El autor chileno acaba de lanzar su primer poemario, titulado «Prospecciones» (Ediciones Filacteria, 2021), y un texto en el cual aborda la esencia del lenguaje como motor constructor de la realidad, desde una perspectiva marcadamente existencialista.
Por Francisco Marín-Naritelli
Publicado el 31.8.2021
Michel Vinet (Santiago, 1985) trabaja como constructor y se dedica a leer y escribir por las noches. Prospecciones es su opera prima, publicada recientemente por Ediciones Filacteria (2021).
Dentro de su formación creativa reconoce que: «leer a Gonzalo Rojas fue volar los techos y hasta estos días sigue siendo mi escritor de cabecera».
Luego, y con el tiempo, al acervo de su formación estética y autodidacta sumaría a la argentina Alejandra Pizarnik, al chileno Jorge Teiller y al francés Albert Camus, en tanto referentes ineludibles e insustituibles para sus ambiciones artísticas.
«Escritores a los que siempre vuelvo cuando me pierdo. Aunque últimamente también he reconsultado muchas veces a Olga Orozco y Carlos de Rokha. Me parece justo sumarlos a este listado», confiesa sincero el debutante poeta nacional.
Así, y bajo ese entusiasmo vital, es que hablamos con Michel Vinet de su último y primer libro, en exclusiva para Cine y Literatura.
«Excavar hacia el corazón del planeta»
—¿Cómo surge este libro? ¿Por qué el nombre de Prospecciones?
—El libro surge de una explosión de ánimo, de un estado ensimismado de escritura donde obré como un taquígrafo para una voz que vibraba en el silencio inquieto de los meses pandémicos, periodo donde a flor de piel existía una necesidad casi colectiva de aproximarse a un cambio desde y hacia el interior, físico y espiritualmente.
El título Prospecciones viene al finalizar el manuscrito tratando de darle un sentido a todo lo escrito o descifrado, es una imagen de esta búsqueda que es el excavar hacia el corazón del planeta (toda excavación es hacia el corazón) para analizar su composición en sus distintas capas, ejercicio homologable desde un sentido reflexivo en nosotros mismos.
—¿Qué significa para ti publicar en una editorial como Filacteria, más aún al ser tu primera obra?
—Cuando contacté a Filacteria lo hice a su filial de servicios editoriales. Pensaba en una autoedición de 30 copias. En ese camino, Rodrigo, editor y fundador de la editorial, recibió el manuscrito, lo leyó y me invitó a ser parte de los autores de Filacteria.
Se puede decir que “fui por plata y salí con oro”, puesto que era impensado para mí debutar literariamente al amparo de una editorial como Filacteria.
Así es que disfruté con todos los nervios y ansiedad posible la experiencia estética del nacimiento del libro. Fue realmente un privilegio.
«Este libro solo fue vivido»
—Apuntas a un lenguaje más hermético y barroco, a contrapelo de una poesía prístina o literal, ¿por qué? ¿Esto siempre fue pensado así?
—La obra se me dio así, nació con esta clave rítmica y con este sentimiento de usar las palabras que son parte de mi capacidad de expresión.
Pienso en la poesía como un acaecer en el poeta, quien traduce lo indecible mediante la palabra a riesgo de que lo conocido sea insuficiente, pues se escribe desde el enigma, desde lo abstracto donde todo el lenguaje es válido, incluso el que aún no se ha inventado.
Desde mi perspectiva, para este libro, lo correcto es confesar que no fue pensado así, ni siquiera fue pensado, solo fue vivido, sentido y con ello dejé fluir liberándome de la clasificación y separación del lenguaje entre barroco o hermético, entre prístino o literal.
Que a los lectores le corresponda el entendimiento inmediato o progresivo conforme esta misma inspiración, quizás es otro tema más complejo de abordar para mí.
—Toda obra, siguiendo a Bajtín, está situada socialmente. Hablamos de intertextos, epígrafes. En este sentido, ¿cuáles son tus influencias literarias?
—Durante el verano del 99 mis primos me pidieron que cuidara su casa. Uno de ellos tenía en su dormitorio dos libros de Gonzalo Rojas. Este encuentro cambiaría todo. Leer a Gonzalo Rojas fue volar los techos y hasta estos días sigue siendo mi escritor de cabecera.
Se sumaron con el tiempo Alejandra Pizarnik, Jorge Teiller y Albert Camus, escritores a los que siempre vuelvo cuando me pierdo. Aunque últimamente también he reconsultado muchas veces a Olga Orozco y Carlos de Rokha. Me parece justo sumarlos a este listado.
