sinestesia, y Dame pan y llámame perro, y los volúmenes de cuentos Frivolidades y Espectro familiar, y la novela bilingüe En la isla/On the Island.
Traducciones de sus textos han aparecido en The Stinging Fly (Irlanda), ANMLY (EE.UU.), Alba (Alemania) y en la editorial Édicije Bozicevic (Croacia).
Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Imagen destacada: Esteban David Contardo (por Antonia Fernández).