«Entender y vivir el ahora es un regalo»
—No hay incertezas, al contrario. Hay miedo, vacío, dudas, fracasos, locura, cierta desesperanza. Como si la realidad no pudiera ser asida. ¿Qué es posible decir, o bien el lenguaje poético, como forma de representación, testimonia lo imposible de esta tarea?
—El libro tiene mis impresiones, y mis impresiones tienen socialmente la carga de nuestros días. Nací en 1985, es decir soy de la generación de los nietos de la dictadura. Mis padres son hijos de la dictadura, por tanto, tenemos el aire noventero del sueño de la igualdad y la alegría política prometida como un nuevo paraíso que no llegó, y de ello la historia reciente da cuenta.
Viví mi infancia en barrios donde podría haber transcurrido la película Caluga o menta, pero muy protegido, no tengo malos recuerdos. Pero recuerdo a mis amigos protagonizando sus malos recuerdos. Este contexto te vuelca en sintonía con un lenguaje literario más nihilista, menos grandilocuente y por supuesto, en muchas ocasiones, menos popular.
Sin embargo, Prospecciones lista o quizás desafía a todas estas cargas para sacudirlas y extraerlas de la historia y del pensamiento. Siempre, incluso en lo más terrible, se asoma al final una esperanza en forma de luz o de entendimiento. Es el entendimiento el gran liberador.
Entender que “aquello que nos pasó” pero que “ya no es” permite aceptar el “presente”, palabra que es muy hermosa dado que describe al “ahora” y al mismo tiempo a un “regalo”, entender y vivir el ahora es un regalo que solo nos podemos dar nosotros mismos.
En cualquier caso, tal como dices, la realidad parece que nunca puede ser asida, es inmaterial o ilusión. En esta ilusión parece conveniente, como dicen los místicos, practicar la Alegría de vivir dentro y fuera del lenguaje poético.
«Creo en la poesía de la circunstancia»
—A propósito de lo anterior, y considerando el siguiente verso: “Todo está dicho. Me corresponde el abandono”, ¿cuál debería ser el rol (si lo hay) de la poesía en los tiempos que corren?
—Este verso asoma el cansancio de una búsqueda. Cansancio que al mismo tiempo es fracaso en dos sentidos, si creemos en el destino escrito e inamovible, lo que hagamos es parte de ese decreto supremo y misterioso. Por otro lado, supone que ya no hay más que buscar. En ambos casos, la idea se explica mejor con la frase de Heidegger cual dice: “Poéticamente hace el hombre su habitación en la tierra”.
Si no encontramos nuestra propia poesía en las circunstancias que tenemos, estamos sin habitación o a la intemperie en la vida. Creo en la poesía de la circunstancia, en la poesía del vivir, de aquella que nace de la “realidad” que debemos atravesar para catalizar o conjurar las palabras necesarias para vivir poéticamente.
El poema comienza con este abandono, pero al concluir acepta y redime que la vida debe ser vivida. Y no se trata de conformismo, sino de oportunidad. Si dejamos que en nuestra mente se repita lo que ya ocurrió, no podremos avanzar jamás. Ciertamente no es fácil, pero creerlo o escribirlo a veces mueve montañas.
Sobre el rol de la poesía en estos tiempos, o en cualquier tiempo, creo y siento que Hölderlin lo respondió con elevación y claridad al decir que: “Nos corresponde a nosotros, poetas, / estar en pie ante las tormentas de Dios, / con la cabeza desnuda, / para apresar con nuestras propias manos el rayo de luz del Padre, a él mismo / y hacer llegar al pueblo envuelto en cantos / el don celeste.”
—¿Con qué se encontrarán los lectores al leer tu libro?
—Con un viaje. Con una molestia. Con una carga. Con un espejo. Con un compañero. Y, finalmente, con un libro sin más pretensiones que ser útil y digno de cualquier lectora o lector cuando corresponda.
Es un libro que ha comenzado un viaje y, por tanto, como en todo viaje, está unido al inevitable azar de la aventura en sus múltiples dimensiones.
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Francisco Marín-Naritelli (Talca, Chile, 1986), además de periodista y de magíster en comunicación política (titulado doblemente en la Universidad de Chile) las ejerce también como profesor en la Universidad Andrés Bello y como un prolífico escritor nacional, cuyas últimas publicaciones son el libro de cuentos Interior con ceniza (Ceibo Ediciones, 2018) y el volumen experimental de El perfecto transitivo (Filacteria, 2019).
Igualmente fue el director titular y máximo responsable editorial del Diario Cine y Literatura, entre agosto de 2017 y mayo de 2020.
Imagen destacada: Michel Vinet Aguirre.